Laura Raffo presentó su libro junto con Alexandra Morgan y Ernesto Talvi

La especialista en temas económicos de Telemundo publicó "La Economía al alcance de todos".

La presentación de Alexandra Morgan:

¿Desde dónde voy a comentar un libro sobre economía?

Hace muchos años hice un curso de economía en el CLAEH mientras terminaba mi tesis en Comunicación y ya trabajaba en los medios, pero creo que mi aporte a la presentación del libro “La economía al alcance de todos” debe y así será, venir desde el lado de la comunicación.

Les adelanto la conclusión por si hay alguien apurado y tiene que irse antes.

a) Para comunicar bien hay que saber mucho del tema del que se quiere hablar
b) No hay magia en este nuevo logro de Laura. Hay trabajo, talento, esfuerzo, carisma y muchos años de dedicación y vocación por comunicar.
c) Las fotocopias son una estafa

La encuesta en twitter que abrimos ayer sobre por cuál tema empiezo primero. En mi cuenta @amorganvilaro podrán ver el resultado.
a) Comunicación 55%
b) Magia 23%
c) Fotocopias 22%

¡Listo! La mayoría eligió el orden propuesto, gracias.

COMUNICACIÓN

Intentaré aplicar las mismas herramientas que Laura aplica cada vez que sale al aire. La sencillez y la ausencia de adjetivación innecesaria.
La mejor prueba para saber si uno realmente ha adquirido un conocimiento es probar explicárselo a alguien. Hay un escollo insalvable, lo que no se domina no se puede ni enseñar ni trasmitir, con éxito. Laura tiene ya una larga trayectoria cumpliendo el cometido, haciendo que la economía no sea un arte abstracto solo para entendidos sino que su explicación nos llegue a todos y nos sirva a todos. Laura tiene un talento múltiple como la mayoría de los talentosos tienen: comunica bien y enseña, enseñar lleva un talento distinto pero ella tiene los dos. Claro que tiene otros talentos, pero no vienen al caso.

¿Qué la anima a semejante propósito? El cabal conocimiento de que esa información es útil no solo para quienes manejan la economía sino para todos quienes vivimos en esa economía y con ese reglas de juego. Para jugar hay que saber las reglas para poder resolver qué hacer con nuestros ingresos, nuestras inversiones, nuestros sueldos y nuestras economías domésticas. Hay una frase linda que se usa entre quienes jugamos a la cartas u otros juegos de mesa que es ¿Cúal es el but del juego? ¿Cúal es el objetivo? Con ese dato es mucho mas fácil orientar nuestras acciones. Laura tiene claro el objetivo: acercar conocimiento real a la gente y elige el medio mas vilipendiado por excelencia “LA TELE” ¿puedo haber algo mas denostado? Sin embargo tenemos aquí otra prueba de lo buena que puede ser la televisión. Ahora en esta oportunidad elige un libro con el mismo propósito y enfrenta un nuevo desafío: NADIE LEE NADA. Los desafío y abro otra encuesta ¿Quiénes leerán este libro? ¿Cúando sale la segunda edición? ¿Cúantos lectores tendrá cada ejemplar? ¿Haremos fotocopias?

Observen el índice del libro y solo eso ya es una clase y cada capítulo nos permite entender mejor el noticiero y resolver esas pequeñas inversiones que hacemos cada día al ir al supermercado, cambiar un electrodoméstico o planificar las vacaciones. ¿Hay alguno de los presentes en vivo o a distancia –estamos saliendo urbi et orbi por Teledoce.com en vivo- decía, hay alguien que no maneje estos temas diariamente? Será que solo un economista va al almacén, cambia el sillón o planifica las vacaciones? ¿O será que todos nosotros, especialistas y no, estamos en este juego? ¿Es un tema solo para gente adinerada? Quién tiene ingresos justos ¿no planifica? ¿No debe extremar el uso de sus dineros?

Como seguramente la respuesta mayoritaria es si en todos los casos ¿no deberíamos ser mas conscientes de la información económica? El conocimiento no nos hará ricos per se pero seguro nos ayudará a manejar mejor nuestros ingresos y cuanto más magros sean esos ingresos mayor control deberemos tener sobre ellos.

