Fabián Estoyanoff

Viajar de Aguada a Capurro en taxi lleva diez minutos. Y esos diez minutos te dejan en un lugar que parece una isla en la ciudad. El Parque Capurro emerge no se sabe muy bien de dónde, pero está tranquilo como un pueblo del interior. No tengo idea por dónde se entra y mi cara […]

Viajar de Aguada a Capurro en taxi lleva diez minutos. Y esos diez minutos te dejan en un lugar que parece una isla en la ciudad. El Parque Capurro emerge no se sabe muy bien de dónde, pero está tranquilo como un pueblo del interior. No tengo idea por dónde se entra y mi cara me vende de tal forma que el cuidacoches me pregunta qué estoy buscando.

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-Quiero ir al lugar en que entrenan los jugadores.

-Ah, ¿y qué venís a hacer?

-Tengo una entrevista con el Lolo.

-Mirá, este es el auto del Lolo. Ahí está la puerta, entrás y vas hasta el fondo. Decile al Lolo que el Pájaro te indicó el camino. Y decile que ya sé que antes no me dejaba el auto pero que ahora me lo deja, porque ahora confía ¿viste?

-Muchas gracias. Le digo, claro.

El Parque Capurro me parece hermoso. Me cruzo con jugadores que creo que son de la Tercera, les pido indicaciones, y atravieso un patio hasta la zona del vestuario de Primera. Un profesor me dice que espere sentada, que el Lolo ya entrenó y se tiene que bañar.

Pasan quince minutos, aparece el Lolo, lo saludo y me pide que espere a que se bañe.

Pasan otros quince minutos y llega bañado, peinado y perfumado. Con el termo y el mate y una mochila verde camuflada. Caminamos hasta las gradas en una zona de la tribuna del estadio, nos sentamos y arrancamos.

Su infancia en Paso de la Arena, la importancia de la familia y el fútbol

Nací en Montevideo, toda mi infancia la viví en el barrio Sarandí en la zona de Paso de la Arena. La verdad que fue una infancia hermosa.

¿Con quién vivías?

Crecí con mis padres, Erica y Raúl.  Con mi hermano Javier nos llevamos 14 meses y tenemos una hermana grande que se llama Karina. Era una familia numerosa, vivíamos con mis padres en Sarandí y mis abuelos vivían en Paso de la Arena y alrededor de la casa de mis abuelos vivían todos mis primos. Siempre fuimos una familia numerosa y  todos muy allegados, mis primos son como mis hermanos.

Nosotros vivimos en las casas obreras de Paso de la Arena, alrededor del Parque Bossio, en la cancha de Huracán de Paso de la Arena. Ahí todos andan libres, porque son todos familiares. Es un lugar lindo para jugar, hay cero peligros.

¿A qué se dedicaban tus padres?

Mi madre era peluquera, tenía la peluquería en casa. Nosotros éramos bastante fatales con mi hermano. Mi hermana siempre fue más seria y tranquila. La gente que me ve en Paso de la Arena se acuerda de mi infancia, de cuando iban a la peluquería a cortarse el pelo, a veces mi madre iba adentro a buscar el cambio y nosotros le volvíamos a poner el pelo en la cabeza a la gente. Mi padre era funcionario de Antel, después pasó a ser encargado de las comunicaciones.

¿Hiciste Primaria y Secundaria?

Hice la escuela en el barrio 3 de Abril, desde primero a sexto. Después íbamos al liceo en Paso de la Arena. Terminé Primaria, hice tres años de Secundaria y empecé de lleno con el fútbol. Era jovencito y se me complicaba el tema con los horarios. No pensaba en ser jugador profesional, porque jugaba porque me encantaba, debuté muy jovencito en Fénix, me citaron a la selección con 17 años y eso me hizo enfocarme en el fútbol y dejar de lado el estudio.

Empezaste en el club del barrio…

Mis comienzos fueron en Huracán de Paso de la Arena, en el baby fútbol del equipo del barrio. Jugaba porque me hacía muy feliz –como ahora-  y era en el barrio, estaban todos ahí, mis amigos también jugaban en Huracán.

Uno de los que más me inculcó el fútbol porque me llevaba a todos los entrenamientos fue mi abuelo. Siempre hacía cosas para motivarme, yo era goleador en baby. Mi abuelo me motivaba, me decía que si hacía un gol me regalaba una coca cola y que si hacía dos me regalaba panchos y coca.

