La mansión Winchester

Quizá lo más interesante no sea la casa en sí, sino la historia que se teje alrededor de la viuda Sarah Winchester.

La mansión Winchester día a día abre sus puertas para que muchos al ingresar a ella descubran un mundo mágico, misterioso y por momentos enloquecedor. Esta conocida construcción norteamericana desafía cualquier tipo de norma arquitectónica y a su vez parece burlarse con saña de la lógica, el tiempo y el escepticismo.

Sus 160 habitaciones, sus diez mil ventanas, algunas de sus puertas que no conducen a ningún lado y algunas escaleras que conducen directamente a un cielo raso, hacen que se parezca más a un gigantesco laberinto que a una vieja residencia. Es que detrás de la mansión Winchester se esconde una historia de vida sumamente interesante: la de la mujer que la construyó, Sarah Winchester.

Su vida desgraciada y la persecución de algunas almas que la atormentaban la llevaron a mudarse a una pequeña y tranquila ciudad del estado de California para construir la mansión Winchester. La casa cuenta con 24 mil metros cuadrados, diez mil ventanas, un número de corredores que nunca se pudo determinar, 47 chimeneas, escaleras que llevaban a lugares inciertos, tres ascensores, dos sótanos, seis cocinas, todo producto de treinta años de obsesiva construcción.

Quienes visitan la casa, no le encuentran sentido. Pero todo tuvo significado para Sarah Winchester, antigua propietaria de la casa. Cada detalle en la mansión tuvo un porqué para ella. Quizá lo más interesante no sea la casa en sí, sino la historia que se teje alrededor de la viuda. La mujer había nacido en una cuna de clase media alta, pero encontró fortuna casándose con el hijo del criador de los rifles Winchester, una familia burguesa y muy poderosa. Sarah le dio a su esposo una hija, pero pronto la tragedia iba a llegar a su vida. Primero murió Annie, la niña que tenía seis años, por una enfermedad extraña. Algunos años después, aún siendo joven, su esposo murió de tuberculosis.

Tras la muerte de su hija, en 1866, y la muerte de su esposo, en 1881,m Sarah empezó a sentir que en su casa habitaban seres extraños, empezó a sentir como la perseguían y la atormentaban. Tal fue su sufrimiento, que decidió buscar un medium para que la ayudara a  superarlo. El psiquico le confirmó que efectivamente su casa estaba poseída por seres extraños. El hombre le dijo que todas las personas que murieron por un disparo de los rifles Winchester le habían echado una maldición y que esa era la causa de todos sus males.

El psiquico le dijo que si no quería tener la misma suerte de su marido y su hija, tendría que hacer todo lo que el le dijera. Ella siguió al paso las instrucciones. El hombre le dijo que debía mudarse al oeste y además empezara a hacer su casa, pero que nunca terminara de construirla. Así lo hizo Sarah por los siguientes treinta años. En 1884 se mudó a San José y comenzó a construir la casa.

Ella tenía una sala de espiritismo en el centro de la casa, donde ella era la única que sabía llegar y la única que tenía la única llave de la única puerta. Se dice que allí ella se comunicaba con los espíritus buenos que la ayudaban con los planos de construcción de la casa para confundir a los espíritus malos que la estaban persiguiendo.

"Hay muchas cosas extrañas, como escaleras que terminan en el techo, puertas que al abrirlas te encuentras con una pared o ventanas en el piso. Es una casa muy interesante y bizarra", explicó Lindsey Huffman, encargada de la mansión.

Hoy esta casa es utilizada como espacio turístico, centro de atracción para la gente que quiere conocer y hacer recorridos por la gran mansión. Los guías turísticos piden a los visitantes que nunca abandonen el grupo con el que están haciendo la visita, porque es posible que se pierdan y, peor aún, que nunca los encuentren.

 


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