Estos conceptos son solo alguno de los apuntes que fui tomando mientras leía por primera vez el libro de Laura. Lo leí dos veces.
También al leerlo podrán ver que el PBI, el producto bruto interno, habla de nosotros, el índice Nasdaq no es el promedio de velocidad de una carrera de autos y así encontrarán muchos términos que escuchamos a diario y que o no entendemos o aplicamos mal. Hay casos mas graves que a veces aparecen en la prensa y donde podemos detectar que quién escribe también tiene alguna confusión.

¿Qué ocurre con este trabajo de Laura? Ocurre que es atractivo de leer, está bien contado y por lo tanto se disfruta aprendiendo. Me gustaría seguir por este ítem pero de economía hablará Talvi, quien también es un gran comunicador y si quedan otras dudas se las preguntan a la autora que para eso está presente.

MAGIA

¿Por qué desmitifico la magia de la autora aplicada a este, su primer libro? Lo hago por un tema sobre el cual he hablado en distintos ámbitos y con la propia Laura.

A veces la gente cree que los famosos lo son por puro azar y que no hay trabajo detrás. Llega de casualidad, es linda, rubia y listo. Encuentra un espacio en Zona Urbana y arranca a hablar de economía y naturalmente hoy, 20 años después escribe un libro que todos querrán leer, compartir con sus hijos y proponerlo como tema en los liceos. Es fácil ¿no?

Lo extraño es que siendo tan fácil no tengamos 20 Laura(s) dando vueltas por los medios y 15 Talvi(s) analizando nuestra realidad con propiedad. ¿Será tan fácil de verdad?

Seguro alguien me acerque una lista de tontos y tontas que están en la tele de hoy y de siempre; aquí y en el mundo. Aún en el peor de los ejemplos –les aseguró que puedo aportar una nutrida lista- esos tontos tiene algo que el resto de los tontos no tenemos y por eso están al aire. O sea, hay tontos peores fuera del aire. Pero los tontos re tontos no suelen permanecer; ni les digo los inteligentes y talentosos, se cansan antes.

En estos dos ejemplos la tontería no aplica –me refiero a Ernesto y a Laura- y sin embargo tengo otra larga lista de gente muy capaz y preparada –como Laura y Ernesto- que teniendo muchas de sus cualidades, en La Tele o en la radio lucirían pobres y no atraerían ni un espectador. Porque hay algo que es, ese enamoramiento que se produce de la cámara o los micrófonos con algunos pocos seres humanos. Tengo largo oficio en esto y puedo poner todo mi conocimiento y experiencia en disimular y lograr que alguien sin ángel permanezca un tiempito al aire, puedo engañarlos un rato… pero no mucho tiempo.

Supongo que queda claro hacia dónde voy, este libro de Laura no nació de un repollo ni por arte de magia, Laura construyó un largo camino que hoy parece corto pero está repleto de estudio, de ensayos, de largas jornadas en las Elecciones, muerta de frío o calor para salir 3 minutos al aire en una trasmisión que dura 10 horas. No saben la pereza que da ir hasta los estudios de televisión en Aguada un miércoles de junio para salir 2’ al aire con alguien (un camarógrafo, un jefe de piso) que detrás de cámara le hace señas que dicen: “Dale que nos vamos al corte”.

Laura siempre estuvo presente, pronta, con su aspecto cuidado, con su material revisado y habiendo llamado seis veces al departamento de gráficos para confirmar que sus placas llegaron en orden y que se entiende que esa raya roja que dice “OJO” no es un pedido puntual de escribir ojo, sino un destaque a una cifra. Antes de que me olvide, la madre de Laura es capaz de llamar para asegurarse que Laura se haya lavado los dientes… antes de salir al aire, nuevamente no hay triunfos casuales.

Esos dos minutos sirven para que al día siguiente decenas de miles la parafraseen, no es una cifra inventada, decenas de miles ven los informativos, muchas decenas. Esa información fue dicha con claridad, con respeto, con precisión y con el claro propósito de comunicar. Es una información que la gente retiene. Pero además no es una información que Laura pensó de camino al Canal, tiene una base sólida que llega a un Master y se mantiene en base a una formación constante. Eso no se inventa ni perdura si no es genuino, si no es un buen producto.

