Alcides Abella Ayala es el director general de editorial Banda Oriental, una empresa que sobrevivió a la dictadura utilizando el mayor de los ingenios.
¿Cómo surge la editorial?
Banda Oriental surge como un proyecto de un grupo de estudiantes universitarios de la FEUU, estoy hablando de fines de los años 50, que estaban interesados en promover todo lo que era la cultura del país. La idea era generar un espacio para conocer nuestra literatura, nuestra historia, nuestros temas sociales y económicos.
Poner la mirada en el país. En aquella época se miraba muy hacia afuera y los 60 fue un gran cambio. La sociedad comenzó a mirarse a sí misma y producto de esa reflexión, que la hicieron sociólogos, ensayistas, y por supuesto la literatura, producto de esa concepción, surge Banda Editorial. Con lo cual se inicia un proceso vertiginoso de ediciones de libros, respecto a antes que no existían las editoriales establecidas con este carácter.
¿Los universitarios sentían que faltaba publicación intelectual nacional?
En general el Uruguay no tenía, o tenía muy pocos ensayistas, muy pocos historiadores. Los había pero no era un núcleo importante. Lo fundamental es que era una sociedad que miraba mucho al exterior. Todavía ni siquiera era la época del inglés, había un solo instituto de Secundaria que era el IAVA. Después empezaron a surgir en el interior y en Montevideo.
Pero era un núcleo muy chiquito de gente que tenía un nivel de reflexión, de análisis, de estudio y demás. Incluso la sociedad en aquella época, todo el mundo leía en francés. Un grupo muy chiquito, con una cultura muy sólida pero mirando hacia afuera. Los 60 marca el cambio en el cual la sociedad parece mirarse hacia adentro. Empiezan a interesarnos nuestros problemas, nuestra economía, la sociedad, la literatura.
¿Es la ruptura con la suiza de América?
Es parte de todo ese mismo proceso. Lo interesante de este proceso fue que a partir de los 60 un núcleo muy importante de intelectuales empieza a mirar el país hacia adentro y empieza a tratar de explicarnos nosotros mismos cómo somos. Ese fue el gran cambio de los 60.
¿Podrías mencionar autores de esa época?
Aquella época lo que hizo fue revitalizar y poner en su lugar a autores por ejemplo como Onetti. Pero ahí surge Mario Benedetti, pero también por ejemplo había toda una literatura de temas rurales. Por ejemplo en Banda Oriental el primer título se llamó “Uruguay realidad y reforma agraria” de Eliseo Salvador Porta y era obviamente estudiar cómo el país podía mejorar a partir de otra distribución del tema de la tierra.
El segundo título fue “El Uruguay Batllista” de Martínez Ces en la cual se trataba de estudiar el fenómeno de Batlle y Ordóñez y lo que vino después. Pero ya el tercero o el cuarto es un libro de cuentos que Heber Raviolo fue sin dudas el eje de esta editorial hasta su fallecimiento hace pocos años.
Raviolo rescata de diarios perdidos la obra de un autor que se llama Juan José Morosoli, un autor de Minas, y ese volumen de cuento lleva como título “El viaje hacia el mar y otros cuentos”. De alguna manera a nosotros nos gratificó mucho que 50 años después se hiciera una película con ese tema, que la película fuera un éxito. Quiere decir que aquello de reencontrarse con nuestra propia cultura y autores tiene mucho sentido.
Onetti, Benedetti, pero también fue revitalizar autores como Francisco Espínola, Juan José Morosoli. Surgen autores de la línea de Julio da Rosa. A fines de los 60 se llegó a una época en la cual editorial Arca publicaba un libro por semana, en tiraje de 3.000 ó 4.000 ejemplares. Había un fervor, un entusiasmo.
¿Cuál es la relación entre Arca y Banda Oriental?
