Bajo la corteza: la exposición de Deliotti, Giovanetti, Lorieto y Otero

Se lleva a cabo en el Museo Gurvich con obras en madera.

No es la primera vez que los cuatro exponen juntos. Un  recorte de prensa perteneciente al Archivo Lorieto, documenta una muestra conjunta realizada en Amigos del Arte, por aquel entonces ubicado en la calle Bartolomé Mitre 1587. Sus nombres también están registrados en las muestras colectivas del Taller Torres García, entre ellas, la primera exposición del Taller Torres García en Nueva York, realizada entre el 12 de diciembre de 1960 y el 8 de enero de 1961.

Con la prédica de Torres y sus discípulos, se había producido un cambio sustancial en nuestro país. Por primera vez podía hablarse de una forma nacional de arte. Con la desaparición física del Maestro, algunos artistas se apegaron a determinadas lecciones, mientras que otros realizaron una revisión crítica de las mismas con variantes propias.

En una expresión poética, el célebre critico argentino Julio E. Payró, ante la desaparición física del maestro en 1949 escribió: “El uruguayo y sus conductores de la pintura moderna volaron a similares alturas, cada cual a su propio cielo”. Lo mismo sobrevino con estos cuatro artistas, cada uno generó un estilo y cultivó un lenguaje.

Colegas y amigos en el Taller Torres García

Walter Deliotti, Hugo Giovanetti, Mario Lorieto y Manuel Otero se conocieron en el Taller Torres García, cuando su vocación artística ya se había definido. Giovanetti y Otero ingresaron en 1950, poco tiempo después de la muerte del Maestro; Lorieto se integró en 1953 y Deliotti en 1954. La sede del Taller estaba en el subsuelo del Ateneo de Montevideo. En esa etapa, Augusto Torres se había convertido en el referente del Taller, no ejerciendo la docencia en forma directa; dicha tarea fue desempeñada por Julio Alpuy y José Gurvich  en Dibujo y Pintura, todos alumnos directos del Maestro Torres. Al poco tiempo se incorporaría Guillermo Fernández, como profesor de Dibujo. Para tener una idea cabal de todos los artistas que integraban el Taller en el período investigado, reproducimos el catálogo de la Exposición colectiva  Nº 100 del Taller, realizada en 1956 en el Subte Municipal.

En general el ambiente cultural en el Montevideo de esa época había sido muy fermental. En 1946 se había creado la Facultad de Humanidades y Ciencias; el célebre crítico Jorge Romero Brest dictaba allí su curso y Joaquín Torres García sus conferencias. La Revista Removedor se editaba en forma bimensual, desde 1945  hasta mayo de 1950, era el órgano de prensa del Taller Torres García, que sirvió como marco de respuesta a las críticas realizadas a sus trabajos y a los de sus alumnos. Luego aparecería la publicación Escuela del Sur. El 28 de julio de 1955  se inauguraba el Museo Torres-García en un local cedido por la Intendencia Municipal de Montevideo, situado en la Avenida 18 de Julio 1903.

Ernesto Vila que se unió al Taller en 1959-60, ha desarrollado una idea muy particular sobre el ambiente social que se vivía en aquel sótano del Ateneo. Vila sostiene que el Montevideo de finales de los años ’50 irradiaba sus características al interior de ese colectivo. Era una vida urbana enriquecida por el crisol de la inmigración y la fuerza de la estructura barrial donde convivían todas las clases sociales, desde la pobreza más miserable a la riqueza más ostensible, pasando por una numerosa clase media, se vinculaban con amistad y  solidaridad. En el taller a cada uno se le daba y se le enseñaba lo mismo, sin distinciones. La sensación que se vivía era la de un grupo de artistas que incursionan en la modernidad, cuando la misma aún no se había establecido. Relacionados entre ellos, los artistas compartían su talento y su tiempo.

Los cuatro artistas reconocen que su pasaje por el Taller Torres García cambió sus vidas.


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