Lo que Laura hace tiene valor y este libro lo que nos aporta es conocimiento depurado y al alcance de todos. Se sorprenderán al ver cuando el libro quede en alguna mesa de luz o en un escritorio en el trabajo, cómo otros integrantes de la casa o la oficina, lo toman, lo empiezan a hojear y casi inmediatamente lo piden prestado. Es altamente recomendable y como lectora agradezco el esfuerzo y el trabajo puesto en este objeto. Agradezco especialmente que me haya invitado a participar de esta instancia, Agradezco a Tata Dios que le dio el talento, a la editorial que lo supo captar y a ella que resolvió que su talento había que compartirlo. Laura, es un mandato bíblico, los talentos son para compartir. Mateo 25:15.


Las palabras del economista Ernesto Talvi:

Hace unos cuántos años cuando una joven economista que trabajaba como periodista en El Observador vino a CERES a hacerme una entrevista intuí casi instantáneamente que tenía talento y que tenía ángel. Que con esas dos cualidades llegaría lejos. No imaginaba sin embargo en aquella visita que hoy, catorce años después, estaría aquí sentado en una mesa presentando un libro suyo.

Varios después de aquel reportaje que la encontré por casualidad en la heladería Popi de La Paloma (por cierto la mejor del país) acompañada de sus dos hijos, dos pulguitas que apenas llegaban a la mitad de la altura del mostrador. Caí entonces en la cuenta que con Laura no sólo nos unía una profesión en común, sino el gusto por lo agreste, lo familiar, lo pequeño, lo pueblerino, lo entrañable de ese descanso que nunca prescinde del short ni de las ojotas.

Nos conocíamos superficialmente con Alexandra antes de que nos tocara en suerte compartir este panel aunque sí había escuchado mucho hablar de ella. Me bastaron cuatro o cinco intercambios de mails y leer las palabras que acaban de escuchar, y que ella a diferencia mía envió a todos puntualmente, para darme cuenta que es una mujer llena de humanidad y de un exquisito sentido del humor. Y por cierto y como lo han podido comprobar, una gran comunicadora.

Así que muchas gracias a Laura y a Penguin Random House por la invitación a ser parte de esta mesa. Es realmente un placer.

A diferencia de lo que muchos creen la economía no es sólo cuestión de números y de dinero. Es una ciencia social, que utiliza una sofisticada metodología (con un uso intenso de las matemáticas y de los métodos estadísticos). Esta metodología se aplicó originalmente para entender fenómenos puramente económicos como los booms y las crisis, el desempleo, la inflación, la pobreza y el desarrollo. Pero cuando un genio como Gary Bécker, premio Nóbel de Economía fallecido el año 2014, puso su genialidad a funcionar, amplió el espectro de la aplicación de esta metodología para incluir otras dimensiones del quehacer humano: la dimensión social, la dimensión política y la dimensión sicológica. La hoy mal llamada economía estudia fenómenos como la discriminación, el racismo, la criminalidad, la adicción a las drogas, la educación, la salud, el arte, el deporte, los sistemas políticos, la acción de los grupos de presión, y también cómo los seres humanos tomamos nuestras decisiones cotidianas teniendo que procesar un alud de información infinito con una capacidad limitada de procesamiento y almacenamiento de nuestro cerebro.

Es una ciencia social realmente envolvente, apasionante, adictiva. Siempre les digo a los jóvenes: si sienten una curiosidad existencial por la aventura humana estudien economía. Y prepárense para emprender un viaje deslumbrante.

Por eso cuando los jóvenes me preguntan cómo pueden prepararse mejor para estudiar economía les respondo cosas que me doy cuenta que esperan escuchar y otras que no. En cuanto a lo primero, lo esperable, destaco un buen aprendizaje de las matemáticas, porque las matemáticas nos permiten entrenarnos a pensar de forma lógica y consistente: de ciertas hipótesis se derivan ciertas conclusiones. Pero la matemática hace que el razonamiento lógico sea relativamente sencillo porque se apoya en símbolos. Por eso es muy importante complementar la formación matemática con la formación en filosofía, porque no sólo nos enseña a discurrir en forma lógica y sistemática sobre los grandes temas de la existencia humana, sino porque nos obliga a hacerlo en abstracto, sin el apoyo de los símbolos. Desde esas alturas podremos luego bajar con ventajas al terreno de lo concreto.

