La asunción de Fernando Pereira como presidente del Frente Amplio implicó la creación de tres comisiones: de Género y Feminismos, presidida por Patricia González, exdirectora de la División de Género de la Intendencia de Montevideo; una Comisión de Cultura, bajo la dirección de Gabriela Iribarren, excandidata a la departamental de Montevideo; y una Comisión de Derechos Humanos, que está a cargo de Adriana Barros, dirigente de la Vertiente Artiguista.
La creación de una Comisión de Género en el Frente Amplio
Creo que hay una sensibilidad particular, una noción que los temas de género tienen que ser más centrales dentro de la fuerza política. Hay una disputa larga a la interna de nuestra construcción política, pero es un planteo jerarquizar la discusión. No solo que haya paridad, sino que dar la discusión sustanciosa de cómo hacemos política adentro de la fuerza política. Hay cosas que están en tensión que no son tan simples. Hay una apuesta de complicarnos un poco la vida a cambiar en el adentro. Hay algo que llegó para quedarse y hay una pregunta de cómo la fuerza política, que tiene como objetivo representar a la izquierda, pone esto adentro de sus practicas y temas centrales. Creo que tenemos un desafío de empezar a construir de otra manera. Empieza o continúa un tramo largo y conflictivo, espero que sea.
La decisión de crear la Comisión de Género
A los partidos políticos, a las organizaciones clásicas, les cuesta mucho incorporar una forma de hacer distinta o de comprender una manera de hacer distinta. No solo tiene que ver con incorporar a las mujeres, sino que las agendas. A lo largo de la historia del FA, hemos tenido que elegir entre ser de izquierda y ser feminista.
La historia de las mujeres que estuvieron presas es la historia de las mujeres. Hay una invisibilidad en las construcciones, en cómo las decimos y contamos, que es parte de lo que queremos poner en discusión. Es para decir que las mujeres vivimos de otra manera, estuvimos en otros lugares, nos pasan otras cosas. Queremos discutir en el adentro y para afuera también.
Hay un conjunto de practicas permanentes que hace que la supervivencia de las mujeres le hace difícil. Es muy difícil tomar la palabra, que los compañeros, sobre todo de la vieja guardia, reconozcan lo que tenés para decir. Seguimos encargándonos mayormente de las cosas domesticas. Entonces, es difícil ocupar los espacios.
Hay cosas prácticas y materiales en la cotidiana de la práctica política de pegarle a la mesa, el griterío, impongo mi punto de vista. Eso pasa en todos lados. ¿Tener desacuerdos? Sí, obvio. Esa es la política. Discutimos, pero hay una cuestión de respeto que es importante. Creo que lo más importante es la invisibilidad de todo lo que esta atrás cuando vez a una mujer sentada en una mesa. La vivencia de las mujeres jóvenes dentro de la política es una vivencia bastante más difícil: que te den bola, que crean que lo que decís es importante, el no considerar que las mujeres podemos ocupar espacios de la misma manera que lo ocupan los hombres. Ocupar espacios implica hacerlo en la manera que lo hacen los hombres. Quiero eso, quiero militar esa manera de construir política. Eso hace una forma de militancia que es distinta.
Yo creo que hay un desafío de construir una estructura más cómoda para los feminismos y las mujeres, porque no todas las mujeres somos feministas. Hay un desafío también entre nosotras una discusión sobre lo que es y qué no es la violencia política, cuáles son los limites. Creo que hay una disputa pedagógica de la transformación de la cultura de la política. El feminismo tiene mala prensa, mala historia. Quedaron las feministas en la historia como locas, y en realidad siempre ha sido un movimiento pacifista y pacífico. No matamos a nadie. Capaz que decimos las cosas tantas veces que a las decimos más fuertes.
La evolución del movimiento feminista
La gente sabe que dentro del sindicalismo hay corrientes. Hay un tema también y es que no tuvimos formación en feminismo. Se ha leído muy poco de la historia de las mujeres. Hay muy poca formación general para decir que el feminismo radical tiene 200 años, no empezó ahora. Hay vertientes, posiciones distintas, y yo me siento representada por mujeres que militamos con varones y militamos en organizaciones mixtas.
El feminismo es una disputa de poder, pero no una disputa por el cargo político para que una mujer esté en un lugar. Una mujer no sirve para nada. Que haya una mujer en un lugar no cambia nada, sino que grupos de mujeres y procesos de mujeres que toman protagonismo dentro de los procesos políticos.
Hay más mujeres haciendo política. Yo creo que las mujeres que llegan a la política habilitan a pensar. No creo que una o dos o tres mujeres, sea una emergencia del feminismo en la política. Creo que tiene que ver con la transformación de la política, de hacer política de otra manera. En la intermedia sigue siendo difícil para muchas mujeres. El feminismo propone una transformación cultural y social. Lo interesante es que el partido político que representa a la izquierda unificada en este país considera que eso es importante y tiene que tener agenda dentro de su propia fuerza política.
La controversia por el paro general el 8 de marzo
Creo que hay una cuestión de autonomía y hay un dilema de interpretaciones. El paro internacional de mujeres es un paro internacional que plantea que si paran las mujeres, para el mundo. No es un paro de trabajo solamente, es un paro doméstico, que te des cuenta de todo lo que hago en el día para que vos vivas. Es un proceso de discusión política más grande que el paro de trabajadores y trabajadoras. ¿Era una buena señal para el feminismo hacer eso? Sí. ¿Tiene que hacerlo el movimiento sindical? Formalmente no lo tiene que hacer.
A lo que sí me niego es decir esto es mujeres contra mujeres. No puede ser mujeres del movimiento feminista contra mujeres del movimiento sindical. Tienen diferentes planteos. Tiendo a pensar que las organizaciones más clásicas, como la que yo integro, deberían trabajar en acercarse al feminismo y eso es una señal de época.
La controversia de militar por el Sí el 8 de marzo
El feminismo tiene una conducción propia, y es difícil de interpretar para quien lo ve de afuera. Por supuesto que hay articulación feminista y las marchas no salen de la nada. Ahí se construye la proclama y el lineamiento político. Lo construye el movimiento feminista, no el FA, ni el movimiento sindical. Sería muy bueno que pudiéramos decir que la proclama del 8 de marzo es la proclama que saca adelante el movimiento feminista en sus articulaciones y respaldamos, leen y nos comprometemos con la proclama feminista.
El movimiento sindical tiene la posibilidad de decir que ese día vamos a militar por el Sí. Es muy probable que muchas mujeres frenteamplistas vayamos el 8 de marzo a militar por el Sí. Porque para nosotras importa. El 8 de marzo no es solo de nosotras. Hay un ámbito de encontrarse en un ámbito que es superador. Es poder interpretar cómo lo siente la otra cuando vengo con ese planteo en una manifestación que es mucho más grande. Es importante encontrar lo que nos une entre las mujeres y los feminismos. Nos dividen un montón de cosas.
Funcionamiento de protocolo de actuación de violencia basada en género
Ha dado garantías, en primer lugar, de construcción del debido proceso. Ha permitido que las denuncias de violencia interna tengan un canal formal con un proceso debido. Es muy difícil denunciar a un compañero y hay casos de violencia extrema y casos de violencia política más acostumbrada, permanente y persistente. Creo que hay fortalecer el espacio pero también dar las discusiones de las transformaciones que necesitamos para que eso pase. Es necesario construir garantías para muchos casos, pero no vamos a poder sacar a todos los compañeros que tengan prácticas machistas.
Ha habilitado hablar, a decir y nos ha permitido a nosotros a interpretar el problema.
