Hoy su negocio no es solo el comercio electrónico. También es dueño de varias páginas web. Tiene un servicio de streaming, un asistente virtual, robots, ingeniería espacial, una cadena de supermercados, un diario y otro montón de negocios paralelos.
Amazon es una vía de escape comercial cada vez más potente para sobrellevar el confinamiento por el coronavirus. Pero detrás del éxito, también se esconden algunas polémicas. La compañía se enfrenta a una oleada de críticas de activistas y políticos que cuestionan la creciente influencia del gigante tecnológico en la vida de las personas.
Así, Amazon se convirtió en una de las compañías digitales más observadas durante la pandemia.
Para dar servicio a la creciente demanda de productos la empresa contrató a cerca de un millón de trabajadores, pero también tuvo que hacer frente a protestas sobre la seguridad luego de que varios de sus empleados murieran.
Esto desató una serie de huelgas, no solo por garantías para los trabajadores, sino también alertó a varias organizaciones bajo una premisa clara: Amazon está abarcando demasiado.
Las tensiones llegaron a la capital de Estados Unidos. Allí los congresistas que investigan el antimonopolio de los servicios están reclamando a Amazon explicaciones. Ahora los cuestionamientos no solo van por el mal uso de datos privados, sino también por despedir trabajadores que reclamaban por sus derechos, acusaciones que la compañía cuestionó en varios medios.
Una analista remarcó a la agencia AFP que Amazon está siendo más vigilada debido a su creciente influencia global y a la riqueza de Bezos, cargada de beneficios fiscales a pesar de tratarse de un gigante de la tecnología.
Para bajar las tensiones durante la crisis, Amazon creó un plan para proporcionar informática de alto rendimiento a los investigadores del coronavirus.
Sin embargo, los próximos meses serán claves para Amazon ya que las investigaciones políticas determinarán si haberse convertido en un gigante sin control, en realidad, fue una mala idea.