La vieja editorial Arca, porque la que subsiste actualmente tiene el nombre nomás, pero en su origen fue una creación de Germán Rama, un sociólogo, Ángel Rama, un brillante intelectual, crítico de revista Marcha y aportó todo lo que era la mirada hacia la literatura latinoamericana. Ahí surgieron autores chilenos, peruanos, colombianos, autores de diversos países en un proceso formidable que acompañó el surgimiento del boom latinoamericano.
Ahí surge Mario Vargas Llosa, García Márquez. Mientras unos miraban hacia adentro, Ángel Rama miró a toda América. Han pasado 50 años y todavía seguimos buscándonos entre nosotros. Pero seguimos siendo islas, nosotros no tenemos la menor idea de lo que está sucediendo en la cultura peruana o paraguaya.
¿En esa época entonces se vendía mucho?
Se generó un enorme interés. Los 60 fue un período vertiginoso, había una efervescencia cultural. Nosotros teníamos un libro cada 15 días, surgieron colecciones como “Nuestra tierra” que se vendían diez mil ejemplares, surgieron colecciones como la Enciclopedia Uruguaya, fascículos. Una locura para hoy y por supuesto eran colecciones de 60 títulos y se editaban cada quince días. Había un enorme interés que acompañó los procesos sociales y políticos que ocurrieron a fines de los 60. En el 70 por ejemplo, que la sociedad cambia. Y a partir del 73 pasó otra cosa.
En el 73 por el perfil que mostraba Banda Oriental ¿hay censuras? ¿Cómo subsiste Banda Oriental?
El 73 con la dictadura fue como bajar una cortina de hierro, realmente el 73 significó el corte abrupto de todo aquel empuje. Las autoridades, los militares, nos dijeron que no podíamos editar ningún autor que fuera de izquierda. Pero que hubiera firmado 20 años antes un papel en apoyo a la revolución cubana. Se dividieron los autores en categorías A, B o C de acuerdo a la presunta peligrosidad que podíamos tener. Entonces todos los autores que de alguna manera habían tenido un pensamiento progresista, no se podían publicar.
Benedetti se tuvo que exiliar primero en Buenos Aires, ahí zafó apenas de la Triple A, se exilia en Perú, en Perú vuelve a tener peligro y termina en México y en Buenos Aires tiene un éxito de ventas impresionante. Pero allí la derecha, lo que llamamos Plan Cóndor, no operó solamente en Uruguay operó en coordinación y demás. En historia por ejemplo, la historia es un perfil clave en esta editorial (…).
Nosotros en historia no podíamos publicar ningún autor que hubiera tenido un pensamiento progresista (…) y en historia, esto es interesante, nosotros podíamos llegar solamente hasta José Batlle y Ordóñez, nosotros no podíamos hablar de ahí en adelante porque hubo un golpe de Estado, si hablábamos de un golpe de Estado implícitamente estábamos hablando de lo que ocurría en ese momento.
Entonces claro, nos limitaron, realmente nos limitaron temas, autores, más allá de la censura que ejercieron sobre nosotros (que quemáramos libros, que destruyéramos libros), todo se fue sumando para que quedáramos con un perfil muy acotado. ¿Cómo sobrevivimos? Para sobrevivir primero, Alfa que era una de las primeras editoriales se tuvo que ir.
Quedó Arca acá como nosotros, muy limitados. Yo siempre digo que existíamos como una especie de esos emparedados en los bares que tienen una tapa de cristal muy grande, nos dejaban existir pero con una campana de cristal. Semanalmente nos decían: ojo con tal título, ojo con tal autor. O venían y nos quemaban libros.
Ahí dijimos: ¿qué hacemos? No tenemos posibilidades. ¿Qué pasa si hacemos un club del libro? En el cual le ofrecemos a la gente un libro por mes de literatura y hacemos una buena selección de cuentos. No nos van a meter presos por eso. Si generamos un club en el cual te doy un libro por mes por una cuota, y bueno, lo creamos y la gente entendió rápidamente que hacer eso era generar la supervivencia del proyecto (…). Con eso fuimos sobreviviendo.
