Rodrigo Álvarez, autor del libro, aclaró que no ofrece "recetas" pero sí un camino hacia mayor salud financiera.
En época de pandemia, con gente en seguro de desempleo, una inestabilidad laboral con números muy altos hay quienes se plantean como pueden hacer para mejorar sus finanzas. ¿Es posible cambiar mi situación financiera? ¿Cómo puedo manejar las deudas? ¿Cómo ahorrar en pos de un objetivo? ¿Puedo cambiar mis hábitos de consumo?
El libro estaba pensado antes de marzo. Lo que tiene es un camino, no es un libro de recetas. Lo que intenta es mostrar una forma distinta de relacionarnos con el dinero. Todos debemos relacionarnos, nos guste o no. Nunca se nos enseña a relacionarnos con el dinero. En las culturas latinas es más tabú decir cuánto gana uno que en el mundo anglosajón. Nos cuesta muchísimo. Lo que planteo es aprendamos a usar el dinero. Mi visión es como que somos un barquito de papel que nos lleva la corriente.
Nadie hace un plan de cómo llegar al objetivo. Lo que más complica a las familias es por lejos el endeudamiento. Tenemos un nivel muy fuerte.
Hoy los jóvenes tienen una idea de que compro lo que sea y después veo cómo lo pago. Cuando uno se endeuda, uno parte de la base de que puede pagarlo pero viene una pandemia, perdés tu trabajo y no podés pagarlo. Te aprieta la deuda y te endeudás para que apriete menos. Entonces entrás en una calesita.
Lo primero es ser consciente de que no podemos vivir más allá de nuestras posibilidades.
Vivir a crédito
Uruguay emite deuda, que es pedir plata prestada. Alguien tiene que pagarlo. Hablaron de recortar fondos a la ANII, y porque hay que pagar deuda. La deuda es comprometer futuro. Si uno tiene una muy buena gestión, la deuda puede ser buena. En un contexto de 10 % de inflación, quizás la deuda no sea tan grande porque en base, la última cuota puede ser 10 % más baja.
Mi visión es toma el toro por las guampas. Hay un concepto de deuda buena, que es el apalancamiento. Si tengo un campo, me endeudo para tener vacas y crecer. Esa es la deuda que me apalanca. La otra es la deuda de consumo. Creemos que es una inversión y entramos en un sesgo de justificación, donde creo que haré más plata por comprarme la tele último modelo.
Hay un factor a tener cuenta: consumir nos hace sentir bien en el corto plazo. En un contexto de incertidumbre tiene importancia. El problema es que vivimos por encima de nuestras posibilidades.
El largo plazo es lo más difícil de planear. Porque pensamos en nuestro yo del futuro, que es un extraño. Hay que pensar en la inversión, tenés que colocarla.
Cuando tenemos la necesidad de endeudarnos es porque hay necesidades que no podemos cubrir con nuestros ingresos. Tendemos a confundir lo que necesitamos con lo que queremos. El endeudamiento debería ser el último recurso. Lo segundo es que nuestros ingresos puedan cubrirlos en el tiempo.
Está pedirte un préstamo a ti mismo. Te haces un fondo de reserva que lo haces en épocas de vacas gordas. En vez de pedir un préstamo a una empresa, me lo hago a mí mismo. Podrías tenerlo con distintas cuentas. La pregunta es en qué guardo los fondos: en pesos uruguayos pierdo por inflación, con dólares especulo porque no sé cómo le irá y después está la unidad indexada, que es como una moneda virtual que acompaña la inflación del Uruguay. En el largo plazo, siempre parece que la UI siempre le ha ganado al dólar desde 2002.
