Richard Porta

Son las siete de la tarde y la ciudad está oscura, llovizna y hace frío. Llego al Prado puntual, toco timbre y paso. Me recibe Natalia, la esposa de Richard Porta. La casa es hermosa, grande, con el parquet plastificado brillante bajo nuestros pies. Camino tras los pasos de Natalia que me lleva hasta donde […]

Son las siete de la tarde y la ciudad está oscura, llovizna y hace frío. Llego al Prado puntual, toco timbre y paso. Me recibe Natalia, la esposa de Richard Porta. La casa es hermosa, grande, con el parquet plastificado brillante bajo nuestros pies.

Camino tras los pasos de Natalia que me lleva hasta donde está el Canguro. El jugador acaba de acostar a su hija más pequeña en el coche. Lo saludo y vamos al living para empezar con la entrevista.

Primero estamos enfrentados, con una mesa de vidrio de por medio, pero el living es grande y nos separan varios metros. Cuando apronto el grabador, Richard acerca un puff y se sienta a mi lado. Ahora sí, arrancamos.

De Australia a Uruguay

Nací en Australia. Mis padres se habían ido por la dictadura y se conocieron allá, tenían amigos en común entre todos los uruguayos que estaban allá. Y cuando yo iba a cumplir dos años nos vinimos, con mis padres y mis dos hermanos Gonzalo y Robert (ambos mayores que Richard).

En principio fuimos a vivir a Villa Española a la casa de la madre de mi papá y después nos fuimos a Toledo, en Canelones, a la casa de los padres de mi mamá.

Hice jardín de infantes en Los Pinitos en Toledo, después fui al colegio hasta tercero,  y cuarto, quinto y sexto los hice en la escuela pública.

 

¿Fuiste al liceo?

Terminé la escuela en Toledo, arranqué el liceo y nosotros ahí estuvimos dos años que no sabíamos si nos íbamos para Australia de nuevo. En segundo año de liceo supuestamente nos íbamos y empecé a ratearme y repetí por faltas. Al siguiente año ya estaba con el fútbol, seguía rateándome y volví a repetir. Después me dijeron que me pusiera las pilas, terminé segundo, después hice tercero en el nocturno y ya estaba en Primera ahí y dejé.

El fútbol

Empecé en el baby en La Tentación en Toledo, faltando dos años para terminar el baby tenía un compañero que ya se había venido a jugar a River, el padre de él me dijo si quería venir a probarme, vine, me probé y quedé. Me trajeron a una práctica y el entrenador me dijo que le gustaba. Arranqué en la novena, salté a séptima, hice sexta, dos veces quinta y de ahí salté a primera.

¿Quién te sube a primera?

Santiago Ostolaza.

¿Cómo fue esa etapa?

Los primeros años jugaba poco, el primer año jugaba poco y nada, al otro año jugué un poco más y eso me llevó a ir a la Selección Sub-20, después de eso tuve más participación en el equipo, jugué más de corrido y me volví titular.

Incluso saliste goleador con River…

Goleador salí en el 2007. Ese año partió mucho los ojos porque fueron 19 goles. Batimos un récord con Christian Stuani. Y ahí me fui a Italia.

¿Quién te llamó para irte a Italia?

Un día después de un partido que jugamos con Defensor, justo hice cuatro goles, en la noche me llama uno de los integrantes del grupo Casal y me dice que me va a llamar Paco, yo nunca había hablado con Paco, estaba desde el 2001 con ellos pero con Paco nunca había hablado. Me llama como a la una de la mañana, me dice que ya tiene todo el material y que me hiciera la idea de irme. Después me llaman cerca de Navidad y me dicen que me iba para el Siena de Italia.

¿Cuántos años tenías?

Tenía 24 años.

¿Te fuiste solo?

Me fui solo porque mi mujer estaba embarazada de casi siete meses.

¿Pudiste jugar?

Fue un cambio muy grande, en lo deportivo no jugué. A mí me pide un entrenador, cuando viajé habían cambiado el entrenador y me dice que no me iban a utilizar.

¿Cómo fue irte de acá a Europa?

Yo no sabía hablar italiano, llegué a un hotel sin celular, porque en ese momento había celulares pero la tecnología no era como ahora. Llegué y me compré un celular y una computadora y mi mujer acá se compró una computadora de las antiguas, de las de escritorio. Al principio no fue fácil. Por suerte después conseguí un apartamento y me adapté bien. Te sentís perdido.

