Leal considera que no puede ser que haya narcotraficantes que reciban asignaciones familiares: "Se llegó al límite de la tolerancia"

El coordinador de Convivencia y Seguridad del MI remarcó que "no se necesitó a los militares" para intervenir en Los Palomares ni en Flor de Maroñas.

El Ministerio del Interior demolió la infraestructura criminal del Complejo Quevedo de Flor de Maroñas, donde la semana pasada fueron detenidas ocho personas del “clan Figueroa” por narcotráfico y lavado de activos.

Abordamos el tema junto a Gustavo Leal, coordinador de Convivencia y Seguridad del MI.

Creo que tanto la Unidad Misiones como en Quevedo, como en algunas otras zonas, hay un Estado tenue. No podemos decir que en Quevedo hubiera ausencia del Estado, porque están todos los servicios. Hubo Estado en su mejor expresión, pero era tenue su presencia.

El día del operativo, 25 familias fueron notificadas de que estaban colgadas de la luz. Luego, días, después, había 18 personas que se habían vuelto a colgar. No puede ser que haya una impunidad a ese nivel. Hay  gente que no admite que esto se terminó, que se acabó, que no corre más. Los hechos van a hablar todas las veces.

Entiendo que en la medida que se han consolidado algunas situaciones, estos grupos criminales están cebados y creen que no va a pasar nada.

Este clan familiar estaba en la indigencia desde hacía tres años, pero ayer se les confiscó una camioneta que habían comprado en mayo, además de que tenían un auto de alquiler. Hay una necesidad de seguimiento sistemático de algún tipo de prestaciones.

Algunos vecinos se resistieron a que se sacara el muro. La gente que estaba ahí dijo que lo había pagado entre todos. Yo les dije que llevaran las facturas y que eso se iba a investigar. Pero la declaración ante la Fiscalía del clan dice que lo hicieron ellos como un favor para el barrio.

No hay que confundirse con la gente, que incluso algunos ponen a los niños por delante. Si una mujer tiene siete niños y está amamantando, eso no evita que sea una criminal: amamantando no dejaba de ser una criminal ni de vigilar las cámaras que tenían instaladas.

Estas acciones buscan tener una represión selectiva, basadas en una estrategia muy quirúrgica de represión. Eso no terminó. Así como no terminó el trabajo en Unidad Misiones, tampoco terminó en el Complejo Quevedo.

Estamos a tiempo, pero con el tiempo justo de cortar la instalación en el país de fenómenos que en otros países existen, como en Brasil o Argentina.

Hay que contar lo que pasa, no se puede ocultar lo que pasa. En este caso, habían tomado el control del lugar, y eso hay que decirlo. Se ha abierto una línea de cooperación anónima, y la gente tiene garantías. Eso permite las acciones concretas.

Aparte de las políticas sociales y de la agenda de derechos, hay una agenda de responsabilidades. ¿Qué pasa con las personas que tienen una asignación familiar y son narcotraficantes? Yo no soy un llanero solitario caminando por los pasajes de Los Palomares, me tocó ser la cara visible del Estado, nada más. Me hago cargo de lo que hago. Las intervenciones las decidieron Vázquez y Bonomi.

La gente quiere que todo esto se termine. Esto se terminó. Se llegó al límite de la tolerancia.

En el marco de una reflexión sobre los problemas que tiene Uruguay, nosotros tenemos la urbanización más temprana en América Latina. Al diseño urbano y a la planificación urbana nunca le dimos mucha importancia en Uruguay. Tenemos que tener la capacidad de tener en cuenta que la gobernabilidad en la sociedad también tiene que ver con los diseños urbanos. Necesitamos tener una política muy fuerte en el diseño urbano. Tenemos la ciudad vacía en una zona y en el área metropolitana un conjunto de enclaves territoriales donde se disputa la legitimidad de la autoridad del Estado.

Creo que Larrañaga se equivoca en lo que propone. ¿Se necesitó en Los Palomares a los militares? ¿Y en Quevedo? No. Los militares tienen otras funciones. La lógica de que ponemos a los militares, detrás trae la idea de que esto se arregla quemando todo. El Ejército en Los Palomares no fue necesario.

No quiero que me usen ni que hablen en mi nombre. Soy parte de un equipo del que estoy orgulloso. El equipo de Presidencia y del Ministerio del Interior. No me mareo con las luces del estadio. En Uruguay tenemos que acostumbrarnos a que los funcionarios tenemos que hacer y dejar de imaginar que porque metiste un gol en la Liga Universitaria mañana vas a tener un pase al Real Madrid. Trabajamos dos horas y ya queremos ser Messi. Estoy conforme con lo que estoy haciendo.


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