Se analiza si es necesario imponer controles fronterizos internos para detener el hasta ahora imparable flujo de inmigrantes escapados de la guerra.
La larga marcha de inmigrantes ilegales escapados de la guerra en el norte de África con destino a la Unión Europea y el Espacio Schengen tuvo una jornada caótica en Hungría y este martes la tuvo en Munich, en donde se concentran en estaciones de tren y en las calles.
Las reglas de asilo europeas colapsaron bajo la realidad de una ola de refugiados sin precedentes. La estación de Munich estaba totalmente saturada, y la canciller alemana Angela Merkel insistió con que cada país debe aceptar su cuota de refugiados. El presidente español Mariano Rajoy se reunió con ella y declaró que aumentará la cifra de admisión de refugiados.
Merkel fue terminante: "Hay que trabajar en una política de asilo conjunta en Europa, al igual que lo hemos discutido con España, en lugar de acusarnos mutuamente. Tenemos que cambiar alguna cosa, y eso incluye los llamados puntos calientes, los centros de registro, que se deben formar rápidamente. Deben ser gestionados por la Unión Europea en general y esto incluye a los países de origen seguros y a la posibilidad de devolver a la gente, para dejar claro que las razones económicas no cuentan. Y esto incluye una distribución justa dentro de la Unión Europea".
El Espacio Schengen comprende a 26 países, cuatro de los cuales no pertenecen a la UE y otros que no la integran todavía. El bloque está analizando de manera frenética si acepta poner controles fronterizos internos, ya que el Espacio Schengen garantiza la libre circulación a 400 millones de ciudadanos europeos y muchos otros de otros países legalmente presentes en el territorio.