El pasaje al fútbol profesional

¿Cómo llegaste a Fénix?

Me quedaba el último año de baby fútbol en Huracán y Fénix estaba entrenando en el Parque Bossio en la cancha de Huracán, fuimos varios compañeros del barrio a probarnos. El entrenador me vio diez minutos y dijo que después nos llamaban y a mí me llamaron. Fui uno de los afortunados. Empecé mi carrera en Fénix enseguida que terminé el baby, hice tres o cuatro años de inferiores y muy jovencito a los 16 años me suben a Primera para hacer pretemporada. Fue muy rápido todo. Debuté en Primera y tuvimos la suerte de conseguir el ascenso después de que Fénix pasara 18 años en la B.

Fue en ese tiempo también que te llamaron para la selección…

Enseguida que ascendemos jugamos dos partidos en el estadio y ahí me cita Víctor Púa para jugar la Copa América en el 2001 y ahí fue mi clic, con 17 años poder jugar una Copa América con la selección mayor fue algo espectacular. Eso fue lo que me cambió.

Me imagino la alegría de que todo se haya dado tan rápido, pero debe ser difícil mantener ese ritmo tan vertiginoso…

Yo mismo ahora estoy escribiendo un libro sobre eso. Se trata de que no todo es color de rosas en el futbolista. Creo que hay algo fundamental que no puede pasar desapercibido que es la familia. Tu cable a tierra. En el sentido de que te pasa todo muy rápido y si no tenés los pies sobre la tierra te podés volar un poco. En ese sentido yo siempre tuve mi cable a tierra en Paso del Arena. Sería muy injusto enfocarme solamente en mi familia. Es verdad que es fundamental para mantener los pies sobre la tierra, pero también lo son tu entorno de amistad, tu entorno de barrio.

Ver que a tu familia o amigos o gente que creció en tu entorno le cuesta llegar a fin de mes y que a vos a medida que van pasando los años y crecés en tu carrera y tu trayectoria las cosas se te van haciendo más fáciles en lo económico, eso es importante. Siempre es fundamental mantener las amistades. Más allá de la carrera exitosa que he tenido y quiero seguir teniendo, lo fundamental para mí es Paso de la Arena y rodearme siempre de esa gente que me rodeó a mí desde niño.

La ida a Europa

Cuando me fui tenía 22 años. Uno habla en el medio futbolístico y sos un jugador muy joven pero en la vida sos un bebé. Yo estaba en Peñarol y mi madre me despertaba con la leche, me despertaba dos o tres veces por mañana: “dale Fabián que llegás tarde”. Me levantaba con la leche en la cama, tenía la ropa pronta. Y de un día para el otro pum, estás en Europa.

Me fui a Valencia solo, porque al principio vas solo porque estás viviendo en un hotel. Ahí es donde más o menos empieza la historia que cuento en el libro, a mí se me hizo muy cuesta arriba más allá que jugaba en todos los partidos y era titular. Me costó mucho. Pero coincidí con un entrenador como es Víctor Espárrago, me acogió bien, me invitaba a comer en su casa con su señora.

También tuve a Fleurquín y al Cacique Medina que me acompañaron mucho. Pero se hacía cuesta arriba, extrañaba a mi abuela. Cada vez que me tocaba irme en el aeropuerto y saludar, aparecía ese pensamiento macabro que era: “¿los volveré a ver?”. Cada despedida en el aeropuerto te estás yendo a otro mundo y no sabés si vas a volver a ver a la otra persona.

Estuviste en Europa un tiempo y luego volviste a Peñarol…

En España aguanté cuatro años, después me volví a venir a Peñarol en el 2008, seis meses y me fui a Grecia. Yo estaba con Recoba en Grecia, estábamos muy bien, tuvimos dos años juntos y el tercer año me aguanté solo. Estaba con mi señora y mi hijo que nació ahí en Grecia. El tercer año me vine y decidí no volver a irme porque quería que mi hijo Santiago se quedara con los mejores recuerdos de la abuela.  Mi abuela tenía una edad avanzada y quería que le quedara ese cariño y ese recuerdo de la abuela. Es una de las mejores decisiones que tomé porque hoy por hoy mi abuela no está y mi hijo la recuerda con un gran amor.

