Las redes sociales modificaron muchos aspectos de nuestro vínculo con la cultura. Uno de ellos es con los museos y el arte. Para seguir estando vigentes, muchos museos están aplicando como estrategia generar espacios muy instagrameables.
Así es como se ve la llamada máquina de los sueños.
Es un museo, o más bien una exposición de arte pop pensada para una sola cosa: ser el mejor escenario para las fotos de Instagram.
Esto no es casualidad. Es más bien una tendencia. Existe el museo del helado, el de la selfie y hasta el de los sentimientos. Todos espacios creados para revalorizar el arte a través de los posteos en redes sociales y también, por supuesto, vender entradas.
Esta nueva clase de experiencias quiere poner a la obra y a las personas en el centro de todo y transformar ese tipo de arte en un recorrido inmersivo.
La japonesa Yayoi Kusama fue pionera en este tipo de exhibiciones. Una de sus piezas más reproducidas en el mundo es el cuarto infinito, creado con espejos en la década del sesenta. En su momento fue muy popular, pero cuando aparecieron los celulares en la ecuación, todo aquello se volvió irresistible de fotografiar y volvió a ser una moda.
El éxito de estas exhibiciones obligó a los museos tradicionales a repensar su manera de trabajar. La primera, sin dudas, fue eliminar sus políticas que prohibían tomar fotografías. También empezaron a incluir muestras más inmersivas a sus exhibiciones tradicionales. Un buen ejemplo en la región es la más reciente del museo Malba de Buenos Aires, producida por Leandro Erlich, que seguro viste que alguien posteó en sus redes sociales desde el fondo de una piscina.
Ahora la pregunta es, ¿usar el celular hace que las personas disfrutemos menos? Según un informe publicado en la revista Galería, la respuesta es no tanto como creemos. “El uso extensivo de los teléfonos móviles en estos contextos puede parecer aterrador visto desde afuera, pero los estudios indican que tienden a aumentar la recordación de lo vivido y el disfrute”, dice el artículo.
De esta manera, y gracias a Instagram, el arte tiene una nueva oportunidad de estar en la conversación masiva y virtual y no debería tener que desaprovecharla.