La fiesta macabra

Lo más aterrador de esta historia es que no está vinculado a lo sobrenatural y que le puede suceder a cualquiera.

Muchas personas de diferentes partes del planeta tienen la costumbre de salir a bailar. Es así que concurren a bares nocturnos, discotecas y fiestas de todo tipo para divertirse y conocer gente. Pero no siempre tienen en cuenta que cuando se interactúa con desconocidos las cosas pueden salir bien, aunque también pueden salir muy mal.

Suena paradójico el hecho de identificar estos lugares de esparcimiento, a los que la gente llega con su mejor energía, con el lado más oscuro de la mente humana. Pero lo cierto es que en muchas discotecas periódicamente se escriben historias siniestras, perturbadoras. Muchas veces las personas que no tienen nada que ver, esa que asiste con sus amigos para divertirse, termina involucrada en un caso que marcará su vida para siempre.

Compartiremos una conocida leyenda urbana de Norteamérica que habla sobre el tema. La misma ocurrió hace algunos años en Estados Unidos. Lo aterrador del caso es que lo ocurrido sigue sucediendo, lo que nos lleva a pensar que cualquiera de nosotros en cualquier discoteca puede ocupar el lugar del protagonista y verse envuelto en una fiesta macabra.

La historia tiene como protagonista a un muchacho joven que le gustaba frecuentar la noche. Un día decidió salir con su grupo de amigos a una de las principales discotecas. Apenas entran al lugar quedan impactados; había muchas luces, mucho humo y estaba repleto. Recorrieron el boliche para encontrar un lugar donde asentarse, y encontraron una barra que era la más llamativa y tenía espacio para ellos, lo cual les llamó la atención. Se pidieron un trago para cada uno y comenzó la noche.

En un momento, pasó algo que captó la atención de todos los que estaban en el lugar. Llegó una mujer muy hermosa, a la que era inevitable dejar de mirar, y que bailaba de una manera muy llamativa y provocadora. El protagonista no podía dejar de mirarla, pero se dio cuenta que ella tampoco lo dejaba de mirar a él. Sin embargo, por ser muy tímido, se quedó en su lugar. La que se acercó a hablarle fue la hermosa joven y lo invitó a tomar un trago. Trago va, trago viene, ella se lo llevó a bailar a la mitad de la pista, donde quedaba separado de sus amigos. Más tarde, ella le propone irse a una fiesta más íntima, una fiesta solo para los dos. Por supuesto, el joven no lo pensó dos veces, pagó la cuenta y salió con ella tomado de la mano.

Cuando llegaron al siguiente boliche, el lugar era muy distinto al anterior. Era mucho más oscuro y la gente que estaba allí también lo era. Pero para él lo principal era seguir la fiesta y la diversión con la bella joven. Fueron hasta la barra principal, donde la chica tenía un conocido, y pide un trago. Se lo da a él y se lo toma. A los cinco o diez minutos el trago comienza a hacer efecto; empieza a perder el enfoque, a perder la visión. Había algo que no andaba bien. Finalmente, pierde el conocimiento por completo y se despierta en un lugar en donde no había estado nunca y no había esperado estar: estaba dentro de una bañera, cubierto de hielo. En su pecho tenía un mensaje escrito con el labial de la joven, decía: "llamá al 911 o morirás".

El joven inmediatamente llama al 911 y le cuenta a quien lo atiende lo que estaba sucediendo y cómo había llegado. Él pensaba que tal vez le habrían robado, pero la persona que estaba en el teléfono sabía de qué podría llegar a tratarse. Así que le pidió que se examinara el cuerpo. El hombre no notó nada al principio, pero al girar y mirarse al espejo descubrió dos grandes heridas en la espalda. El chico casi entra en desesperación, pero la mujer que estaba en el teléfono le pidió que mantuviera la calma y que ingresara nuevamente a la bañera con hielo. También le pidió su ubicación, pero el joven no sabía donde estaba. Asumió que probablemente estaría en la habitación de un motel, así que la operadora del 911 le pidió que buscara en alguna cajilla de fósforos o sobre la dirección. Finalmente la encontró, le pasó la dirección a la mujer, quien le volvió a reiterar que ingresara en la bañera. También le explicó lo que sucedió: la noche anterior le había robado los dos riñones.

Cuentan que el joven salvó su vida de milagro al llamar al 911 y que aún sigue conectado a una máquina de diálisis mientras espera que algún donante le facilite al menos un riñón. Lo que perturba de esta historia, es que son muchas las personas que han sido secuestradas con el fin de robarles sus órganos.


Las Más Vistas