La eterna promesa III

El hincha que me comparó con Recoba.

Dos minutos de adición señala el árbitro. 0-1. Un desborde del "Pochola" Méndez termina en un córner a nuestro favor. "Es la última", grita el cuervo. Nadie se acerca a ejecutar. ¿Voy yo? Agacho la cabeza, inflo el pecho y me dirijo al cruce de tribunas, ganándome los aplausos y gritos de esperanza de mi gente.

¿Mi gente? La humildad es lo último que se pierde, ¿o es la esperanza? En fin… El alcanzapelotas me tira la redonda. Ni agarrarla pude de los nervios. Se cayó. Para disimular ni la levanto. La acomodo con el pie en el pasto y la dejo servida. Afuera del espacio reglamentario, como los cracks.

¿Quién me mandó a patear este córner? Hasta Manotas Laurenti va en busca del cabezazo triunfal. Ser zurdo me hace tomar carrera contra el alambrado. Me apoyo en los alambres para tomar impulso. Ahí donde los hinchas rivales pronuncian sus insultos.

Una lluvia de escupitajos alivia el calor pero acrecienta mis nervios. Ya me recordaron a toda mi familia. ¡Dale, juez, dame la orden!

Un señor mayor me sopla en la nuca: "Bobo, ¿te pensás que sos Neymar?". Debe ser por mi peinado. A mí me gusta. "Pegale como Recoba si sos tan crá, pendejo nabo". Lo de pendejo estuvo de más.

Mi mente estaba en blanco pero el señor, de manera muy educada, me trajo las imágenes de los goles olímpicos del Chino. No parece tan difícil… es darle con efecto.

Es la mía, hoy me hago famoso. En el área se intercambian remeras a la fuerza. Guárdenme una… De pronto suena el silbato y me vuelve el alma al cuerpo. La carrera me da solo para tres pasos. Suficientes para visualizar el golazo olímpico que estoy por hacer.

Levanto la mano derecha en honor a Beckham. Se viene una obra de arte. Preparen sus gargantas, arranquen a aplaudir. El borde interno de mi pie izquierdo se encuentra con la pelota. Encuentro amoroso y empieza el viaje rumbo a la red.

Rumbo a la red de arriba del tejido. Tres silbatazos. Fin del partido. No hay quien no me propine una puteada. Hasta su golerito se suma… Otro papelón más para mi carrera y una chance más para seguir confirmando que no soy más que una eterna promesa.


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