La eterna promesa IV

Barrilete cósmico.

Valdi me puso de arranque. Se ve que algo bien había hecho en la semana. Ni idea. Puntero por izquierda marcaba la pizarra. Mi puesto.

Hoy el 4 no me agarra. Primera jugada de ataque y una contra a toda marcha. “¡Cuatro contra tres!”, grita Valdi. Pérez me la tira larga. Medida. Perfecta. Gracias.

La paro con toda la técnica de un clase A. ¿Clase A? ¿Yo? Me confundí se ve. Desde tres cuartos de cancha miro el área, lo veo al ‘Rengo’ Ramírez, visualizo la pelota, vuelvo a observar la ubicación del ‘Rengo’ y preparo el centro. Ya es tarde, me la sacó el 6. ¿De dónde vino?

Los próximos quince minutos soy un espectador más: ni me la dan, ni la pido, ni la quiero. Cuanto más lejos de la pelota, mejor. Lejos, lejos. Fuera, bicho. “Dale, pibe, demostrá por qué estás acá. Cerrale la boca a los que te putean”, me grita un hincha.

Me doy cuenta que ya van 20’. Se la pido a Gordiozola. Me la da en mitad de cancha. Levanto la vista y no veo más que piernas contrarias. Y ahí me acuerdo de Maradona, del Mundial del 86, de los ingleses y del ‘barrilete cósmico’ de Víctor Hugo. Y bueno… Ahí voy.

Enfilo contra el 5 y lo dejo pintado. En mi cabeza escucho aquel histórico relato. “Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota. Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial”. Se me infla el pecho. Voy contra el 8 y lo paso de asco.

“Puede tocar para Burruchaga, siempre Maradona”. La gente se para emocionada, es el pibe, es la promesa demostrando su valor. De frente me viene el 2 y lo veo de piernas muy abiertas. Tiro el caño sin dudar.

“Genio, genio, genio, ta, ta, ta”. Intento hacer la de Messi y mover el cuerpo sin tocar la pelota. Y lo hago. Y al piso voy a parar. Fin del relato. Gracias igual, Morales.

Esguince de tobillo por culpa de un tropezón. Ni un foul pude inventar. Mi nombre se acompañó de insultos en forma de adjetivo y los insultos se hicieron cántico. “Entra con la número 18 Alfonso Peregueña”. Afuera yo. En camilla. Un mes y medio, mínimo, sin jugar.

Otro error en mi carrera, una lesión y una chance más para seguir confirmando que no soy más que una eterna promesa.


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