Ana Laura Gutiérrez: "Yo creo que hay un pacto de silencio muy grande"

Las hermanas Gutiérrez están al frente de Historias Desobedientes en Uruguay, un colectivo regional que nuclea a hijos de represores durante la dictadura que militan por la búsqueda de memoria, verdad y justicia, informó días atrás La Diaria. Sobre la actualidad en el ejército, Ana Laura expresó que "hay círculos de violencia que se siguen ejerciendo. Hay cosas que se deben cambiar".

De la carrera militar de su padre solo saben que entró en 1972 al Servicio de Materiales y Armamento, una dependencia del ex Batallón de Infantería 13. A lo largo de su vida, hasta su muerte en 2019, Armando Gutiérrez prefirió el silencio.

Este año, por primera vez públicamente como hijas de un represor de la dictadura, Irma y Ana Laura marcharon el 20 de mayo.

Colectivo de hijos de represores durante la dictadura

Allí un día conversando con un señor que estuvo preso en La Tablada, le comenté mi historia, hasta en ese momento me daba mucha vergüenza hablar en el círculo que me movía, de que mi papá había sido soldado, que llegó a ser sargento. En aquella época que había dicho mi papá teníamos duda sobre la identidad, sobre todo sobre la mía, también tenía él tenía algunos episodios de delirio en los últimos momentos.

Por el barrio llegué a trabajar en el sitio de la memoria. Lo que queremos los vecinos que ese lugar funcione y llegue a los niños para generar la memoria colectiva para que no vuelva a ocurrir lo que ocurrió.

La manera de entender la proceso cuando tenía entre 14 y 15 años. Siempre le cuestioné y le pregunté a mi papá sobre lo que pasó. Me chocaron muchas respuestas y casi siempre me llevaban al choque. Me frustraba con lo que decía y me terminaba peleando. Él creía que había una lucha contra la subversión y que ellos estaban defendiendo a la patria. Muchas veces le llegué a preguntar por Helena Quinteros. En mi casa sobre la dictadura no se hablaba. En el liceo me empecé dar cuenta de algunas  cosas. No sabía que mi papá estuvo en el mayor centro de detención clandestino hasta que tuve 25 años, cuando hablando con una compañera me di cuenta. Un centro de tortura no necesito de mayores pruebas, las cosas que me dijo y jamás él se arrepintió, para mí él ya tuvo participó aunque no haya torturado. Le cuestioné y pregunté si sabía dónde estaban los desaparecidos, si podía dar algún dato, en algún momento me dijo que ahí en el batallón no iba aparecer nada. En algún momento de mi vida escuché que los habían tapado con cal y que ahí en el batallón no iba aparecer nada.

La bronca que tenemos nos hace pensar que no son nuestros papás. Mi papá era un padre despreocupado de sus hijas. A veces la violencia no es solo la física y eso a veces uno duda de su identidad. Ese sentimiento de bronca por lo que ocurrió te hace sospechar de tu identidad. En algún momento pensé que era hija de secuestrados, pero luego hablando con la familia nos aseguraron que a mi madre la vieron embarazada de mí y de mi hermana.

Familia

Siempre digo que mi papá tenía dos hasta tres caras. Una en la que su personalidad en el ejército, otra muy diferente en casa y una muy diferente hacia las afueras de nuestras casas. a mi familia le cuesta y es un proceso muy doloroso sobre la cuestión familiar. Tengo el apoyo de mi hermana, quien me acompaña en este colectivo, también mi prima y hay apoyo de muchísimos familiares. Otros preferimos no tocar el tema. Conozco casos de compañeros de hasta sus hijos han cuestionado el accionar de sus padres sobre los mandatos familiares.