Pero te llama mucho la parte económica porque acá nosotros vivíamos en un apartamento prestado que era de mi hermano, que tendría como mucho 30 metros cuadrados. Y de la nada cobrabas un premio y ya esa plata era mucho más de lo que yo ganaba acá. Empezás a volar y ahí empezamos a ver el tema de comprarnos la casa. Pusimos en la balanza todo lo que no habíamos tenido y todo lo que nos habíamos sacrificado. Entonces tratamos que lo poco o mucho que íbamos agarrando, usarlo en comprar la casa o en invertir.

¿Cómo te sentías por no jugar?

Es feo porque yo de acá me fui goleador, con una ilusión que decía: me como el mundo. Llegás allá y no te conoce nadie. No sos nadie, sos uno más y tenés que demostrar después todo lo que ellos te pagaron y si no tenés la chance de mostrarlo es un poco frustrante. Estuve ese año y dije: acá no voy a seguir. Entonces me fui a Portugal y también pasaron cosas...

¿Qué cosas?

Vos te imaginás algo de Europa que de repente no termina siendo, hay mucho acomodo, el tema de: te doy un jugador, me das esta plata, yo te lo hago jugar y te saco a este. Y uno no sabe. Vos pensás que vas y entrenás y si jugás bien la peleás, como acá. Ese año volví al Siena a hacer la temporada. Después pregunté: ¿dónde voy a jugar? Y me mandaron a Grecia, después me mandaron a Croacia y en todos siempre pasaba algo. Ahí me empecé a dar cuenta que era todo acomodo, te pongo acá y te pago esto y vos sos medio fichita de cambio. Ahí yo tenía a mi hija más grande, chica y dije que me quería ir a Uruguay y me dijeron: si te vas, no volvés más. Y me fui.

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Todas las dudas que le surgen a Richard Porta cuando le hago preguntas, él las traslada a su esposa que responde enseguida. El Canguro habla rápido y seguro. De a ratos cuando quiere afirmar algo, llega a tocarme las manos. Siempre me mira a los ojos y no piensa demasiado antes de dar su opinión sobre algo. Su hija grande (de ocho años) está alrededor, incluso a veces se acerca y también opina.

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Y volviste a River…

Volví a River un año y después me fui a Nacional. Cuando volví, volví a jugar la Sudamericana con River y nos fue espectacular, todos te miran con otros ojos.

Me imagino que irte a Europa te cambia, te debe volver más maduro…

Yo siempre digo lo mismo, yo soy todo lo contrario a lo que quiere el jugador de fútbol, yo ya fui a Europa y me di cuenta que no era lo que me gustaba, toda esa burocracia y acomodo no me gusta, a mí me gusta jugar al fútbol. Cada vez que estuve afuera pasé mucho tiempo sin mi señora y las nenas y eso te tira abajo. En Uruguay yo me siento cómodo, voy y llevo a las nenas a la escuela. Estamos muy tranquilos acá.

Después te vas a jugar a Nacional ¿sos hincha de Nacional? ¿Fue un sueño para vos?

No fue un sueño,  sí lo de jugar en un cuadro grande. Lo que pasa es que yo me vine a los diez, once años a River, viví en la casona de River, fui alcanza pelotas, entonces nunca viví como niño lo de mirar a un cuadro grande, sí miraba a River. Yo me hice  hincha de River, siempre fui hincha de River. Cuando fui a Nacional le tomé cariño por lo que me demostró la gente. Han pasado muchos jugadores por Nacional, no a todos les ha ido bien, yo tuve la suerte de que me fue bien y me tomaron cariño. Para ser hincha hay que sentirlo muy adentro y creo que ese lugar lo tiene hoy por hoy River, pero Nacional fue importante.

Te fuiste dos veces a Dubái ¿cómo fue?

La primera vez me llama directamente Maradona. Ahí se lo planteo al entrenador, la única traba que teníamos era económica, se le dejó un dinero a Nacional y me fui.

¿Cómo fue el momento en que te llama Maradona?

Juan Manuel Olivera estaba allá en el equipo y una semana antes él me mandó un mensaje diciéndome que Maradona le había pedido mi teléfono. Maradona me llamó y cuando me llamó saltó en todos lados porque había salido en la página de los Emiratos. Al otro día cuando llegué al Parque, era la noticia. Yo no sabía ni qué contestar.

