La Eterna Promesa XXVIII

Locales de corazón.

Ya sé, soy la cábala en persona. Cruza con brujería es lo mío. Es más, ese famoso ‘Brujo’ Manuel me llamó el martes para pedirme ayuda con Argentina, ya ven cómo les fue, logré que Marcos Rojo la pudriera de derecha cuando es más zurdo que Freddy Bessio… Freddy es el nombre del ‘zurdo’ Bessio, no me hagan explicar los chistes. Ahora… qué cosa linda esta de ser uruguayo, ¿eh? No pedí nacer en Uruguay, simplemente tuve suerte. Rusia venía bárbaro, ganando, gustando y goleando. Nosotros ganando también, pero “con lo justo” y “sin jugar a nada”, como decían los contras. Enfrentábamos al local y anfitrión de esta copa, seguramente varios hubiesen firmado el empate para así mantener el invicto. Un partido, entonces, sin valor agregado, ¿no? ¡Minga! Ninguno de los que estábamos en Samara coincidíamos con eso. Para nosotros era otra final, la tercera. Queríamos estar todos lo más celestes posibles, cuanto más atuendo, disfraz, bandera, pintura y remera, mejor. Porque vinimos a esto, a alentar a Uruguay. Me tomo el atrevimiento, y ya de paso otro vaso de cerveza, de decir una obviedad: si usted, usteda, tiene la posibilidad de venir a Rusia, no lo dude ni un segundo. ¿Es caro? Es caro. Pero es algo inefable, que si mal no entendí es “algo que es tan increíble que no puede expresarse en palabras”. Con unas copas de más uno aprende tanta cosa… Les decía… ¿qué más lindo que jugar contra el local? Somos especialistas en aguar fiestas, ¿por qué no hacerlo de nuevo? Putin, ¡no comemo’ ni con Mirtha Legrand! Mentira, Vlad, era un chistesín… Superar la fuerza de la localía era nuestra tarea como hinchas. Ya en el ómnibus que te llevaba a la cancha fuimos cantando y agitando como si fuéramos seres irracionales. “¡Volveremo’, volveremo’, volveremo’ otra ve’, volveremo’ a ser campeone’, como la primera’ ve’!” Repetimos una y otra ve’. La s y la z quedaron en el hotel, tenían sueño… Después de un largo y caluroso viaje llegamos al espectacular Cosmos Arena. ¡Ponele aire acondicionado, primer mundo! Transpiré como testigo falso. Las entradas para los uruguayos eran todas en sectores distintos. Hecha la ley, hecha la trampa. Nos fuimos acomodando y terminamos detrás de uno de los arcos y no hubo seguridad que pudiera impedirlo. Besito, FIFA, esto es Uruguay. Partido divino. Muslera que cumplió los 100 partidos demostrando por qué está dónde está, Suárez y su sano hábito de mandarla a guardar, Laxalt que festejó gracias a un ayudín y Cavani que después de tanto buscar, lo encontró. Por algo es cazador el hombre, siempre está al acecho. Si usted pertenece a la comunidad protectora de jabalíes, haga como que no dije nada. Final, 3-0 y una alegría sin fin. ¿Y los hinchas rusos? Usted pensará, al igual que nosotros antes de venir, que son rudos, bravos, vilentos… pero no. ¡Son unos cra’! Estaban en la buenísima. Se divertían con nuestras discusiones contra los de seguridad, nos miraban sin entender qué cantábamos y hasta terminaron aplaudiendo nuestro desempeño. ¡Netfix, me engañaste! ¡Son más buenos que Lassie! Y aunque no me guste hablar de mí, tengo que decir que me llevé la sorpresa de la tarde al notar que tengo muchos fanáticos en estas tierras. ¡Me pidieron fotos a rolete! Me voy yendo que el camino sigue, Sochi nos espera, Portugal también. Mensaje de vital importancia antes de cerrar este cuento. Presten atención que les tengo que pedir un favor: no le teman a Cristiano, ese animal huele el miedo y ataca cual tigre hambriento. Indiferencia, como si no lo conociéramos. Después le ponemos a Torreira de mochila y seguimos a cuartos de final. Ahora sí me despido. ¡Abrazo grande, amiguitos! Ma, vos tranquila que estoy bien… bien borracho.


Las Más Vistas