Y por último les recomiendo lo que es quizás menos esperable. Frecuentar la buena literatura. En realidad lo que les quiero decir es que un buen economista debería prevenirse de ver a los seres humanos – los actores de la vida económica, social, política y psicológica – como simples autómatas que responden de manera previsible a ciertos estímulos como el perro de Pavlov, despojándolos de toda humanidad. Que la economía es una ciencia que se ocupa de la cuestión humana y por lo tanto es necesario empatizar con las complejidades multifacéticas los seres humanos: sus aspiraciones y sus frustraciones, sus expectativas y sus angustias, sus grandezas y sus miserias. Y justamente de eso se trata la buena literatura. Porque la buena literatura nos permite ensanchar nuestro horizonte, enriquecer nuestra experiencia vital, viajando a lugares que nunca iremos, experimentando culturas que nunca conoceremos, encontrándonos con personajes que jamás en la vida habremos de frecuentar, y viviendo situaciones que jamás habremos de tener que confrontar.

Como dice el formidable Mario Vargas Llosa en su ensayo “La Verdad de las Mentiras”: “gracias a la buena literatura somos más y somos otros, sin dejar de ser los mismos. En ella nos disolvemos y nos multiplicamos, viviendo muchas más vidas de las que tenemos y de las que podríamos vivir si permaneciéramos confinados al ámbito de lo verídico. Las personas no viven sólo de verdades. Las mentiras, las que inventamos libremente a través de la ficción, enriquecen nuestra existencia, la completan”.

Y ya que tenemos el privilegio de estar en esta maravillosa casa de la cultura montevideana vuelo a citar a Vargas Llosa: “y en entre las ficciones el teatro es de todos los géneros que se proponen crear una ilusión de vida, el que está más cerca de la vida de verdad, sin las mediaciones que a los otros (la palabra, la imagen), no importa cuán admirables sean, los mantienen a raya, sin permitirles salvar esa frontera que los separa de la vida real, de la vida vivida. El teatro es vida y ficción, ficción que es vida”.

Mi problema empieza cuando los no economistas me preguntan: “Ernesto, como hago para dominar la terminología y los conceptos básicos de la economía, para poder leer los periódicos, entender las opiniones de los especialistas en los medios o en las redes, manejar mis finanzas personales con un mínimo de criterio. Ante esta pregunta siempre quedo balbuceando. Lo que confieso me deja una sensación de insatisfacción teniendo en cuenta que las noticias relativas a la economía han ganado enormes espacios en la información, resultan gravitantes en las decisiones que el ciudadano común toma todos los días y han pasado a resultar clave en la disputa política. Ahora tendré la respuesta a boca jarro: lean el libro de Laura, La Economía al Alcance de Todos. Y disfruten en el proceso.

Porque el libro de Laura se lee con amenidad y porque creo que Laura ha sido muy sensible hacia el lector no especializado por su concisión y claridad. Quizás por su incursión en los medios ha sido conciente de las condiciones un poco particulares en que se desarrolla la tarea del analista de asuntos económicos, cuyo público carece muchas veces de los conocimientos de base que permiten una comprensión cabal de los temas.

El libro que tenemos en nuestras manos se muestra amable y cortés con quienes no saben de economía, ese “todos” al que alude su título. Es “inclusivo”, por emplear una palabra que está de moda. No quiere dejar a nadie fuera. Está dirigido a quienes tienen una formación básica y un interés por conocer y entender. Explica, clarifica, ordena y para convencer al lector de que por allí pasa también su vida remite a diálogos ficticios (Laura nos dice que son verdaderos, pero yo no le creo, o si le creo, es la verdad de las mentiras) que pueden ocurrir en la casa de cada uno de nosotros para mostrar que la economía nunca deja de estar presente en nuestra cotidianeidad. Su empeño es esclarecer, explicar, con el método de un buen docente, el abecé, pero sin que esto suponga ningún demérito, porque explicar las cosas de manera simple no es lo mismo que simplificar. Lo primero es un arte, lo segundo una falsificación.