¿Te acordás qué te dijo Maradona cuando te llamó?

Me dijo: te quiero en mi equipo, vamos a hacer todo lo posible, las negociaciones están muy avanzadas. Yo le dije todo que sí. Mi señora me miraba, yo entré a casa y ella estaba sentada, la miraba y le decía: es Maradona.

¿Te fuiste con tu familia para Dubái?

La primera vez me fui solo, hasta encontrar la casa e instalarme. Porque siempre llegás y te meten en un hotel. Ahí teníamos a la nena del medio bebé, entonces yo tenía que buscar un lugar que estuviera cerca de todo, nosotros no hablábamos inglés, entonces ellas tenían que sentirse cómodas. Cuando conseguí la casa viajaron todos, mi cuñada también, fue un viaje para todos. Pasamos las fiestas y ahí deciden que no siga más con Maradona y ahí nos volvemos. Cuando nos vamos la segunda vez lo mismo, viajo en agosto, hicimos pretemporada en Alemania, cuando volví de Alemania y conseguí la casa ellas volvieron.

¿Cómo es jugar allá?

En lo futbolístico me gustó, han pasado muchas figuras y no les ha ido bien porque es un fútbol raro, tiene mucha velocidad, es muy fuerte pero son muy distraídos. De repente vas ganando 2 a 0 y en la hora perdiste 3 a 2 porque al golero se le escapó la pelota y el defensa se cayó. Entonces pasan muchas cosas de esas que son pequeños errores que acá no se cometen y ahí se cometen por distraídos que son.

Tienen una infraestructura muy buena, llevan figuras de Europa para marketing, les pagan mucha plata. Vos jugás como figura y ellos son, más allá de ser profesionales, son policías o militares y son así: si ganamos, ganamos todos y si perdemos perdemos por culpa de los extranjeros.

¿Cómo es Maradona como técnico?

En el día a día tomaba mate con nosotros, podías hablar bien y tranquilo. En lo deportivo no me sumó. Obvio, lo de estar con Maradona no te lo saca nadie, ir a la casa, comer asados. Ir al cumpleaños de Verónica Ojeda con las nenas, no te lo imaginás. Creamos una relación por el momento en el que estábamos, pero en lo deportivo no me sumó. Él está para otra cosa, está para los negocios y los números y para lo deportivo no está rodeado de buenas personas.

¿Vos fuiste a préstamo?

Yo fui a préstamo con opción a compra, me querían comprar de primera pero se metió mucha gente por el lado de Maradona entonces a la hora de repartir la plata era muy poco para todos y a nadie le servía la plata. Fui a préstamo por un año, supuestamente a mitad de año me tenían que comprar, pero cuando se habló de comprarme pasó lo mismo entonces Maradona dijo: se va Richard y viene un iraní. Y Maradona me dijo: no vamos a contar más contigo.

Y al tiempo te volvieron a llamar desde Dubái…

Sí. Otro equipo que la verdad que no lo conocía. Yo había dicho que no volví a más a Dubái, pero dije: si me sirve lo económico me voy.

Yo tenía un año más de contrato con Nacional, salgo goleador y yo tenía el salario del primer año. Y ya íbamos para el tercer año, entonces le planteé a Alarcón una mejora salarial o un año más de contrato. Justo  había elecciones en Nacional entonces me dijo que era imposible, me preguntó cuál era la oferta, yo se la pasé y me dijo: sabés una cosa, hacé de cuenta que no tenés el contrato este en Nacional, nosotros no te vamos a cerrar la puerta, andate y aprovechá porque nosotros económicamente no podemos competir. Y ahí me fui de vuelta.

¿Es verdad que la diferencia económica es muy grande en Medio Oriente?

Sí. No te quedás parado, te podés comprar la casa, que trabajando acá no la vas a comprar nunca, ni jugando en Peñarol o Nacional te vas a comprar una casa. Cada vez que me salió algo fue: me voy ¿qué hacemos? compramos la casa, ¿me voy de nuevo y qué hacemos? invertimos en algo. Siempre tuvimos la cabeza muy bien puesta en el sentido de que si agarramos dos pesos los invertimos en algo y si agarramos tres compramos la casa. El sacrificio lo usamos siempre pensando en nuestras hijas, no en llegar y gastar toda la plata. Porque es mucha plata pero no es lo que la gente se imagina.