En el 81, 82 dijimos hay un hueco ¿por qué no empezamos a criticar el liberalismo económico? Y a partir de eso empezamos a publicar algunos autores blancos, colorados pero que eran críticos. Y eso no se cuestionaba, no se lo vio como peligroso pero creo que era clave para entender que estábamos cuestionando un sistema. Ahí se publica el primer libro de Danilo Astori que se llamó “Neoliberalismo, crítica y alternativa”. Lo editamos e inmediatamente anduvo muy bien. Diez años después era texto universitario. Fue una cuestión de encontrar huequitos para sobrevivir. Y así fuimos trabajando.
Termina la dictadura y adoptan una literatura tupamara
En el 85 estuvo la avidez de leer todo lo que te habían prohibido. Entonces por ejemplo títulos muy importantes para nosotros de Carlos Machado “Historia de los orientales” que fue una obra clave y nos hicieron quemar los libros, hubo que reeditarlos. Pero lo segundo también todo lo que tuvo que ver con los once años. Acá vino otro tema, el período de la dictadura fue tan brutal el quiebre que produjo en el país que hasta hoy se sigue publicando sobre ese tema porque todavía creo que como sociedad tratamos de entender qué fue lo que pasó. La mirada de hoy no es la misma que hace diez años.
Nosotros mismos queremos saber como sociedad qué fue lo que pasó en ese momento. Dentro de eso estuvo la literatura testimonial de todos los tipos. Fue una literatura de urgencia, de testimonio, de denuncia. Fue una literatura de militancia, la gente quería decir cosas, sacarse las ganas de decir todo lo que no pudo decir antes. De toda esa literatura de urgencia, “Memorias del calabozo” quizá sea de los pocos títulos que se sostiene más como literatura en sí mismo. Más allá de la denuncia. También hubo “Las manos en el fuego” que fue excepcional. Pasaron todos estos años y el “El vientre del Cóndor” lleva tres ediciones de editorial Planeta. Lo cual revela que tenemos muchas cosas por resolver de ese período.
¿Siempre autores nacionales?
La editorial Banda Oriental mira muy hacia adentro. Estamos genéticamente conformados para mirar nuestra realidad y nos gusta asomarnos a nuestro alrededor. Brasil, Paraguay, Argentina y demás. Pero mantiene su perfil de temas uruguayos. Yo quiero hacer un libro sobre el Lunarejo y la Quebrada de los cuervos, pero así como ocurre eso ocurre el rescate de autores clásicos de la literatura uruguaya.
Y seguir apostando a nuevos autores. Hay un concurso de cuentos que hacemos todos los años. Los últimos años lo han ganado jóvenes de 38, 33 y 30 años. Eso está bueno. Lo que sí creo, hoy por hoy el mundo quedó tan globalizado, estamos tan vinculados por internet que lo nuestro tiene mucho valor. Nuestras historias, nuestra cultura, nuestros temas tienen interés.
¿Cómo se hace para publicar un libro en Banda Oriental?
El negocio editorial no es un negocio estrictamente, la industria editorial tampoco es una industria. Esto es algo que está a medio camino entre lo comercial y lo cultural o lo artesanal. Esto es como hacer una obra de teatro, o un disco, o una película. No tenés la menor idea de lo que va a pasar, tenés intuiciones, a veces le pegás y a veces le errás mal. Confiás en que eso aduvo muy bien pero no pasó nada. No es como en otros negocios en que hay cosas más sólidas en que basarse.
Hay varias vías. Por un lado, en el caso del Club del Libro, ahí hacemos la selección nosotros (…). En la literatura infantil estamos trabajando en libros de ciencia, contada para los niños (…). Dijimos ¿por qué no hacer una colección que tenga como eje la geografía del Uruguay? Hace más de 50 años que no hay una geografía del Uruguay.
