Inmigrantes que trabajan: una situación de discriminación e informalidad

La mayoría de los casos son personas entre 25 y 44 años que están sobrecalificadas para los trabajos que desempeñan.

En 2016 la cantidad de residencias dadas a extranjeros superó las 11.000 y llegó a un récord.

La mayoría de las solicitudes vienen de Argentina, Venezuela y República Dominicana. Como ocurre en Europa y Estados Unidos, el ingreso de inmigrantes no siempre es bienvenido, e incluso su incorporación laboral genera conflictos.

“Fue muy difícil al principio empezar a trabajar porque todo el mundo discriminaba un poco. Una de las cosas que más me decían era: ¿por qué se viene de Colombia a trabajar acá y sacarle el trabajo a los uruguayos? Mi respuesta siempre era que no fui a quitar trabajos, sino a pasear y buscar trabajo. Si me lo dieron fue porque lo tenían para mí”, contó Didier Medoya, empleado de construcción colombiano.

“Fue un poquito difícil aceptarme por ser extranjera. También tenía el combo de ser mujer, entonces les chocaba a algunas personas. Me pasa que he ido a edificios y no me quieren dejar entrar porque piensan que les voy a robar o hacer algo malo”, dijo Andrea Sosa, una mujer paraguaya técnica en ascensores.

En el rubro de la construcción es donde se ve más personal extranjero. Por eso, en el último consejo de salarios se incluyó un ítem que habla de esos casos como problemática.

“La primera reacción es la de quienes piden trabajo en una obra y no los toman porque ya hay colombianos. Entendimos que el enemigo no era el compañero, sino las condiciones que lo traían”, explicó Daniel Diverio, del SUNCA.

Inspectores del Ministerio de Trabajo se acostumbraron a advertir estos choques que se dan cuando llegan trabajadores extranjeros, especialmente porque son más renuentes a agremiarse. Suelen estar sobrecalificados para las tareas que realizan.

“Los trabajadores, sobre todo los venezolanos, vienen con una formación específica y a veces superior a los nacionales para trabajar en encargos para los que están sobrecalificados”, explicó Sergio Voltolini, de la Asociación de Inspectores de Trabajo.

Un caso de sobrecalificación es el de Andrea Fuentes, una arquitecta venezolana que vino hace casi dos años a Uruguay y trabajó en administración, como moza y acompañante.

“Pensé que no estaría seis meses sin estar en algo relacionado con mi área. Pretendo ser jefe de obra o proyectar edificios”, afirmó Andrea.

La mitad de los inmigrantes que llegan a Uruguay tienen estudios terciarios. En la mayoría de los casos son personas entre 25 y 44 años.

Para trabajar legalmente necesitan sacar la residencia y cédula de identidad, pero se dan casos en los que eso se omite por desconocimiento.

“Puede haber en el trabajador extranjero una ausencia de seguridad social mayor que en otros lugares. Son excepcionales esos casos y por eso los tratamos con un cuidado especial”, explicó Gerardo Rey, inspector general de Trabajo.


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