Joaquim Levy es el nuevo ministro de Hacienda de Brasil

En su primera aparición pública dijo que la prioridad del próximo gobierno será el ahorro, la deuda y el crecimiento.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, confirmó el nombramiento de su ministro de Hacienda, el ortodoxo Joaquim Levy. Nacido en Río de Janeiro y formado en la liberal Escuela de Chicago, era hasta ahora director superintendente de Bradesco Asset Management, brazo de gestión de recursos del segundo mayor banco privado de Brasil, y tiene en su currículum una larga experiencia tanto en la administración pública como en el sector privado y en organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Tiene fama de ser brutalmente franco, obstinado, obsesivo, y adicto al trabajo. Luego de un pasaje por Estados Unidos en los ’90, Levy regresó en 2000 a Brasil para sumarse al equipo económico del expresidente Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB).

El nuevo ministro de Hacienda de Brasil aseguró que para el 2015 el objetivo inmediato es alcanzar el superávit primario y el descenso de la deuda pública, y aventuró ciertas metas: el superávit debe alcanzar el 2% del PBI a lo largo del tiempo.

El año próximo, dada la débil situación económica, esta cifra solo alcanzará el 1,5% y en los años subsiguientes ya será del 2% prometido.

El nombramiento de Levy suscitó todo tipo de críticas desde dentro del Partido de los Trabajadores de Rousseff y desde el gobierno saliente han denunciado que Levy representa buena parte de lo contrario a lo prometido en la campaña electoral.

Al exbanquero y ahora ministro de Hacienda le tocará la difícil tarea de poner en orden las cuentas, restaurar la confianza de los mercados, atraer nuevas inversiones y recuperar el ritmo de crecimiento del país al mismo tiempo que deberá poner límites al intervencionismo económico de su jefa Dilma Rousseff.

Quienes han trabajado con él ya lo habían bautizado Joaquín “manos de tijera” por su propensión a recortar gastos, y ahora la prensa brasileña le puso el apodo “Doctor NO”.


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