Esa claridad que echa sobre asuntos como el PBI, la inflación, el tipo de cambio, el papel del Estado, el comercio exterior y otros tantos ítems cubre una necesidad que se debe atender para dar ilustración al ciudadano que además de tomar cada día decisiones económicas – si paga contado o compra a crédito, si ahorra o gasta, si apuesta al peso o al dólar – tiene que discernir, en la confusión del debate político, los rumbos económicos que pueden suponer una mejora en su situación personal o en la del país.

Sólo un ejemplo para ilustrar como Laura nos explica afirmaciones abstrusas e ininteligibles. Cuando un mortal escucha: la calificadora de riesgos Moody’s alertó sobre el elevado déficit fiscal del Uruguay que alcanza un 4% del PBI, imagino que no puede ni debe tener la menor idea de lo que se está hablando. Más allá de la terminología técnica, no tiene métricas ni referencias. Aun si supiera lo que es el déficit fiscal de 4% del PBI, no tendría por qué saber, ni cómo saber, si eso es mucho o poco. Veamos.

1. Quizás déficit fiscal sí sepamos lo que es porque ha sido una constante de nuestra historia. Pero por las dudas, nos diría Laura, es la diferencia entre los ingresos del Estado y los gastos del Estado. O sea que un país tiene un déficit fiscal cuando el Estado gasta más que lo que le ingresa por concepto de impuestos y otros recursos.

2. PBI, es el producto bruto interno, lo que nos deja tan en la oscuridad como antes. Laura nos diría que el Producto Bruto Interno es el valor de lo que un país produce en el correr de un año. O mejor aún el ingreso total que reciben las familias por todo concepto, salarios, intereses, comisiones, ganancias. O sea que el famoso PBI es nada menos que la otra cara de la moneda de los ingresos que generaran los ciudadanos en el lapso de un año. Y entonces las cosas se empiezan a esclarecer.

3. Como lo que recauda el Estado es aproximadamente 30% de los ingresos que generan los habitantes del país, entonces un déficit fiscal del 4% del PBI, es equivalente a un 12% de los ingresos del Estado, lo que en buen romance quiere decir que por cada 100 pesos que el estado recibe de ingresos está gastando 112. Y así somos trasladados de un concepto oscuro a una dimensión que es conocida.

4. ¿Y lo de las calificadoras de riesgo? Laura lo explica así: “Del mismo modo que para adquirir una propiedad el comprador mira la calidad de la construcción, su posible valor de reventa o su ubicación, los inversores financieros miran la tasa de interés que ofrece el Estado que toma prestado y cuál es la capacidad de pago que tiene ese Estado y cuanta certeza hay de que al vencimiento del plazo va a recuperar su dinero. Para facilitar esta tarea de evaluación surgen las calificadoras de riesgo que asignan una calificación según el riesgo de no recuperar la totalidad de la inversión. La calificación del Grado Inversor implica que el riesgo es bajo, la calificación de grado especulativo implica que el riesgo de no recuperar toda la inversión es alto. Y por eso este tema es de crucial importancia, porque si el Estado pierde su Grado Inversor eso es una señal para los que le prestan al país, que prestarnos es riesgoso. Y si de golpe nos dejan de prestar, el gobierno se vería obligado a hacer ajustes draconianos: bajando el gasto público y subiendo impuestos para equilibrar el presupuesto. O se vería obligado a recurrir los organismos internacionales para que le presten lo que otros no le quieren prestar y se pueda equilibrar el presupuesto de una manera menos draconiana y más gradual.

Anteriormente califiqué el libro de Laura como cortés. La cortesía del escritor es la claridad con la que escribe. Y esa claridad con la cual Laura ha escrito su libro es también una forma de decirnos que con inteligencia todo se ilumina. Incluso la economía.


Las palabras de la propia autora, Laura Raffo:

Este es un día de muchísima emoción para mí. Creo que la felicidad se me nota en la cara. Es tan lindo poder hacer lo que te gusta y verlo, que sea tangible. Poder tocar el libro, sentirlo propio. Escuchar palabras tan lindas de gente que admiro.