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Su esposa y sus hijos

¿Cómo conociste a tu mujer?

Yo me había ido a España y ya la conocía. Ella tenía 16 años y yo tenía 20. Me acuerdo que estábamos en el barrio 3 de Abril, porque ella es de la barra de mis amigos, y ya había onda pero nunca había pasado nada, ni siquiera un beso. Un día estábamos en el auto y ella se me declara, me dijo que yo le gustaba y yo recuerdo que dos días antes me habían dicho que me iba a Valencia. Entonces, en mi afán por lo que yo sentía por ella, le dije que me iba a Europa y que para mí ella no era una mujer para estar un momento, que tenía 16 años, que si algún día se iba a dar que se diera para toda la vida. Me parecía que si nos dábamos unos besos dos días ella se iba a quedar sufriendo acá y creo que eso fue un poco lo que más la enamoró.

¿Y no pasó nada?

No pasó nada. Hasta el día de hoy ella me lo dice: yo creo que si ese día pasaba aunque sea un beso las cosas serían distintas. Yo sentía que con ella no era así y ella sentía lo mismo. Fue algo que nos marcó.

¿Entonces te fuiste solo?

Después me fui a España, firmé por Valencia y me fui un año a Cadiz. Después vengo y ahí ya fue diferente, nos vimos en algunos cumpleaños y empezamos a andar. Me vuelvo a España, porque vine por las vacaciones, y firmo en el Deportivo La Coruña. Ella estaba terminando los estudios y cuando me vengo de vacaciones un diciembre, ella tenía 17 años, hablé con sus padres, les dije que estábamos enamorados y que me gustaría que ella viajara conmigo para allá, porque se nos hacía insoportable estar separados.

Ella tuvo que viajar como menor y viajó con un cartel acá (el Lolo se señala el pecho) en el avión. Yo estaba entrenando cuando ella llegó a las diez de la mañana y yo la tuve que ir a buscar al mediodía porque no la dejaban salir hasta que no llegara el adulto responsable, que era yo en ese momento… que de responsable no tenía nada. Ahí arrancamos y ella hizo toda la gira en Europa conmigo. Estuvimos en Grecia y ahí empezamos a buscar al Santi.

¿Qué edad tenían cuando nació Santiago?

Yo tenía 26 y ella 22, por ahí. Santi es re compañero, los dos son re compañeros (se refiere también a Agustín, su segundo hijo). Yo los trato como amigos, vivo jugando con ellos a la pelota. Trato de traerlos a los entrenamientos. Agustín el más chico, tiene tres años, nació en Montevideo cuando recién llegamos. Dijimos: vamos a buscar el otro. Siempre tuve el sueño de que mis hijos se criaran como nos criamos mi hermano y yo, que es 14 meses más grande.

Siempre tenés una compañía, a toda hora. Y hoy por hoy reniego de que son fatales y me dicen: ahí tenés, son el calco de lo que eran vos con tu hermano. La llevamos bien, la madre es la que los tiene más cortitos y yo al ser más abierto trato de no estarles tanto arriba pero sí ponerles muchos límites. Si yo les hablo serio ya saben que algo pasa.

Muchas veces uno lee comentarios negativos sobre las esposas de los futbolistas y sobre el estilo de vida que llevan, sin embargo, su rol es fundamental en la vida del jugador. ¿Vos qué opinás?

El de la mujer es un trabajo ciego, no lo ve nadie. Uno tiene que estar en giras, en concentraciones, en épocas de pretemporada que estás lejos de tu casa, un montón de cosas. Ellas tienen que ocuparse del colegio, hacerles el desayuno, vestirlos, bañarlos… De repente te vas de gira veinte días o un mes y los nenes preguntan: ¿en dónde está? La verdad que es muy difícil ser la mujer de un jugador de fútbol.

El Lolo y Peñarol

Entre vos y Peñarol hay como un imán que los une, te vas pero siempre volvés y conseguís cosas importantes. ¿Qué significa Peñarol para vos?

Peñarol es mi vida, pero es mi vida porque me lo inculcó mi abuelo. Para mi abuelo Peñarol era una religión, era algo impresionante, era su estado de ánimo. Si Peñarol ganaba mi abuelo era feliz toda la semana, si perdía mi abuelo estaba sufriendo toda la semana, esperando para volver a verlo. Uno de niño siempre mama lo que vive, yo con mi abuelo era recontra pegado. Somos como diez primos y el más apegado era yo. Íbamos al estadio y veía a mi abuelo calentarse y dar la radio contra el piso.

