Iglesia Católica desarrolló protocolo para evitar nuevos casos de abusos sexuales: sacerdotes no pueden estar solos con menores en lugares cerrados

"Esto no debería haber pasado, es un dolor muy grande y una incoherencia muy grande", señalan.

Desde hace un tiempo, la Iglesia Católica a nivel mundial  está sacudida por denuncias de abuso sexual por parte sus integrantes a menores de edad. En Uruguay, sus autoridades transmitieron la  decisión de hacer un protocolo de acción para evitar nuevos casos (al menos hasta ahora se han presentado unas  40 denuncias).

Abordamos el tema junto al monseñor Milton Tróccoli, secretario general de la Conferencia Episcopal del Uruguay y obispo de Maldonado.

Es un proceso que se ha ido dando en etapas desde que empezaron a surgir las denuncias en distintos lugares. Aquí en Uruguay también tuvimos denuncias.

Ahora elaboramos una guía de prevención de abusos sexuales, que busca elaborar ambientes seguros, no solo para los sacerdotes, sino para todos los que tienen actividades vinculadas a la Iglesia.

Se dan normas y pautas, algunas muy básicas y otras más delicadas. Sacerdotes, catequistas y animadores no pueden estar en un lugar cerrado y sin ventanas charlando con menores. En los campamentos siempre debe haber padres acompañando. La comunicación con los docentes debe ser a través de la plataforma del colegio, y no a través de las redes sociales.

Esta guía es un pedido de la Santa Sede. Primero fue el protocolo de actuación ante denuncias, y ahora esta guía de prevención. El objetivo es que estos casos nunca más vuelvan a pasar.

El papa asumió la actitud de decir que de este tema tenía que salir todo lo que hubiese. Se abrió el abanico, con total transparencia, para sacar para afuera todo lo que esté mal con el objetivo de sanarlo y sanearlo.

Apenas llega la denuncia hay que separar al sacerdote del cargo que tenga, y no puede ejercer hasta que no se clarifique la situación. Hay que ver si la denuncia es verosímil, pero, en general, cuando se le pregunta, el sacerdote reconoce la situación.

Los abusos son un fenómeno social, no solo de la Iglesia. No deberían haber pasado en la Iglesia: ahora buscamos que no pasen más.

Ahora hay varios instrumentos de psicología y sociología para el discernimiento y aceptación de los candidatos que ingresan al sacerdocio. Eso ha sido muy importante. Hay factores psicológicos que indican que la persona no debería ocupar un cargo así.

En otros casos también se creía que con el arrepentimiento alcanzaba y se creía que esa persona no lo iba a hacer más, pero ahora se ve que eso no es así.

Las víctimas que han denunciado en Uruguay señalan que hablaban sobre ese tema por primera vez. Al número telefónico que pusimos llegaron 44 denuncias correspondientes a 40 religiosos. En un 80 % fueron hombres los que denunciaron. Creo que hubo también un par de denuncias hacia religiosas, uno o dos, pero que ya habían fallecido.

No se puede unir pedofilia y celibato. Y tampoco se puede unir pedofilia y homosexualidad. El celibato es un valor muy importante. Además del delito del abuso, con un menor o un adulto, también es una falta grave al voto que se hizo.

Este tema golpea en la credibilidad y en las comunidades. Esto no debería haber pasado, es un dolor muy grande y una incoherencia muy grande. Este tema requiere mucha autocrítica.


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