Sandra vive en Quebracho, tiene 47 años y 16 hijos

Hace 24 años que Americando recorre Uruguay en busca de historias. Esta vez, una historia emocionante en Paysandú.

Una mujer de Quebracho en Paysandú que vive en una casita de Mevir tiene 16 hijos. Sandra Araújo nació en Artigas y a los 15 años se casó y se fue a vivir a Quebracho. El primer hijo lo tuvo a los 17 años en 1985, luego en 1987 tuvo una nena, en 1988 otro varón, 1990 otra nena, 1991 otro varón y 1992 otro varón "era uno y uno, uno y uno", cuenta Sandra.

Así recuerda Sandra su infancia: "Yo no me sentía chica, yo siempre me creí grande. Yo me crié con mi abuela y mis tías porque no me crió mi madre. Como eran todos grandes yo hacía todo cosas de grande. Yo tenía 9 años y sabía hacer una torta al horno, sabía hacer un tuco que hoy mis gurisas no saben porque se ocupan de otras cosas. Yo hacía pan casero con 9 ó 10 años.

Y los tíos que trabajaban en campaña me criaron como si fuera una hija más de ellos, me dieron todo el cariño que no recibí en otros lados. Yo les lavaba las bombachas de campo y ellos me abrieron una cuenta en el almacén, me compraba desodorante, ropa, jabón. Ellos me enseñaban que para ganarse las cosas no tenía que hacer algo. Cuando me casé yo le tejía la ropa a mi hijo, sé coser, bordar, todo".

Los 16 hijos de Sandra son sanitos, asegura que eligió los nombres de novelas, jugadores de fútbol o de la opinión de los hermanos más grandes. "Yo hasta antes de tener la última nena que tiene dos años, yo saqué la cuenta y estuve 4.156 días embarazada, la mitad de mi vida. Y si viene otro lo tengo, a mi me encantan los gurises, hoy por hoy el que no estudia es porque no quiere, yo tengo casos, porque cursos hay por todos lados y acá Quebracho es chico pero está el centro Mec que tiene varios cursos, hay liceos, escuelas. Lo que pasa que los gurises de a rato no saben lo que quieren, empiezan algo y lo dejan".

Sandra cuenta además cómo hace con la crianza de todos: "De mañana me levanto a las 07:00 y los visto para ir a la escuela, los que van al liceo se levantan solos, se visten, se hacen la leche. De tarde van a la placita o van a hacer algún trabajo en equipo. Pero llega la tardecita y saben que todos tienen que estar acá, ellos ya saben. Si viene algún amigo a conversar están hasta las ocho y media o entran a casa".

Imperdible esta historia de vida de Americando.


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