La prueba está que en el 2001 cuando llego de la Copa América me viene a buscar Nacional y yo digo que no por mi abuelo y porque mi sueño era jugar en Peñarol. Imaginate para un botija de barrio que juega en Fénix que venga un equipo grande a buscarte y digas que no… Y bueno, ese año me quedé en Fénix y al otro año, en 2002, voy para Peñarol.

Y te enamoraste del club…

Y me enamoré de todo, me enamoré de Los Aromos, de la gente, me enamoré de conseguir títulos porque en menos de un año me tocó salir campeón con Peñarol. Y todo lo que se vino. Peñarol hacía como siete años que no clasificaba a Libertadores y en el 2008 clasificamos, me voy de vuelta, vuelvo y salimos campeones de nuevo. Cada vez que he venido a Peñarol me ha tocado conseguir cosas y eso también te va enamorando más. Y la gente también tiene mucha memoria y se acuerda del clásico aquel en que inflaron aquella gallina gigante, y uno haber estado en la cancha. El clásico 4 a 2, el 5 a 0 que fue mi último clásico jugado en Peñarol, pero lo que la gente más se acuerda es de los títulos, de las veces que saliste campeón.

Gracias a vos Peñarol se mete en semifinales de Copa Libertadores, fue histórico…

Eso fue gracias a todo el plantel y a todo el equipo, me tocó a mí ese gol mágico, ese momento soñado que describírtelo en palabras… no se puede. Solo lo pudo haber vivido la gente que estaba en ese estadio. No faltaba nada, minuto 90, estábamos quedando eliminados, los chilenos cantándonos: opa, opa afuera de la Copa. En un rinconcito los hinchas de Peñarol alentando a muerte. Y en una última pelota tiran un centro, mientras venía la pelota en el aire yo iba pensando un montón de cosas.

¿Qué pensabas?

Si el golero me la tocaba, si le pegaba de bolea fuerte o si la acariciaba, o si solo le ponía el pie. Los chilenos gritando y coreándonos que nos dejaban afuera de la copa. Viene esa pelota y veo que el golero sale y me deja el arco libre, le pongo el pie y cuando veo que entra te juro que fue el silencio más grande que yo escuché. Todo el estadio mudo y solo la gente de Peñarol gritando el gol desesperados. Se me tiraron todos los jugadores arriba, me faltaba el aire, me puse a llorar. De los goles míos en Peñarol, ese gol me marcó algo impresionante. El juez dio tres minutos de descuento y los chilenos nos tenían que hacer dos goles, todo el estadio estaba mudo, se escuchaba la hinchada de Peñarol. Jugué los últimos minutos sin parar de llorar de la emoción. Se me venían recuerdos de mi abuelo, pensaba: si él lo está viviendo me imagino cómo debe estar. Eso no se me va a olvidar jamás.

¿Fue tu mejor gol?

Ese gol… he hecho un montón de goles, pero ese va a ser irrepetible por cómo se da. Me imagino lo que debe haber sido el gol de Diego Aguirre para conseguir la Copa Libertadores, también con los chilenos. A veces me pongo a pensar lo que él debe haber sentido en aquel gol en la hora. Lo que debe haber vivido ese tipo en ese momento debe haber sido lo máximo, creo que hasta ahora él se debe erizar como me estoy erizando yo. Fue muy lindo todo lo que se dio, el estadio lleno y mudo. Se terminaba el partido y Peñarol no llegaba. Llegó esa pelota y nada más. Al hincha de Peñarol si hay algo que le quedó marcado fue eso, me dicen: lo que lloré con tu gol en Chile.

No sabés lo que fue esa Copa Libertadores. Fue algo hermoso. Los estadios estaban llenos. Hasta Neymar en una entrevista una de las cosas que dijo fue que ha jugado en todo el mundo y que algo que lo sorprendió fue la hinchada de Peñarol cuando vino a jugar la final. Fue una Copa Libertadores hermosa, fue un vínculo especial entre los hinchas y los jugadores, lo vivimos así en la cancha, el equipo y la gente eran uno solo. Fue espectacular. Y que un jugador como Neymar diga que lo sorprendió eso de la gente te hace sentir orgulloso de tu hinchada.

