Una intervención quirúrgica lo obligó a utilizar un sobrewater y entendió que era un antes y después en su vida que lo llevó a escribir una nueva obra.
El último monólogo de Jorge Esmoris donde no se habla de lo que se habla siempre que se habla, si es que cuando se habla, realmente se habla. Sin exploradores de cloacas, sin consultores de manganetas sin encuestadores delirantes sin redactores de sanatas, sin inventores de horóscopos, sin patriarcas jubilados, sin rebeldes de salón y sin mártires de la diversión.
