La Eterna Promesa XXX

Perdón, Uruguay.

Me cuesta mucho escribir estas palabras. Solo me sale pedirles perdón. En serio. Se terminó el sueño de la Copa del Mundo para mi país y yo solo puedo disculparme. ¿Por qué? Porque… No sé cómo decirlo. No quiero que me señalen. No estoy listo para ser una mancha negra de nuestra historia. Tanto tiempo generando empatía con el pueblo uruguayo para que pase esto… Tienen que prometerme que me van a entender. ¿Promesa? No vale juzgar y no vale perder el cariño que me tienen… ¿Ok? Por favor. No se imaginan lo que me está costando escribir esto. Ya vengo, me voy a servir un escocés para juntar coraje… A todo esto, yo no era así de borracho. Y menos todavía un borracho fino. Era del vino cortado, ¿qué carajo me creo que soy? ¿A quién me comí? Me maree con los flashes, lo admito. Paren. Ya vengo. Voy a tirar esta porquería y armarme un buen brebaje… Ahora sí. Perdón la demora. No encontraba una botella de plástico para cortarla y sentirme como en mi barrio. ¿Ponen una mano en el corazón y me prometen lo que les pedí? Repitan conmigo: “Tranquilo, botija, no te vamos a juzgar. No sabemos qué hiciste pero te queremos igual. Siempre vas a ser para nosotros un ídolo con pies de barro”. Bueno, si quieren eso de ídolo lo pueden omitir. Jeje. No los escucho… No, no lo digan en sus mentes, no sé telepatía, estudié hasta 3ro de liceo nomás. Estén en donde estén, pronuncien esas palabras. Si no, me guardo lo que tengo para contarles y siguen creyendo que quedamos afuera por culpa del gran Griezmann, el morenito canchero Mensopé y la ausencia del Edi. Como ustedes quieran… “Tranquilo, botija, no te vamos a juzgar. No sé qué hiciste pero te queremos igual”. ¿Lo dijeron? Ok. Voy. No. No me animo. Respiro hondo, exhalo. Respiro hondo… exhalo. Respiro hondo… fondo blanco. Ahí voy. 1, 2, 3. No fui al partido con Francia. Listo, lo dije. Sí, como leyeron. Uf… qué placer sacarme esa mochila. No me odien, recuerden lo que prometieron. Creo en su palabra. Ya sé, era la cábala, Uruguay venía 4 de 4 conmigo en la tribuna. Pero bueno, me equivoqué. Los amigos que me llevaban cual niño a todos lados se fueron de Rusia y quedé solo. Me dejaron ese fanatismo por el alcohol y más nada. No me culpen a solo mí, cúlpenlos a ellos también. Tenía todo arreglado con mi piloto, salía en la mañana del viernes para Nizhni Nóvgorod en mi avión privado. Pasa que la noche anterior quise demostrarme a mí mismo que podía controlarme. Cerveza va, cerveza viene, vodka va, vodka viene… Amanecí en Dubai. No me pregunten cómo ni por qué, no recuerdo nada de lo que pasó esa noche. Sé que cuando me desperté y entré en razón, prendí la tele del hotel y la noticia era “Francia derrotó 2-0 a Uruguay y espera rival para la semifinal”. Con un dolor inmenso en el pecho les vuelvo a pedir disculpas. Era el amuleto de la suerte, ya sé. Perdón, Maestro, sé que confiabas en mí. Perdón Nando, sé que me estabas buscando en la tribuna justo cuando pateó Antonio. Perdón Luis, vos te enteraste antes del partido y se ve que no pudiste concentrarte. Perdón, capitán. Perdón, Josema, aunque no era para llorar tampoco, pero te entiendo, no tenías novedades de mi paradero. Me toca parafrasear al Dios de muchos argentinos para cerrar lo que fue #LEPenRusia y también mis cuentos por un rato. “Espero que no se termine nunca este amor que me tienen. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el futbol. Yo me equivoqué y pagué, pero… la pelota no… la pelota no se mancha”. Volveré con mis cuentos, volveré más fuerte que nunca. No sé si escribiré desde acá en Dubai, desde China, Uruguay o donde sea. Solo sé… que no sé nada. Jaja, joda. Gracias por una temporada más, amigos lectores, gracias Teledoce por la confianza y gracias Dios por hacer de tu sangre el vino. ¡Salud! Ah… posdata: si saben cómo puedo llevar mis cuentos al papel impreso, me pegan el chiflido.


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