El temperamento del Lolo

Te he visto llorar de felicidad y enojarte con la misma intensidad, sos un hombre muy pasional y eso incluso se vio en aquel clásico que terminaste a las piñas. ¿Cómo lo recordás hoy?

Vamos derecho a que está mal. Pero vos con cualquier persona, amigo, familiar, cualquier hombre o mujer, va a jugar un fútbol 5 y hay una patada o algo. Pero acá sos un jugador profesional. Íbamos perdiendo 1 a 0, se armó un tumulto, Scotti empezó a hablar y empezaron a hablar todos los de Nacional y también estaba toda su hinchada atrás. Yo lo que quería era que se terminara el lío y poder volver rápido a la jugada. Yo veía que Scotti seguía discutiéndole al árbitro, yo quería que de todas maneras el partido siguiera, tenía fe en que pudiéramos ganar, porque faltaban varios minutos. Entonces yo le decía a Scotti: “ta Scotti, dejate de hablar, dejate de hablar, vamos a empezar”, y Pablo Álvarez me empuja. Yo le saco la mano a él para seguir hablando y este viene y me empuja otra vez y lo miro. Ya a la tercera vez que me empuja me sacó de las casillas. Vas perdiendo un clásico y todavía me empujás dos o tres veces y ahí me saltó la chaveta y reaccioné mal.

Después se armó todo lo que se armó, porque es obvio, en un partido así que estás a un montón de pulsaciones, uno tira una piña y se arma lo que se armó.

¿Qué te pareció lo que vino después: la ida al juzgado y a la cárcel?

Me pareció recontra exagerado el trato que tuvimos, con la Justicia, estar como unos delincuentes encerrados con asesinos. Escuchábamos de todo ahí adentro. El primer día estuvimos en un cuarto normal, el segundo día nos llevaron a la Aduana y estábamos con todo tipo de personas. Nos tuvimos que adaptar, todo un desastre, no nos sentíamos delincuentes. Nos hicieron declarar dos o tres veces, nos tuvieron tres días, después nos llevaron a Cárcel Central. Fue la verdad un momento feo que me tocó vivir en el fútbol.

¿Cómo lo viviste adentro de la cárcel?

Adentro de la cárcel con los otros jugadores estaba todo bien, todos sabíamos que había sido un momento de calentura que terminó adentro de la cancha. Es algo que sabemos todos los jugadores de fútbol, de repente estás adentro de la cancha y terminás en una piñata y al otro día te los cruzás en un shopping y está todo bien porque queda ahí, muy pocas veces la rabia continúa. Ahí adentro estábamos todos juntos. Llegaba comida para Peñarol y la compartíamos con los jugadores de Nacional y al revés. También compartíamos la comida con otros presos.

Fue un momento feo, me ponía en el lugar de mi familia y de mis hijos… Asumí la responsabilidad, dije: estoy acá porque me mandé la macana, pero la verdad no fue un momento lindo de vivir y no fue el mejor trato que se le puede dar a un jugador.

¿Cómo debería haber actuado la justicia?

Con todo lo que está pasando… Yo no justifico, estuvimos mal. Si nos hubieran llevado a la comisaría a hacer las declaraciones y luego a hacer tareas comunitarias. Yo no me meto en política porque no me interesa meter una crítica, pero sí me calienta que uno por una pelea dentro de una cancha de fútbol –ya sé que estamos dando un mal ejemplo y un montón de cosas- pero me calienta que uno tenga que hacer cualquier cosa y te entran al almacén, te pegan un tiro, o te ven en una moto y te pegan un tiro, a ese lo agarran y le dan prisión domiciliaria.

Uno ve la pelea que se armó en el fútbol argentino, les mandaron tareas comunitarias y les dieron ocho fechas, está bien, ¿sabés lo qué es para un jugador quedar afuera ocho fechas? Está de menos. Les dieron sanciones económicas, me parece bárbaro porque es donde más te duele. Pero preso no fue ninguno. Está perfecto. Me parecía que no era para que nos metieran como nos metieron con otro tipo de presos. Además de la manera en que nos metieron.

¿Qué les decían los presos?

Ellos más que nada estaban en la suya, queriendo zafar de las que se habrían mandado, o las que no. Pero dentro de todo el ambiente con los jugadores fue bueno. Obvio que había algún hincha de uno y otro cuadro, algunas cosas te gritaban pero no pasó nada.

