La Eterna Promesa XXXV

A tomar mate con la promesita.

Debutar en el fútbol es algo que sucede más de una vez. A diferencia de lo que popularmente se dice, debutamos mucho antes de llegar a Primera. Escuchar al relator decir “debuta tal jugador en tal equipo” es algo que siempre me hizo ruido. ¿Por qué? Porque miente. Bah, no sé si miente. Pero le erra. Eso sí lo sé. Nosotros debutamos cuando de la mano de un familiar y con los zapatos nuevos abajo del brazo, llegamos al entrenamiento de un equipo de baby fútbol sin conocer a nadie. Debutamos cuando el DT a cargo un día decide mandarnos a rasparnos las rodillas a esa cancha llena de tierra. Debutamos cuando ese mismo técnico nos da la titularidad. Debutamos cuando damos el salto y llegamos a AUFI. Debutamos cuando un club nos acepta en sus juveniles. Y debutamos muchas veces en juveniles. Con un director técnico, con una camiseta, en una cancha, en otra, con la generación siguiente… Debutamos cuando por primera vez llegamos a entrenar con el plantel principal. Debutamos cuando nos rapan como ritual. Debutamos cuando nos toca ir al banco. Y sí, también debutamos ese añorado día en el que entramos a la cancha en Primera División. ¿A qué venía todo esto? Me maree. Mucho tiempo libre me hace filosofar. Ah, sí: a mi debut en el Grasshopper. Una derrota en el partido anterior apuró mi puesta a punto: “pibe, te necesitamos ya, sos nuestra salvación” me dijo el DT. Bah, o algo así… Capaz que eso de “sos nuestra salvación” no lo mencionó, y lo de “necesitamos” tampoco, pero queda más épico para el relato. A los pocos días hicimos práctica de fútbol y me sentí pleno. Mi rol es la creación de juego, libre por todo el frente de ataque. Soy el Ignacio María González criado a vino y guiso. Me muestro, toco, apoyo, hago correr al nueve, ordeno al cinco, le pego a las pelotas quietas… ¡estoy soñado! Llega el viernes y quedo concentrado para el vital partido del sábado de tarde. Cómo extrañaba esto de las concentraciones, la habitación de hotel, masajista, vestirme con ropa “casual” del equipo, comer gratis… sí, “comer gratis” dije. Sigo peleado con los precios suizos, no pienso pagar 1000 pesos uruguayos por una ensalada, por lo que cualquier oportunidad para comer gratis me viene bien. Noche de Netflix en la habitación y me pongo a tiro con la tercera temporada de El Marginal. Siendo las 3 de la mañana capaz estaría bueno dormir. El tema es que estoy más manija y picante que nunca… Que la cancha venga el que raye. Modo Diosito on. Difícil despertar, desayuno y charla técnica para ultimar detalles. Mi nombre está en la pizarra. Voy de titular. Unos mates, almuerzo liviano y al Estadio. Un poco de cera para mi bello cabello, auriculares inalámbricos y al vestuario. Entro y la veo a ella, a la única e inigualable. La más linda. Sí, veo a mi princesa, a la dama de oro. Ahí está… ahí está la 10 colgada en mi asiento. “Es hoy” repito y repito como si un libro de autoayuda se tratara. ¿Se acuerdan que les dije que se venía lo bueno, hinchas del Saltamonte? Bueno, está por ocurrir… ¡Que empiece el show! Es hora de ir a calentar. Me pongo cinta en las medias, un poco más de cera y a darle. Veo que el DT con cara rara intenta decirme algo pero obviamente no le entiendo ni media. Serán indicaciones… qué sé yo. Le digo que sí y enfilo hacia la cancha. El DT sigue gritando pero ya fue, para vender humo estoy yo, no él… Hasta que mi apellido suena fuerte. Muy fuerte. Freno en seco, giro y otra vez cara a cara con el DT. Qué le pasa a este hombre… Novio no quiero, gracias. También con el traductor… ¿Poliamor? “Pibe, dice el DT que le acaban de comunicar que no estás habilitado para jugar hoy”. Eso sí lo entendí. Ah claro, habló en español. No llegó mi transfer. Los chinos no mandaron los papeles. ¿Será posible tener tanta mala liga? ¿No había dejado atrás esa etapa? ¿Para qué carajo fui a una bruja? ¡Qué ganas de agarrar a piñas al compañero chino que tengo! ¿O es japonés? ¿Cuáles son los que hacen artes marciales? Mejor me quedo quietito… Vuelta al vestuario, un poquitito más de cera, mate y a la tribuna. Mi cara lo dice todo, ni los niños se acercan a pedirme fotos. Marchamos de nuevo. La gente se impacienta con el mal arranque de torneo. Hay duras críticas para los jugadores, el DT y los dirigentes. Y sí… Agua y ajo, a mí no me miren que esto con el pibe en cancha no pasaba…


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