El Jurado de Honor eligió a los cuatro finalistas al premio de la solidaridad de los uruguayos.
En primer lugar, tenemos a alguien de Montevideo que lleva adelante su proyecto en Canelones. Su nombre es
Francisco Méndez, tiene 30 años y en 2015 co-fundó el Centro juvenil y deportivo Quebracho. El objetivo del centro es brindarle a jóvenes de contexto social crítico la posibilidad de acceder al deporte de manera gratuita. Francisco es el gestor del Centro y está convencido de que su realización como persona consiste en volcar su tiempo a los demás.
Su nombre es Silvia Serrentino, tiene 68 años, es de Montevideo y es co-fundadora de Audas, la Asociación Uruguaya de Alzheimer y Similares. Allí, los usuarios disfrutan de musicoterapia, estimulación cognitiva, gimnasia, laborterapia, y paseos. Silvia trabaja allí de forma voluntaria desde hace 26 años. El fin humanitario es su principal motivación, así como generar conciencia acerca de estas enfermedades que considera invisibles.
El tercer finalista vive en Sauce, Canelones y es en su casa donde lleva adelante su proyecto solidario. Su nombre es Esteban Vieta, tiene 33 años, y es teniente primero del Ejército. En 2015 fundó el centro de equinoterapia “La Milagrosa”, un centro terapéutico gratuito que brinda atención a personas con discapacidad, niños de contextos sociales críticos y adultos mayores. Esteban se encarga de coordinar entrevistas, cuidar a los caballos y coordinar donaciones, entre otras cosas. Haber conocido y vivido en contextos críticos fue su principal motivación para dedicarse a los demás.
Graciela Fajardo, tiene 58 años, es de Juan Lacaze y lleva a cabo el proyecto “Te acompaño Juan Lacaze”, un grupo de autoayuda que acompaña a personas en tratamiento oncológico, principalmente a mujeres con cáncer de mama. La historia personal de Graciela la impulsó a formar el grupo. Y su objetivo es generar conciencia, prevenir y desenmascarar mitos relacionados con la enfermedad.
