Adriana Marrero: "Hay algunas repeticiones que podrían justificarse; la obligación es que nadie se quede atrás"

Adriana Marrero, socióloga, doctora en Educación y exgrado 5 de la Universidad de la República, se refirió a las dificultades que generó la pandemia a nivel educativo y expresó su opinión sobre una de las medidas planteadas por el Gobierno para atenuar el impacto de la virtualidad.

El Gobierno estudia por estas semanas el impacto que habrá tenido la pandemia en la educación y aún no está claro cuál será el método de evaluación que se usará a fin de año. El presidente Luis Lacalle Pou anunció que analizan juntar el 2020 y el 2021, lo que les daría a los estudiantes un período mayor de tiempo para demostrar los saberes que adquirieron. ¿Qué tan posible es revolucionar la educación en este contexto?

Es un desafío. La medida de pasar a todos sin repetición tiene dos lecturas diferentes. Por un lado, parece razonable porque sería muy injusto penalizar a los chicos que no tienen las condiciones de apoyo haciéndolos repetir el año. Depende de cómo se instrumente el año que viene esta diferencia entre los niños que han aprovechado y los que no. La no repetición me parece una medida de fuerza mayor. Cada escenario es distinto. Hay niños que no se han conectado en toda pandemia.

Sobre la reforma en la educación

La repetición ha sido problematizada con algunos argumentos a favor. Es intolerable que haya en un grupo un 20-30 % de repetidores. Ese modelo de repetición está acompañado por un modelo de adelantamiento en el que si un chico está por arriba de lo esperado se le permitiría adelantarse al curso. Son cuestiones de índole pedagógico. Hay algunas repeticiones que podrían justificarse. La obligación es que nadie se quede atrás. Si hay alguien que tienen dificultades, se puede detectar más temprano y debería haber ayudas con otro personal de apoyo especializado y distinto a la maestra para ese niño en particular. La falta de prespecialidad ha afectado a esto.

El sistema ha venido sin variaciones desde hace décadas. Hay un modelo que nosotros nos hemos de enorgullecer, pero tiene problemas de todo tipo con niños que no leen o no escriben a la salida de la escuela. Nos seguimos enorgulleciendo de un sistema que tienen muchos problemas. Parece que cualquier critica que se le haga es una crítica al sistema. Hay que animarnos a repensar el sistema desde lo pedagógico y de lo que ocurre en el aula, no desde lo organizacional. Lo principal es la formación docente. Tenemos un problema con la formación de los recursos humanos. Hay muchos docentes que se esfuerzan en hacer las cosas mejor, pero eso es algo que no se le exige al sistema, lo hacen porque ellos quieren.

Cambios en la educación

Algo que podría haber sido instrumentado son los cambios a nivel administrativos y pedagógicos. Desde los administrativos se podrían haber modificado reglamentos como el estatuto docente que sigue privilegiando la antigüedad y la permanencia al sistema. Por ejemplo, tenemos gente muy calificada en la ciencia, pero si quisieran dar clases en secundaria tendrían gravísimos problemas porque antes de ellos hay un conjunto de personas menos calificadas que tienen prioridad.

Todos los institutos de formación tienen una inclinación normalista y están sumergidos en una lógica de transmisión de conocimiento y no de investigación y generación. Para ellos el conocimiento es lo que han aprendido.

Cambios en la gobernanza

Hay unos cambios que no me parecen inadecuados. La representación docente en los consejos es problemática. Hay que evitar la doble y triple representación. Tenemos la representación ciudadana y las autoridades de la enseñanza son elegidas con venia del senado. Además si apareciera la representación corporativa, no deja de tener sus problemas porque se introduce una lógica corporativa y se deja de lado otros cuerpos que podrían tener problema. Desde mi formación en filosofía soy reacia a la representación corporativa porque son diferentes a los intereses sociales.

Su renuncia como grado 5 a la Universidad de la República

Yo a la universidad y dar clases las extraño cada segundo de mi vida. Fue muy doloroso. Renuncié por acoso laboral y no lo superé. Para mí son 40 años en educación publica, 30 años dedicados a la universidad,, cuatro títulos, tres grados cinco ganados. Una y otra vez tengo que explicar las renuncias y un acta en el que digo que los consejeros expresan que a mí no me quieren por razones políticas.

Se preguntaban si valía la pena anular o no el llamado porque yo lo había ganado. A mí me obligan a presentar una constancia en BPS donde no figure ningún tipo de aporte. Me quitan la posibilidad de trabajar a cambio de unos 25.000 pesos. La gente que piense que eso es una compensación es un delirio. Todo el mundo sabe que las relaciones están topadas. El derecho al trabajo no se compre ni se vende.


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