Estamos muy avanzados en un libro de 300 páginas, todo a color, que va a ser eso: geografía del Uruguay. De doce capítulos, el primero es de ríos, arroyos, cerros, quebradas y un poco más. El resto está dedicado a población, sociedad, etc (…). Por supuesto que tenemos temas, ideas y autores y muchas veces estamos buscando ¿quién puede escribir sobre tal cosa? A veces acertamos en la elección de la persona y a veces le erramos y se frustra el proyecto.
Respecto a la digitalización de libros...
Tenemos poca experiencia en materia de libro digital. El tipo de libro nuestro que es de interés muy local, no tiene un público tan masivo frecuentando la lectura digital. Nosotros hace 15 años que seguimos el fenómeno de cerca y el libro digital también (…). En el mundo del libro digital, el libro digital todavía no tiene un desarrollo importante. No es significativa la cantidad de libros digitales que se venden.
Si el libro papel cuesta 15 dólares y el libro digital cuesta 12 dólares, tampoco es tan tentador. Pero a menos no podés venderlo, si no, no es rentable. Nosotros pensábamos que el tema del libro digital era el gran escollo que podía tener el libro, teníamos la experiencia de la discográfica, hoy un músico no puede vivir de los discos. Se creó todo un sistema a nivel mundial de seguridades y de más. Todavía no hay una cuestión de frecuentar tanto el libro digital. Pero ojo, apenas veamos que se empieza a desarrollar nos ponemos en el libro digital, por supuesto.
Proyectos para 2016 y 2017
Ahora estamos sacando tres o cuatro títulos. Uno vinculado al artiguismo, un libro testimonial de la dictadura en el que hablan solo los militares que fueron degradados. Hay algunos otros proyectos, de hacer un libro sobre carnaval, lo de geografía es lo más avanzado. Tenemos ganas de hacer un libro dirigido a gurises en el cual abordar hechos históricos interesantes. Pero hay que encontrar un formato gráfico atrayente.
¿Cuántos más o menos?
Nosotros estamos editando un libro por mes para el Club del Libro desde hace 37 años, eso sorprende, habla muy bien del país. Entre ediciones y revisiones tenemos un promedio de dos o tres libros por mes. Hacemos una revista para niños La Mochila. Son cerca de 70 ediciones. Y en lo que me es personal, yo creo que este es un año en el que hay que moverse con cautela.
No entusiasmarse. Nosotros el año pasado hicimos Historia de la Pintura Uruguaya el año pasado, son dos temas de 150 páginas a todo color, Aves del Uruguay con 600 páginas a todo color. Yo creo que es momento de serenarnos un poquito, mantener el ritmo editorial normal. La intención es frenar un poco el ritmo.
¿Cuántos están tirando?
Yo tengo la concepción que el tiraje tiene que ser mil ejemplares. Si hacés menos es porque no estás confiando en que ese libro se va a vender (…). Mil es lo mínimo que tenés que hacer porque junto con el libro tenés que desarrollar un marketing, hay que armar folletería, hay que hacer todo un show para que cualquiera de ustedes o quien mire esto, cuando se despierte escuche en una radio: hoy salió tal libro. Y eso demanda mucho trabajo también. Yo pienso que si hago 700 es porque no estoy apostando.
¿Los que no se venden?
Lo que no se vende tiene tres destinos, en el mundo editorial: uno que es a veces la destrucción del libro. Los libros parados tienen que estar en un depósito adecuado, sin humedad, con luz, y eso tiene un costo. Te pesa mucho tener un local especialmente alquilado para vender libros. A veces se destruyen, en segunda instancia muchas veces se venden en oferta. Ves en la costa libros en oferta. Los que ganan son la gente. Y en nuestro caso los vamos saldando a menor precio de a poquito. Existe otro que es convocar a bibliotecas a llevárselos de regalo, pero ni vienen.