Mi nena tiene 10 años y vivió un abuelo excelente. Para ella fue muy difícil entender esto. Hoy viene haciendo otro proceso. Lo vemos en muchos compañeros. Tenemos sobrinos e hijos que les cuesta juzgar lo que hicieron. Estamos totalmente en contra de lo que pasó, pero familiarmente cuesta hacer esta ruptura. En algún momento mi hija me llegó a decir de que estaba traicionando a mi papá. En casa no se hablaba, pero luego hablándolo y que vean otras realidades, conversaron con personas que estuvieron presas, cuestionar a ese abuelo no, pero cuestionar a esa persona sí.

Compañeras con 30 años cuando procesaron a sus padres se dieron cuenta de que sus padres estuvieron vinculados a la dictadura. El hecho de que él no nos prestara tanta atención hizo que tomáramos la postura que tomáramos. Hicimos caminos muy diferentes, por ejemplo mi hermana se casó con un militar y ese es otro proceso.

Yo creo que hay un pacto de silencio muy grande. Hasta el último día de mi papá, él recibía llamadas de colegas y estaban presentes. Estoy convencida de que mi papá sabía. En algún momento tenía la chance de conseguir algo, pero terminábamos discutiendo y él se ponía mal y no llegábamos a nada. Aunque sea sé que sabía algún rumor. Él me dijo, jamás van a encontrar nada, los tapábamos con cal. Aunque no haya prueba de que él hizo algo, igual se incluía en ese discurso.

La visita hacia el 300 Carlos aún no me siento preparada emocionalmente para visitarlo. Recuerdo que ese lugar siempre me generaba algo.

Llamadas

Sé que fueron compañeros de él que hicieron todo el servicio y se jubilaron con él. Compañeros de camaderia. Creo que él no necesitaba que le recordaban, él estaba muy convencido de que no tenía que decir. Sí se notaba la fraternidad de que acá estamos, nos acompañamos, no tenemos que decir nada.

Vínculos

Hemos conversado en la marcha. Nos encontramos con algunos familiares. Se habla de los desaparecidos, tenemos también las víctimas que fueron víctimas de abuso, niños que iban a las visitas de sus padres y eran abusados. Niños que nacieron en la cárcel.

Se juzga a los que están arriba, a los altos mandos, pero también están los de abajo también, eran parte de esa violencia día a día.

Marcha del silencio

Fue súper emotivo. Fue súper emotivo poder decir que los hijos de los represores estamos acá y acompañándolos en esta lucha.

Las compañeras que están en el colectivo y no quieren salir hablar, es porque romper esos vínculos y cuestionamientos familiares son muy difíciles. Salir hablar públicamente es muy difícil. La vergüenza de salir hablar sabiendo que sos hijo o hija de represor es muy difícil.

Relación con la madre

Teníamos una relación distante. Nos veíamos cada tanto. Mi mamá guardó muchísimo silencio, tanto silencio guardó que hasta 6 meses de fallecer me dijo que tenía que contarme cosas que sabía de mi papá, pero sentía que no estaba preparada, pero al final no me dijo nada. Seis meses después muere y nos dejó un signo de interrogación enorme.

Estaba confiada de que yo no tenía que buscar la información, sino que la tenía que buscar el Estado. A veces me cuestiono de por qué no me fui por tal lado en la búsqueda de información. Sé que no soy responsable de encontrar información, pero sigue siendo difícil.

Cuando salió lo de cabildo había familiares de represores que decían que esto no debería ser así, pero me molesta que hablen por mí y por eso había que salir a marcar la cancha.

Para mí no puede haber perdón. Esta gente no puede salir impune si no hay una arrepentimiento. Acá no existe un arrepentimiento genuino. No digo por estos pocos que están presos, sino el ejército tiene que tener un arrepentimiento de lo que ocurrió. Hay círculos de violencia que se siguen ejerciendo en el ejército. Hay cosas que se deben cambiar. Mi hermana empezó hacer el encare de este proceso mucho después de que se separó. Ella vivió violencia, encima vivía en un edificio militar donde estuvieron a punto de matarla, pero nadie sintió ni vio nada.


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