“A veces en Uruguay se nos ve un poco malintencionados”, reflexionó Flavio Perchman.
Las negociaciones que mantienen Nacional y Daniel Fonseca por Rodrigo Amaral, volvieron a encender las luces de alarmas en los clubes del fútbol uruguayo. Son varios los clubes que están preocupados por la llegada que tiene los representantes sobre los jugadores, y la influencia que pueden tener sobre estos a la hora de dejar una institución.
¿Por qué los representantes son actores tan importantes en nuestro fútbol? ¿Dónde están los límites a la hora de negociar por los derechos de un jugador juvenil?
Hablamos con Flavio Perchman, representante de jugadores de fútbol y dirigente de básquetbol.
Esto es una profesión, aceptada en todo el mundo. A veces en Uruguay se nos ve un poco como malintencionados. Creo que ninguna profesión es buena o mala, la hacemos buena o mala.
Hay aspectos humanos, profesionales, de negocios. Los que estamos de este lado queremos tener una retribución y vivimos de eso. Los que hemos logrado una trayectoria generalmente vivimos de eso. Pero está dado por la calidad del futbolista, por la cantidad de mercados que se han abierto y porque el fútbol sigue siendo el show más importante del mundo. Estamos en una situación ventajosa. Quienes tienen de opinar sobre cómo trabajamos son los dirigentes o los propios jugadores.
Lo más complicado es siempre el comienzo. Yo empecé hace unos 18 años como representante. Generás vínculos, en algunos casos hasta comerciales, conozco a muchas de sus familias.
A veces los clubes y los dirigentes tienen herramientas para hacerse valer, pero a veces carecen de esas herramientas. Cada representante tiene su camino.
No puedo ejercer lo que hoy hago siendo presidente de Nacional. Me estoy preparando. Cuando vos aceptás ciertos cargos y posiciones, tenés que estar por fuera de las redes sociales y de ciertos comentarios. Lo voy a hacer cuando lo único que me importe sea dirigir el club. Es una aspiración sí, en un plazo que no sea mucho, pero sé que no en las próximas.