El homicidio se enmarcaría en una guerra entre pandillas de narcotraficantes.
Orlando Marcelo González tiene 20 años y varios antecedentes penales. Él mismo se declaró culpable por el homicidio de Eduardo Melo, de 26 años, ultimado a tiros en la madrugada del viernes.
Según narró él mismo a los efectivos policiales y al juez, eran las tres de la mañana y él estaba junto a su hermano menor dentro de su casa, ubicada en San Carlos. De repente escucharon que se acercaba una moto, por lo que el hombre decidió tomar un rifle calibre 22 con mira telescópica e infrarroja y esperar, mirando a su vez por las cámaras de seguridad instaladas en la parte exterior de la vivienda.
Según su relato, en la moto llegaron dos individuos y uno de ellos -el ahora fallecido- se bajó del vehículo y comenzó a efectuar disparos hacia la vivienda. En ese preciso momento, el homicida repelió los disparos y logró herir al atacante, que se fue del lugar.
Según el matador, él solamente le disparó en tres oportunidades. Sin embargo, el cuerpo presentaba siete disparos de arma de fuego: tres a larga distancia y otros cuatro con otro calibre a quemarropa, incluyendo uno en el rostro.
El otro individuo que acompañaba al joven fallecido se fue del lugar en la moto, mientras que el homicida fue atrapado por un móvil de la Zona 3 de URP, justo cuando abordaba un taxi en el que llevaba dinero y drogas.
Por otra parte, los efectivos policiales de investigaciones de la Zona 3 le realizaron un allanamiento a la vivienda, donde se logró incautar el rifle con el que dio muerte al joven, un revólver que había sido denunciado como robado el año pasado, dinero en efectivo y cocaína.
Para los investigadores el caso se enmarca en una verdadera guerra de pandillas que busca controlar territorios de venta de drogas.
El juez de la causa procesó al homicida por un delito de homicidio agravado. También le tipificó suministro continuado de estupefacientes a título honeroso, agravado por la participación de inimputables y un delito de tenencia no autorizada de armas de fuego, todos concurriendo en régimen de reiteración real.