A Uruguay llegó un video que mostraba cómo le pegabas a otro jugador en un partido de la Liga de Asia ¿qué pasó?

Soy re calentón. Es como decís vos: soy pasional, para los dos lados. Si me emociono lo demuestro y si me caliento, me caliento. No tengo punto medio. Fue todo. Ese era un partido como si fuera la Libertadores de acá, era la Champion de Asia. Nosotros fuimos a jugar a Qatar y ellos nos ganaron y el japonés le pega de mala leche a un compañero mío y le rompe tibia, peroné y ligamentos cruzados, le rompió todo en una sola jugada y ni siquiera lo expulsaron. El japonés en la semana había hablado. El partido era ida y vuelta, entonces después fueron a jugar a casa. Iban dos minutos del primer tiempo y yo voy a patear un tiro libre de la medialuna y el japonés se me para al lado y dice: “tranquilos, tranquilos va a patear Cristiano Ronaldo”. Iban dos minutos del primer tiempo y yo ya estaba quemado porque el tipo había quebrado a uno. Lo miré pero me hice el boludo. Porque yo hago más o menos los mismos pasos de Ronaldo para atrás, pero no le pego ni cerca. Pero me lo dijo así y ya me pegó mal.

Entonces pateo y pega en la barrera, le pegué horrible y el japonés me aplaudía. Sigue el partido, la primera que me queda dividida lo tranco legal y él me tranca y me raspa la canilla y sigue. El juez no cobra nada y él se para adelante mío  me hace un gesto con las manos para que me levantara. Y yo pienso: la primera que me quede, lo mato. Sigue el partido, me tiran una pelota larga, la paro de pecho, le pego y gol. Lo salgo festejando y el línea levanta la bandera… y el japonés me empieza a señalar y se ríe.

Ahí ya está, lo miro y le digo: te voy a matar. Fuck you, fuck you, le decía yo. No sé ni lo que significa pero sé que es una puteada. Nos hacen un gol y nosotros ya teníamos que hacer como tres o cuatro. Ya era todo con el japonés, no solo yo, todo el equipo. En una me la tira para un costado, le pongo el cuerpo y él se tira y se agarra la cara, viene el juez y me saca amarilla, el japonés me mira del piso y me hace caras. Voy a patear un tiro libre como de 40 metros y digo: le tiro a pegar a él, le tiro y le doy al que estaba al lado. Él se reía y yo le digo: after match, you speak, después del partido hablamos. Termina el partido y el primero en irse es él y yo lo entro a mirar.

Nunca me imaginé que había una cámara allá arriba, voy entrando al túnel y me saco la camiseta para que el juez no se diera cuenta. Dijeron que le había pegado de atrás pero yo no le pegué de atrás, lo agarro, lo giro y lo pongo contra una lona y le digo: speak now, pero no lo dejé ni hablar, lo giré, le pegué la primera piña, se agachó y le seguí pegando hasta que vino el técnico de ellos y me sacó. Me saqué las ganas, me dieron seis fechas de la Champion de Asia. Fui un boludo. Eso pasa mucho adentro de los túneles pero nunca te agarra la cámara. Pasa en todos lados. Hace poco pasó con Luis, pero no salió porque es más inteligente.

La fama del jugador uruguayo está relacionada con su temperamento…

El jugador uruguayo es más calentón. Cuando vas a jugar a Europa al uruguayo le tienen mucho respeto. A otros de repente los agarran de pinta, al uruguayo no lo pisotean, saben que el uruguayo va al frente. Porque el ser humano es así de tantearte, te ven débil y te quieren humillar. Ya en el primer entrenamiento te ven y te dicen sudaca, y vos: pará, me querés decir uruguayo decime uruguayo, pero sudaca no me digas. El uruguayo es muy querido en Europa, es algo diferente a la fama que se ha hecho el argentino. El uruguayo es muy respetado por ese temperamento que tiene.

El año pasado después de un clásico se viralizó un audio tuyo criticando al Japo Rodríguez ¿qué pasó?

