Unidad Popular y el Partido de los Trabajadores llegan a las elecciones nacionales desde la izquierda extrema, y rechazan con vehemencia tanto al Frente Amplio como a los partidos tradicionales.
En el último programa antes de las elecciones nacionales, Código País realizó un informe sobre los partidos más radicales de la política nacional: Unidad Popular y el Partido de los Trabajadores. Sus candidatos, Gonzalo Abella y Rafael Fernández, contaron la historia de cómo desarrollaron su inclinación política.
Abella es un maestro de familia nacionalista y con un amor profundo por el campo, pero desde joven tuvo ideales de izquierda radical que lo llevaron al exilio y al pasaje por Cuba y Nicaragua, en donde llegó a luchar contra la dictadura. A su regreso en 1985, Abella se vio desencantado con la dirigencia del Frente Amplio y dejó de reconocerse como un militante de la coalición de izquierda, hasta que nació el sector primero llamado Asamblea Popular y luego desarrollado en Unidad Popular. "Les voy a poder decir a mis nietos: los vi menos, pero hice todo lo que creía correcto por ustedes", comentó Abella. Propone por ejemplo una reforma agraria y abolir el senado.
Fernández es un sindicalista del área bancaria -hace un 31 años que trabaja en el Banco de Seguros-, y el sector que lidera no había podido lanzarse en 2009 por no alcanzar los votos necesarios. Afirmó que quiso trabajar como docente, pero que la militancia lo absorbió. Hoy dice que no cree que el Frente Amplio imponga cambios más profundos, sino que continuarán por el mismo camino. Su partido tiene una agenda de defensa del trabajador, con una propuesta de un salario mínimo de $28.000, la eliminación del impuesto al salario y "pararle la mano" a la suba de la edad de retiro.
Ninguno de los dos candidatos eligirá en el balotaje votar por los favoritos Tabaré Vázquez y Lacalle Pou: Abella votará en blanco, y Fernández lo anulará.
