El pedido de Dora

Muchas veces, cuando alguien se muda a un nuevo hogar, se hace cargo de una especie de herencia sobrenatural. Como si adquiriera junto con el inmueble los fantasmas que lo habitan y no tuviera más remedio que vivir con ellos. Son muchas las personas que descubren que la casa ya estaba habitada, pero no con […]

Muchas veces, cuando alguien se muda a un nuevo hogar, se hace cargo de una especie de herencia sobrenatural. Como si adquiriera junto con el inmueble los fantasmas que lo habitan y no tuviera más remedio que vivir con ellos. Son muchas las personas que descubren que la casa ya estaba habitada, pero no con seres humanos sino con presencias del más allá.

En junio de 2014 una mujer uruguaya llamada Gabriela Capurro se mudó a una casa del barrio Punta Carretas, en la ciudad de Montevideo. Al mudarse, ella y sus hijos fueron recibidos por una entidad sobrenatural que les dio una terrorífica bienvenida y a su vez les hizo un extraño pedido.

Cuando Gabriela entró a la casa sintió una sensación extraña. "Me mudé un 11 de junio y sentí algo raro, diferente, especial, no sé qué, algo que no había sentido el primer día. Yo tengo un perrito caniche toy, que le vino como un ataque. Corría y ladraba alrededor de algo", contó la propia Gabriela a Voces Anónimas.

El perro comenzó a ladrarle a punto fijo, en el aire. Corría y ladraba pero nadie sabía a quién. Pero un tiempo después el animal se calmó. Finalmente se instalaron en la casa, pero la primera noche comenzaron a sentir sonidos raros, como puertas que se abrían y pasos. Al otro día, cuando están desayunando, los hijos comentan que también habían escuchado los ruidos. A la siguiente noche, los ruidos eran más claros. Y la charla de la mañana siguiente fue distinta, porque concluyeron que ninguno había provocado los sonidos.

Al otro día, fue a buscar a su hija al colegio. Cuando ingresaron a la casa, su hija le dijo: "¿Viste mamá que cuando entramos, entró una señora con nosotros? Una señora blanca, que estaba descalza". Al escuchar el relato de su hija, se acordó de el comportamiento del perrito el primer día que entraron a la casa. Así fue que decidió ir a hablar con los vecinos para preguntar quién había vivido en esa residencia. "Me contaron que era una persona que no estaba muy bien, que había sufrido muchísimo, que de alguna manera había sido abandonada por su familia, porque estaba muy sola y nadie la venía a ver. La parte económica la tenía solventada, pero que nadie la venía a ver. Ahí conocí que se llamaba Dora", relató Gabriela. En esa oportunidad también se enteró que la anciana había fallecido dentro de la casa.

Enseguida Gabriela comenzó a sentir la presencia cada vez más clara. Y a partir del quinto día, Dora comenzó a despertarla todas las madrugadas entre las 3:00 y las 3:10. "Yo soy católica así que empecé con el padre nuestro, seguí, seguí. No se tranquilizaba, empezó a ponerse como más enojada", contó la nueva habitante de la casa.

"Fui a la mitad del corredor y le dije, 'por favor, no sé más que rezarte. Te pido por favor que te tranquilices, tengo miedo', y ahí medio que me puse a llorar. No sé si sintió que realmente estaba llorando con angustia", contó. La mujer comenzó a rezar, a rogarle que no se metiera con sus hijos, que la dejara vivir en paz. Pero las suplicas no sirvieron. Una noche, su hija sintió que le tiraban de los dedos de los pies, como si estuvieran contándoselos. Cuando la niña abrió los ojos, ve que la anciana está jugando con sus dedos. La niña, muy asustada, acude al cuarto de su madre a contarle.

Ese fue el punto final para la paciencia de Gabriela. A partir de ese momento decidió buscar ayuda y fue así como dio con la conocida medium uruguaya Cristina Blumenfeld. Cristina no solo es la directora del Instituto Científico de Parapsicología, sino que además descubrió cuando era muy pequeña que nació dotada de facultades paranormales y percepciones extrasensoriales que le permitían ver entidades que la mayoría de la gente no ve. Cristina desarrolló este don para ayudar a la gente y al día de hoy cuenta con una gran cantidad de casos desarrollados. Gabriela Capurro supo, por lo que le contaron, que la medium Cristina Blumenfeld era una persona confiable. Y además era la única que podía ayudarla a solucionar su problema.

Gabriela llamó a Cristina a las dos de la mañana y le rogó por ayuda. Cristina quedó en visitarla al otro día, ya que Gabriela había decidido no ingresar más a su hogar hasta que Cristina pudiera erradicar al espíritu.

Cristina llegó junto con su equipo de trabajo. Lo primero que tratan de establecer es si la presencia que los habitantes sienten puede explicarse en lo físico, ya sea por campos magnéticos, por una central de UTE o otros aspectos. Una vez descartado esto, comenzó a cantar en arameo para invocarlos. Logran también determinar que el lugar más cargado era donde estaba colocada la cama de su hija. La medium le pidió a Gabriela que llamara a Dora, que temblando la invitó a ir al living. Cristina le pidió a Dora que le contara por qué estaba allí y que era lo que quería.

Gabriela caminó desde el cuarto de su hija hasta el living y se sentó en el sillón, aún sin poder parar de temblar. Sabía con certeza que Dora se sentaría al lado de ella. Y así fue. Pero en ese momento, Dora le dijo a Cristina que su intención no era hacerle mal a Gabriela, que ella lo que quería era que la ayudara. Lo que Dora quería, era que la Gabriela le hiciera un favor. Dora estaba buscando una cajita, que estaba dentro de una cómoda. Dentro de esa caja habían joyas que servían para hacer un ritual judío que no le hicieron cuando falleció. Pero el problema era que cuando Gabriela compró la casa estaba vacía y por tanto eso lo había retirado alguien antes.

Cristina se encontró ante una situación muy difícil de resolver, ya que Dora no explicaba demasiado y no sabía ni qué ritual era, ni cuáles eran las joyas. Así que decide invocar a otros espíritus rabinos del entorno de Dora para que la vengan a buscar. Así nuevamente comienza a cantar en arameo y a los veinte minutos aparecen en la ventana. Gabriela no podía verlos, pero le aseguraban que estaban ahí. El equipo de Cristina tenía una cámara donde registraba todos los eventos, y cuando miró a través del visor Gabriela pudo ver con total nitidez que allí estaban. En un determinado momento, el espíritu de Dora comenzó a moverse hacia donde estaban los rabinos y juntos, los tres, se fueron.

A partir de aquella noche, la vida de Gabriela Capurro dio un giro de 180º porque los fenómenos sobrenaturales y las manifestaciones siniestras terminaron. Por primera vez, la casa se convirtió en un hogar y luego de tantas tensiones ella y sus hijos tuvieron algo de paz. Con el tiempo, Gabriela Capurro se dio cuenta de que había hecho algo bueno porque el espíritu de la anciana lejos de querer asustarlos, solo buscaba ayuda. Tanto Gabriela como la medium ayudaron a Dora a elevarse a otro plano en el que seguramente va a estar acompañada.

 


Las Más Vistas