Yo  hablé con el Japo. Pero eso es de lo que hablábamos al principio. Yo soy muy temperamental, lo mío es te quiero, te quiero y chau, y si no te quiero, no te quiero. Que no tiene nada que ver con este tema del Japo. Me salió de lo espontáneo que soy. Al no estar jugando yo lo veo como un hincha. Y ese partido lo estábamos mirando y yo tengo un grupo de whatsapp y Peñarol iba perdiendo. Es un grupo de whatsapp de pesca y también hay hinchas de Nacional. Íbamos perdiendo y me estaban sobrando por mensaje. Termina el primer tiempo, Peñarol perdía 2 a 0 y en los audios yo digo: no te confíes, esto es Peñarol, arranca el segundo tiempo y los pasamos por arriba. Y dicho y hecho, empieza el segundo tiempo y Peñarol era otro, le hizo el 2 a 1 y ahí es que me caliento.

Viene la pelota del Japo y lo echan. Ahí yo apretó el audio y digo: la puta que lo parió Japo, eso no es meter, meter es lo que hace Macaluso. O algo así. ¿Pa’ qué? Se ve que alguien copió ese audio porque había 20 audios que me hubieran dejado espectacular con la gente, pero fue algo que me salió. Después llamo al Japo y le digo: te podría decir que no soy yo, pero soy yo, me calenté. Él sabe, porque yo tuve vestuario con él, que yo se lo digo a cualquiera.

Hay veces que el equipo está medio flojo y adentro del vestuario le digo: acá en Peñarol se puede jugar mal, se puede jugar bien pero no se negocia la actitud, vamos a correr todos y a meter todos. Siempre estoy tratando de alentar, entonces ya te conocen. Adentro del vestuario se habla como hombres: vos dejá de jugar para la tribuna, yo a partir de ahora pelota que agarre la meto al área, cosas así. Y él me dijo: Lolo, ya te conozco.

Lo que pasa que el audio se lo mandaron 20 amigos, pero él me conoce y sabe en qué términos lo dije yo, que era un hincha que no estaba jugando. La entrega en Peñarol es innegociable, si no entregás en Peñarol, no podés jugar.

A la espera de Peñarol

¿Tenés contrato con Fénix ahora?

No. Estoy entrenando hace un mes. Hicimos un pacto con la gente de Fénix porque esta es mi casa. Les dije que el viernes cerraba el plazo de pedir pases y que yo era un jugador libre. Entonces iba a dar una semana más para que cuando cierre el período de pases y digan: bueno, vamos a buscar un jugador por la banda derecha, libre. Y libre hoy por hoy puntero de banda derecha soy yo, en caso que Peñarol u otro equipo, fuera de Peñarol porque yo en Uruguay solo juego en Peñarol o Fénix, entonces el único jugador por banda derecha libre soy yo.

¿Hablaste con el Polilla?

Con el Polilla hablé en las Fiestas, después cuando asumió en Peñarol le mandé mis felicitaciones y nada más. Nunca tuve un diálogo de ir o de él manifestar que me quería. Sí he escuchado en las entrevistas que le han hecho que él ha manifestado que le gustaría tenerme en el plantel, por las cosas que hemos conseguido juntos.

A veces cuando conseguís cosas afuera de tu país también tiene lo suyo. Más allá que no comparo nada con haber salido campeón con Peñarol, pero salir campeón fuera de tu país es algo muy lindo y lo hicimos juntos. Me tocó salir campeón de Liga de Arabia y lo hicimos con él. Las dos veces le rendí, anduve bien, fui figura en Peñarol y allá en Arabia. Creo que por ese sentido a él también le gustaría que esté en Peñarol.

El Polilla te quiere, los jugadores te quieren, la gente te quiere ¿qué falta?

La gente todavía tiene un poco de esperanza, a mí se me está yendo un poco. Soy muy creyente, ya podrás ver (el Lolo abre los brazos y me muestra sus tatuajes, la mayoría relacionados con la religión). Que te quiera el entrenador, que te quiera el ayudante que es Darío, que te quieran los profes, que te quieran los jugadores, que te quiera la gente.

Y sí, todos esos factores cierran. Mis ganas también, que es una de las cosas más importantes. No sabría cómo contestarte esta pregunta. No sé qué es lo que pasa. Si me dijeras: vamos a mirar resultados, Estoyanoff volvió cuatro veces, fue tres veces campeón uruguayo y la vez que no salimos campeones con Aguirre nos enfocamos en la Libertadores y llegamos a la final. No sé, por resultados no es. Creo que a Peñarol le estaría faltando un jugador por afuera.

