Katherina Meredith no cree que el asesinato de Wollensack sea venganza de un miembro de la secta

Es exintegrante de la secta de Wollensack y víctima de abusos sexuales.

Katharina Meredith tiene hoy 34 años y contó al diario El País su experiencia en la secta “Oasis de Luz”.

Lo hace también desde su sitio mindcontrolandcults.com  y ayuda a quienes quieren salir de las sectas y no pueden hacerlo.

Nació en Alemania en 1982. Tenía diez años cuando sus padres se unieron a la que lideraba Arno Wollensack. Contó que en aquel momento el grupo era heterogéneo. Hippies, intelectuales, algunos hombres de negocio muy exitosos. Algunos idealistas que querían cambiar el mundo. Gente inteligente, dijo, pero que “quería creer en algo de manera tan desesperada que no lo cuestionaban”.

Recuerda que Wollensak había sido seguidor de otro líder que una vez recibió 93 Rolls-Royce como regalos de sus seguidores.

“Creo que Arno quería lo mismo”, dice Katharina. “Una vida de lujo sin tener que trabajar para ganársela. Pero sobre todo una vida de poder. Necesitaba ser admirado”, expresó.

Recuerda que en la secta dormía con su hermano y otros niños y que no se les permitía nombrar a sus padres como papá y mamá. Luego se mudaron a Portugal. Fue ahí que Arno Wollensak se acostó con Lea, la niña suiza de trece años que años después sería la primera en huir y denunciarlo.

Katharina tenía algunos años más cuando la asignaron a un adulto. Era para su crecimiento espiritual, según decía Arno.

En su blog Stronger After narra con detalles las historias de abuso que hoy no quiere repetir. “Cuando se está dentro de un culto no importa lo que se haga ni cuán delirante pueda ser”, le dijo a El País. “Tu mente está hackeada. Alguien tiene información sobre tu persona: lo que crees, lo que te atemoriza, tus esperanzas, tus peores vergüenzas, tus debilidades. Usan todo esto para manipularte”, agregó-

Katharina no cree que Wollensak haya sido asesinado por venganza de un exintegrante de la secta pero dice que muchos hubieran querido que terminara tras las rejas.

Ella pudo escapar cuando se disolvió la secta pero su madre es una de las dos mujeres llegaron a Uruguay acompañando en el 2007 a Wollensak y a su esposa. Hoy está en Europa con su hija.“Ella pudo huir de Uruguay en octubre pasado mientras Arno estaba en la cárcel”, cuenta Katharina.

Hoy dice haber superado su trauma y ayuda a otros a que lo hagan. “Yo procesé mi pasado”, dice. “Estoy muy contenta aquí en Suiza con mi familia y mi trabajo. Sé que arno ya no le hará daño a nadie más”, finalizó.

 


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