Tengo mucho que agradecerle a la vida y como es un momento de emoción quiero aprovechar para hacerlo ahora. Agradezco por tener a mis dos hijos, Fran y Nacho, mellizos de nueve años, que todos los días me dan una razón para levantarme con alegría. Este fin de semana fuimos al cine del shopping, vieron mi libro en las librerías y estaban tan orgullosos... Mis padres Marta y Juan Carlos, que me criaron con la máxima de que podía lograr lo que me propusiera. Mis hermanos Vero y Juanca, que me apoyan en lo que sea y cómo realmente hay que apoyar: criticando cuando toca, aplaudiendo cuando se merece y abrazando cuando se necesita. Mis hermanos de la vida, mis amigos adorados, que están en primera fila acompañándome. Y ni que hablar de los que me bancaron en la oficina todo este último año cada vez que me trancaba con un capítulo o me venía la excitación porque estaba terminando el libro. Los enloquecí.

POR QUÉ UN LIBRO Y POR QUÉ AHORA

Yo siento que este libro me estaba esperando.

Explicar la economía es algo que me encanta, lo hice por primera vez con 21 años dando clases prácticas de Economía I en Facultad de Ciencias Económicas. Me acuerdo de que me transpiraban las manos, no las podía apoyar en el pizarrón porque quedaba mojado. Me acuerdo de que con mi amiga del alma Tuti Furtado, que estudiaba conmigo y empezó a dar clases al mismo tiempo que yo, estábamos aterradas de que nos preguntaran algo que no sabíamos y teníamos una serie de trucos para librarnos de eso... Al final nunca nos pasó...
De Economía I pase a Estadística en la Escuela de Administración y a Economía y Sociedad Uruguaya en la ORT.

Mientras tanto empecé a trabajar en el diario El Observador. Iba a la Bolsa de Valores de Montevideo todos los días con una libretita entre manos para apuntar la cotización de los bonos.... Y no imaginen nada de glamour. En esa época había un gran pizarrón y un señor con una escalera muy alta que se iba subiendo a anotar con tiza las cotizaciones. Todos corredores de bolsa hombres excepto la esposa de uno de ellos que también era corredora y yo....

De ahí pase a Economía, cubrí Mercosur, me llamó Néber Araujo para hacer radio, fui editora de Café y Negocios... Entre las cosas que cubría eran las conferencias de Ernesto Talvi, me encantaba ver cómo no volaba una mosca y cómo se le entendía todo (lo entrevisté, trabaje para él en Ceres...). ¡Fue una época de mucho disfrute!

La vocación por explicar la economía se me fue mezclando con otras cosas. Ganas de aprender a gerenciar empresas, a manejar modelos de negocio, a hacer un poco de vida corporativa. Así que me hice mi MBA en el IEEM (varios de mis compañeros de clase están acá hoy) y logré trabajar en varias multinacionales y me dije: "Chau economía para todos, hola vida yuppie".

Pero las pasiones no se sueltan tan fácil y me volví a tentar. Allá por el 2002 me llamó un gran amigo, Iván Ibarra, que quería hacer un programa periodístico diferente de todo, que rompiera esquemas, que investigara en serio.... Fue la época de Zona Urbana, un mojón de la televisión nacional.

Y ahí fui yo con 29 años a hacer mi primera prueba de tele. Me acuerdo del primer programa, la gente decía: "Esa rubia tonta que muestre el título de economista". Zona Urbana marco un hito, lo disfrute casi dos años, y la gente empezó tímidamente a reconocerme y cada tanto a preguntarme algo de economía. Y ahí se me cruzó otro de mis amores: Microsoft. Dejé todo para embarcarme en esa aventura techie, subirme a aviones y aprender mucho.

Me olvidé de explicar economía por unos cuatro o cinco años. Tuve a mis mellis y quise echar más raíces en Uruguay. Y ahí empecé mi historia con Canal 12 que Alexandra conoce tan bien. Telemundo me dio una posición súper privilegiada: la oportunidad de llegar todas las semanas a la casa de la gente con un tema económico que nos estuviera preocupando.