¿Viste el debut de Peñarol en el Clausura? ¿Qué te pareció?

Lo vi, vi todo. Me miro hasta las previas cuando juega Peñarol. Me pareció un muy buen primer tiempo de Peñarol, triangulando, encontrando combinaciones. Creo que fue muy bueno haber conseguido enseguida el gol. En el segundo tiempo Cerro entró muy bien, entró a pelear y a luchar y hubo momentos en que tuvo a maltraer a Peñarol. Los últimos diez minutos Peñarol lo fue metiendo a Cerro en el arco.

¿Qué opinás de Diego Forlán?

Forlán es un clase A. Es diferente. Es un jugador con una calidad extraordinaria. De esos pocos jugadores que no sabés para qué lado te va a enganchar ni con qué pierna le va a pegar. Me parece espectacular que esté en Peñarol, primero por lo que significó el padre y después porque lo conozco a él internamente por la selección y muchas veces que hemos hablado en el vestuario. Sé que es un hincha de Peñarol que se entrena como pocos, además le da una imagen espectacular a Peñarol. Creo que le falta un poco de compañía en el juego, para que lo entiendan, porque es un jugador diferente. Creo que le va a dar mucho a Peñarol, más que nada en esta Libertadores.

Hablás de la Libertadores y me imagino que desearías poder formar parte de eso ¿no?

Claro que sí. Me dan abundantes ganas. Tengo un poco de fe de poder estar ahí. Pero la realidad es que hoy estoy acá en Fénix, esperando a ver qué es lo que pasa en estas últimas horas. En caso de quedarme acá voy a brindar lo mejor al equipo.

La religión

Soy muy creyente por mi abuela y por mi madre. Creo mucho en la Virgen y en Jesús. Creo mucho en dios, pero si hay algo en lo que realmente creo es que va en lo que vos hagas. Si hacés el bien te viene el bien y si no hacés el bien, en algún momento las pagás. Trato de ser cada día mejor persona, trato de siempre ponerme en el lugar de la otra persona, al recibir lo que sea. En los años que tengo aprendí que antes de decir cualquier cosa tengo que pensar cómo me pondría yo si me lo dijeran a mí. Esa es mi manera de vivir.

Algo que me inculcó mi madre de chico es demostrar lo que realmente sentís por una persona. Aunque te parezca que la persona lo sabe, no lo decimos. Mi madre siempre me inculcó: a veces la persona no lo sabe o lo sabe pero espera que se lo digas. No se me cae un anillo en ningún momento decirle a una persona que la quiero. Esa es mi manera de ir siendo cada día mejor persona, mejor compañero, mejor padre y mejor hijo. Es mi filosofía de vida.

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Pasó una hora desde que arrancamos la entrevista, el calor y la humedad hacen que el día sea demasiado pesado para estar sentados en este lugar.  Pero no importa. El Lolo habla nervioso, no me mira casi nunca a los ojos, tiene las uñas mordidas y mientras responde se raspa una herida vieja que tiene cicatrizando en la pierna. Está vestido impecable, combinado, tiene unos championes blancos inmaculados y un rolex de malla verde en la muñeca. Cuando aparece alguna brisa, el perfume dulce que tiene me da de lleno en la cara. Le pregunto qué hace en su tiempo libre y me dice que le gusta estar rodeado de amigos.

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¿Qué vas a hacer ahora?

Soy mucho de mis amigos, ahora me voy de acá, paso a buscar a mis hijos por el Prado, los llevo a Paso de la Arena, me quedo toda la tarde. Mi primo tiene una carpintería en Paso de la Arena, apronto un mate, me quedo ahí, va mucha gente, conversamos, me quedo hasta la noche.

No puedo estar solo nunca. Odio la soledad. Le tengo miedo a la soledad. Quizá algún día lo tendré que tratar con un psicólogo. A veces te preguntan ¿a qué le tenés miedo? Yo le tengo miedo a la soledad, he llorado mucho, he sufrido mucho. Principalmente este último tiempo que me tocó estar solo en Arabia, la pasé mal…

Por primera vez en una hora llega el silencio. Creo que significa que la entrevista llegó a su fin.

¿Te puedo sacar algunas fotos para la nota?

¡Obvio! Me gusta más una selfie que un plato de comida.

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por @carlaUG


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