Debatimos sobre la abuela uruguaya que fue presa en Estados Unidos

Marta Corvi fue presa y deportada por Estados Unidos. En 2012, bajo su cuidado, se ahogaron dos niñas de cinco años -una de ellas su nieta-. Marta estuvo en Esta Boca es Mía y contó su versión de lo ocurrido.

Extracto de una nota del diario El País, en el que explica qué sucedió el día de la tragedia:

El 9 de junio de 2012, un día de primavera, los Juárez aceptaron que la nieta de Corvi, Mia, viniera a pasar unos días y a dormir a la casa. Como el día siguiente se presentó lluvioso, Corvi les dijo a las niñas que no fueran a la piscina y que se quedaran a jugar dentro de casa.

Al mediodía, los dueños de casa y uno de sus hijos salieron a hacer compras, mientras la cuidadora se quedaba a cargo de las niñas y del hijo mayor del matrimonio, que tenía entonces 13 años.

La abuela de Mia se quedó limpiando los pisos de madera de la planta principal mientras las niñas jugaban en el cuarto de Sophia, en la planta alta. El otro hijo estaba en su habitación, mirando televisión con los auriculares puestos.

En el juicio quedó establecido que Marta Corvi avisó al hijo mayor que bajaría al sótano a buscar una medicina y que volvería enseguida. Luego de tomar su medicina, Corvi hizo una llamada personal por teléfono, alrededor de las 12:55. Esta llamada fue uno de los elementos en que se fundó la acusación para incriminarla. La llamada duró casi 45 minutos.

Cuando los Juárez regresaron, preguntaron por Sophia y la cuidadora les dijo que las niñas estaban arriba, jugando. Sin embargo, cuando la familia fue a mirar, las niñas no estaban en ningún lugar de la casa. Las encontraron flotando en la piscina. No respiraban, sus cuerpos estaban fríos y tenían la piel azulada. Pese a los esfuerzos, no pudieron revivirlas.

La acusación señaló que la cuidadora "causó (a los niños) un cruel y excesivo daño físico" por no vigilarlos adecuadamente, mostrando negligencia criminal.

La Corte Suprema de Georgia, sin embargo, entendió que este "no es un caso donde una cuidadora dejara a los niños sin vigilancia en una piscina", o los expusiera a una situación de peligro.

"La apelante nunca dejó a las niñas solas en la casa y confirmó que ambas estaban en el cuarto de Sophia cuando procedió a hablar por teléfono (...) Les dijo que no podían ir a nadar y no se ha demostrado que las pequeñas fueran propensas a desobedecer las órdenes. Tampoco se presentó evidencia de que la apelante hubiera fallado en supervisar, en otras ocasiones, a los niños a su cuidado".

El fallo unánime de la Corte Suprema de Georgia sostiene que "los hechos no demuestran que la conducta de la apelante constituyera negligencia criminal que sostenga los cargos de crueldad hacia la infancia y conducta imprudente".


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