Pero además el desafío empezó a ser doble, porque tenía a Alfonso Lessa o al "Vasco" Etchegorry diciéndome: "Laura tenes solo dos minutos". Y andá a explicar el déficit fiscal en dos minutos. Lo bueno es que para explicar cualquier cosa en dos minutos la tenés que saber muy, muy a fondo. Fue como volver a estudiar y empezar a acumular información de precios, zonas francas, exportaciones, gasto público... Carpetas y carpetas de archivos que fui pasando de computadora a computadora.

Telemundo me acercó a la gente y ese acercamiento empezó a traer preguntas y más preguntas: ¿a cuánto va a estar el dólar? ¿Saben cuántas veces hablé del dólar en Telemundo? ¡36 veces en los últimos dos años! Lo conté para esta presentación.

¿Hay crisis o no hay crisis?

¿Explota Argentina?

¿Me conviene ahorrar en pesos?

Por eso siento que este libro me estaba esperando.

Un día me llamó Mariana Zabala, mi editora de Penguin Random House, y me propuso hacer un libro sobre economía. Fue como la frutilla de la torta.

Yo soy una convencida de que a la gente le importa muchísimo la economía. Todos tenemos claro cómo nos está yendo a nosotros, a nuestros amigos, a la empresa en la que trabajamos. Leemos las noticias y tenemos un termómetro de cómo viene la cosa. Pero la gente quiere saber más, quiere poder tomar mejores decisiones, prepararse para el futuro. Entender por qué un déficit fiscal alto hoy puede significar mayor inflación y puede terminar afectando mi poder de compra.

Y a eso apunta este libro. A democratizar el conocimiento económico. Sin vueltas, sin hablar de teorías ni de autores. Ni tampoco en lenguaje técnico. Mis colegas economistas, muchos de los cuales están aquí y me han dedicado horas de su tiempo para compartir conocimiento y estadísticas, a veces me toman el pelo y me dicen: "A ver cómo te las arreglas para decirlo en dos minutos con cero ficha". En el libro traté de hacerlo así, ágil y entretenido; no por eso poco profundo. Son 22 capítulos donde van a encontrar desde por qué se cobran impuestos hasta cómo se pagan las tarjetas de crédito o cuándo suben los precios. Con mucho subtítulo, algunas gráficas y algunas anéctodas.

Porque estoy convencida de que la Economía tiene que estar así, al alcance de todos.


El cierre de Alexandra Morgan sobre las fotocopias:

Este tema está rondando la opinión pública y aunque tiene muchos puntos de análisis voy a elegir uno: el medioambientalista pero desde el llano. ¿Qué diferencia tienen estos dos productos (suma de hojas y libro)? Ambos contienen lo mismo: el contenido de “La economía al alcance de todos” escrito por Laura Raffo.

Las diferencias físicas parecen evidentes, el libro objeto perdurará, circulará y encontrará su lugar en una biblioteca, el otro, el montón de hojas es un desperdicio garantido. ¿Lo pongo en una carpeta? ¿En una bolsa de nylon? ¿lo regalo? ¿lo presto? ¿lo tiro?

Hay otra diferencia interesante, este manojo de hojas tiene costos incluidos: el papel, la tinta/impresión, el trabajo editorial y el conocimiento de Laura, sin embargo si circula en estas condiciones nadie de esta cadena recuperará un peso. Quizás quién realizó las fotocopias si, el resto de la cadena verá su trabajo ninguneado.

Es mas barato en el cortísimo plazo y aún así tengo alguna discrepancia, si la idea es facilitar el acceso a los libros pues busquemos apoyos económicos para que los centros estudiantiles puedan adquirir los libros, fomentemos el uso de las bibliotecas debidamente equipadas, con wi-fi, terminales de computadora y calefacción. Todo lo que facilite el regreso de los estudiantes a las bibliotecas que son ámbitos que propician la adquisición el conocimiento.  Pero no, hay una lectura errada y de difícil análisis que dice y legisla: despojemos al autor de sus derechos y paupericemos el soporte y con eso el tema parece resuelto. ¿Resuelto?

Este no es el ámbito exacto para esta discusión salvo por el hecho que tenemos un libro y una autora a quién podemos despojarla de los ingresos debidamente obtenidos por un trabajo, simplemente tomando este ejemplar y haciendo fotocopias, es mas, ya tengo aquí un réplica para vender a menor precio. ¿Tiene algún sentido?


La presentación completa:


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