¿Y te fuiste por cuánto tiempo?

Firmé dos años, estuve uno y la verdad es que esta vez la pasamos muy bien. Fuimos más liberales, a disfrutar, pasamos bárbaro. Me quedaba otro año y yo me termino lesionando y tengo un inconveniente con el dueño del equipo.

¿Un inconveniente por tu lesión?

Claro, porque el médico era religioso y decía: Alá dice que estás bien para jugar. Pero a mí me dolía. El dueño me dijo que tenía que jugar, yo le dije que no porque estaba lesionado. Entonces no me paga el salario. No me vuelve a depositar tampoco después. En vacaciones tenía que volver, les dije que si no me pagaban no volvía, pasa otro mes y no me depositan de nuevo. Dije: vuelvo a Nacional. Rescindí y dejé todo el año que me quedaba de contrato y me volví a Nacional.

¿Y no te arrepentís?

Siempre las decisiones las tomás y después no podés decir si estuvo bien o estuvo mal, en el momento nos pareció correcto. Pero en Nacional no me fue como me esperaba.

¿Por qué?

Perdemos el campeonato con el Vasco (Arruabarrena) la última fecha y ya después con Pelusso no juego. Sabía que me quedaban seis meses y no tuve chance de pelearla. La gente se quedó con lo que hice en el primer campeonato con Arruabarrena, que para el entrenador estaba bien lo que hacía pero para la gente no porque tenía otra función dentro del equipo. No con la imagen de goleador que me había ido. A veces la gente dice: ¿qué pasa que no hace un gol? ¿no patea al arco? Pero claro, tenía que cumplir otra función, era otro juego. Después con Pelusso no jugué.

¿Le preguntabas al entrenador por qué no te ponía?

No porque no pregunto cuando juego tampoco. Hay muchos entrenadores que te vienen a hablar, si me vienen a hablar hablo, pero nunca te voy a preguntar ¿por qué no juego? Cada entrenador tiene su libro y mira a su equipo. El entrenador no va a poner para perder, pone lo que es mejor para el equipo.

En aquel entonces te fuiste medio enojado con los entrenadores, incluso diste algunas declaraciones de prensa…

Yo con Pelusso juego el primer partido de pre Libertadores en Bolivia y después no juego más. Él me dijo una cosa en ese partido y a la semana yo era un desastre.

¿Por qué?

Por lo que me dijo él, fue una decisión del cuerpo técnico. Eso lo veían todos, yo no lo compartía. Cuando se va Pelusso yo no había jugado, asumió Gutiérrez y yo tampoco estaba. Me convocó al último partido y me dijo que no jugaba.

¿Qué sentiste cuando quedaste afuera ese último partido?

Quieras o no vos te vas haciendo un nombre y una trayectoria. Pasaste por todos los escalones. Cuando eras chico si había medias rotas eran para vos, no para el más grande. Al que tiene una trayectoria se lo respeta. Yo ya tenía 30 años y no era un referente pero estaba en el grupo de los mayores. Ya había estado dos años, había conseguido títulos, había salido goleador. No era un jugador cualquiera dentro del plantel.

Justo ese partido era de mañana, yo no había estado convocado en todo el campeonato. Último partido, convocan a 19, miraba para el costado, habían subido a juveniles de tercera, no me podés sacar. O me lo decís el día antes: mirá, no vas a jugar. Pero a las siete de la mañana fuimos al estadio, me empiezo a cambiar, cuando me estaba vistiendo viene, se me arrima y me dice: Richard, sos el número 19, muchas gracias.

¿Y vos qué hiciste?

Viste cuando decís... fue impotencia. Atiné a vestirme, me cambié, dije chau y me fui.

¿Y tus compañeros?

Mis compañeros no entendían nada, a los diez minutos en el medio de la charla me estaban llamando por teléfono. Después gente allegada del cuerpo técnico me llamaron y me dijeron que fue sin querer, que no se dieron cuenta. Terminé mal en Nacional porque los últimos seis meses no jugué y ese último partido agarré las cosas y me fui y no volví más.

Yo si el día de mañana soy entrenador prefiero a la gente más grande no hacerle pasar por esas cosas, si se lo decís a un juvenil es distinto. Pero yo ahí sentí que fue una falta de respeto.

