Nacionalidad, color de piel, orientación sexual, nivel socioeconómico. Vencer la discriminación es un paso fundamental para crecer como sociedad, una lucha por la armonía y el respeto mutuos.
Puede ser un gesto, una palabra hiriente, un "no" en un lugar público; puede ser un comentario condescendiente, puede ser violencia, puede ser distancia: la discriminación. Es el cambio fundamental de la sociedad; es la lucha cotidiana por convivir en armonía y respeto al otro, al distinto, al
diferente.
Para hablar sobre este tema, Cámara Testigo habló con Diego Sempol, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, quien explicó que la discriminación funciona mediante una variable de una persona -el aspecto físico, la orientación sexual- que se generaliza como base para asociar a todo un grupo de personas y presumir sobre ellas una cantidad de características que son distintas. Y eso diferente provoca la violencia, la discriminación.
También se recogieron los testimonios de Carlos Valderrama, dueño de la pensión "Casa del inmigrante", que ha trabajado con diversas colectividades que se acercan al Uruguay; y también el de Alberto Canales, un inmigrante que trabaja en esa pensión y sufrió discriminación en su juventud, por culpa de lo que consideró como una falta de práctica del uruguayo en ver a extranjeros con rasgos indígenas.
Otro grupo que sufre una discriminación importante es el de los transexuales, y por eso también se conversó con la chica trans Josefina González. "Somos una sociedad seudoconservadora", dijo, "hemos logrado mucho legalmente, falta instalar el debate, bajarlo a tierra y eso implicaría un cambio cultural, que no tiene otra vía que la de la educación".
Sempol criticó en particular el tema de los chistes que atacan a una minoría, ya sean los gallegos, los homosexuales o los afroamericanos: "No hay nada más corrosivo que que alguien se ría de vos", dijo.
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