La eterna promesa VI

Los monitos de Whatsapp.

Un 3-0 rotundo. Victoria cómoda. Valdi escucha desde la tribuna a alguien que dice: “Metelo ahora al pibe este, a ver si demuestra algo”. Me mira y me pega el grito: “Vení, pendejo”. Difícil de convencer Valdi…

La sonrisa no entra en mi cara. Después de un tiempo largo de suplente, me toca. Gracias desde ya al señor del bigote. Me calzo la tan preciada 38. Me pongo al lado del DT para las típicas indicaciones. “No jodas, entrá y hacé algo”. Gracias a vos también por la confianza. Le doy mi carné al lineman. A la cancha por ‘Topito’ Gómez. El fenómeno se va al son de los aplausos que felicitan su hattrick.

Quedan 10’. Hoy voy a tener una. Ellos están con 8. Entro. El ‘Bomba’ Cáceres me tira un pelotazo largo. Pico al vacío. Estoy solo. Soy yo contra el arquero. Bajo la pelota emulando a Zidane y cuando quedo cerca del guardameta, veo que se queda parado. Rendido. Atónito.

Soy temible… ¡Es la mía! No lo dudo. La tiro larga por un lado. Lo dejo jugando a las estatuas. ¿Volvió la bobada del #MannequinChallenge? Voy por el otro. Agarro de nuevo la pelota a un metro de la línea. Me agacho. Ortodoxia cero y la pongo de cabeza en el fondo de la red.

¿Pizarra yo? ¡Golazo! ¿Hace cuánto no hacía un gol? ¿Cómo es esto de festejar? ¿Si me saco la camiseta es amarilla? La semana pasada estuve mirando especiales de festejos en la televisión. Marco Reus y un gran festejito. Vamo’ a hacerlo.

Primero me tapo los ojos, después las orejas y por último la boca. ¡Como los monitos de WhatsApp! Me parece justo honrar a Cavani, al que siempre intento imitar. Sin éxito, claro. Me arrodillo, preparo mi metralleta imaginaria y apunto al público.

Todos miran mi show a las risas. ¡Soy una estrella! Pero no quiero que me saquen amarilla. Yo, inteligencia. Así que dirijo mi arma hacia el césped y procedo a disparar. ¡Bum, bum, bum, bum! Cuatro disparos por ser el cuarto gol.

Me paro. Para terminar el festejo hago el salto de Cristiano Ronaldo. “¡Suí!”, grito como el portugués. ¡Qué golazo y qué festejo! Tarde soñada. Por fin una.

Me doy vuelta. Veo que todos me están observando, como callados. Los dos planteles. Hago un paneo de la tribuna. Su actitud es la misma. Por si las dudas, busco al lineman. Ahí está. Con el brazo extendido hacia adelante, la bandera colgando y una sonrisa burlona en el rostro.

Fue offside. Otro papelón y otra muestra de que no soy más que una eterna promesa.


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