¿Y te fuiste para tu casa?

A las nueve de la mañana estaba en mi casa. Yo no tenía llave de casa ni nada, me senté en el portón a esperar a mi señora. Fue duro porque no me lo esperaba, terminé en una situación con el club que no me esperaba.

¿Después en dónde jugaste?

Me fui a Ecuador. Yo dije que no me iba a ir más, pero de acá no me llamaba nadie, eran todas llamadas del exterior. Decía siempre que no. Pero un día dije: ¿qué hago? de acá no me llama nadie. Entonces llamo a mi representante para ver las opciones del exterior y me  fui cinco meses a Independiente del Valle.

¿Jugabas allá?

Siempre entraba, de repente no jugaba como pretendía pero simplemente porque el equipo iba muy bien. Peleamos el campeonato hasta la última fecha, la pasé bien en ese aspecto.

Y de ahí te viniste a Rentistas…

Cuando vuelvo acá lo mismo, no quería saber nada del exterior. El medio local se empezó a atrasar y faltando tres días para empezar el campeonato me llaman de Rentistas. Me llaman un miércoles, el jueves firmé, el viernes me presenté a entrenar y el sábado viajamos a Tacuarembó a jugar.

¿Qué te pareció jugar en Rentistas?

Uno siempre es agradecido cuando te abren la puerta, pero realmente nunca pensé en jugar en Rentistas. No se me pasaba por la cabeza, yo estaba esperando por Danubio, hice la pretemporada en River, me llamaron de Juventud y dije que no, de Rentistas y dije que no, de Rampla y dije que no, esperando por Danubio. Dije que no esperaba más, me hablan de River y arreglo, pasó un temita y no arreglé al final. Pensé que me quedaba sin nada y me volvieron a llamar de Rentistas.

Y ahora estás en Cerro ¿quién te llamó?

Me llama Acevedo, me dice que quería formar una columna vertebral con gente de experiencia, me nombró algunos con los que ya había hablado. Cerro no estaba bien en ese momento, estaba último en la tabla del descenso. Me gustó porque cuando te llama un entrenador es porque cuenta contigo y eso es fundamental.

¿Cómo te sentís jugando en Cerro?

Te podés imaginar muchas cosas de los equipos y de lo que pasa, la verdad que lo que estoy viviendo en Cerro no lo había imaginado. Siempre digo que es lindo y que está bueno.

¿Por la gente?

Por la gente, por la presión esa... Cerro es un cuadro grande. Por suerte nos fue bien, estamos peleando copas internacionales. En lo personal me lesioné, me costó recuperarme, no he ligado con esas cosas, lesiones que nunca me esperaba. Pero estoy contento. La gente no entiende por qué estoy contento pero la verdad es que me encontré con compañeros bárbaros. Compañeros con historias de vida jodidas y decís: si este tipo la rema cómo no la voy a remar yo.

¿Hasta cuándo tenés contrato?

Hasta junio.

¿Y después sabés qué vas a hacer?

No, ni idea. Si se clasifica a una copa internacional estaría bueno que siguiera el mismo grupo pero ya no depende de uno, depende del entrenador y los dirigentes.

¿Tenés algo pensado para el día en que te retires?

Hasta hace un año atrás me lo planteaba, decía que iba a jugar cinco o seis años más. Este año con las lesiones me lo empecé a cuestionar. Muchos entrenadores me dicen que haga el curso porque veo el fútbol de otra manera. Pero todavía no me picó el bichito de entrenador. Y ahora de ir a programas de televisión me picó el bichito del periodismo y estoy haciendo el curso de la Nueva Generación. Más o menos por ese lado voy a rumbear. Ya voy planificando porque sé que los años se van acortando.

Todo el mundo te prepara para jugar en Primera, nadie te prepara para cuando se te terminó. Es un balde de agua fría. Son muy pocos los que dicen: dejo de jugar porque se terminó.

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Hace 11 años que Richard conoció a su mujer, Natalia. La vio en la cancha y se enamoró. Incluso les aseguró a sus hermanos que en algún momento iba a salir con ella.

"Un día sonó el teléfono y era él, me dijo: hola, mucho gusto soy Richard Porta".

Hoy Natalia y Richard tienen tres hijas, dos niñas de 8 y 4 años y una beba de 4 meses.

 canguro 2

por: Carla Urruti Gull

 

 

 


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