Cómo funciona el "reloj interno" y cómo afecta el ritmo circadiano

En 2017 el premio Nobel de Medicina reconoció el trabajo de tres estadounidenses que fueron los encargados de estudiar el reloj interno de los seres vivos. Fue un gran avance científico, ya que hasta entonces se creía que el reloj biológico era externo.

Se cree que hace millones de años, las primeras células que habitaron la Tierra sufrían daños por los rayos ultravioletas del Sol. Y que de esta forma, su desarrollo evolutivo las adaptó para repararse durante la noche.

Esto es lo que la ciencia cree que es el rastro más antiguo del ritmo circadiano, un proceso biológico que dura 24 horas y marca el ritmo de nuestra existencia y la de miles de otros seres vivos.

“Los científicos creen que cualquier forma de vida que obtiene energía de la luz solar tiene algún tipo de ritmo circadiano para sacar el mayor provecho de la luz y la oscuridad”, señala una investigación publicada en la BBC.

Todo apunta a que ese mecanismo natural está más estilizado en los seres humanos. Y que no solo tenemos un reloj biológico, sino miles distribuidos por todo nuestro organismo y que dirigen actividades muy específicas en el corazón, el páncreas, la piel o los pulmones.

De esta forma, los científicos creen que nuestro cuerpo está sincronizado con el ritmo de toda la naturaleza. Esto en buena medida también repercute en la regulación de la temperatura o la producción de hormonas.

Si bien esto se viene estudiando desde hace décadas, recién se comprobó su existencia física en 1970. Fue entonces cuando investigadores encontraron el núcleo supraquiasmático. “Es una estructura cerebral localizada detrás de los ojos, en el hipotálamo, que detecta las señales luminosas que entran por las pupilas, distinguiendo cuando es de día y cuando es de noche. El núcleo supraquiasmático envía señales por el cerebro y el cuerpo, que controlan los cambios diarios de presión arterial, temperatura, nivel de actividad y estado de alerta, y también le indican a la glándula pineal del cerebro cuando liberar melatonina, algo que solo ocurre por la noche, para inducir el sueño”, detalla un relevamiento del portal OpenMind.

Según los neurocientíficos, esto explica cómo aquellas personas con rutinas o hábitos contracícilos -por ejemplo los trabajadores nocturnos- son más susceptibles a sufrir diversas enfermedades y trastornos neurodegenerativos.

Esto se conoce como “jet lag social” y no es más que un desajuste entre el reloj biológico y el social.

“El sueño es vital para la función cerebral normal. Las disfunciones circadianas se han vinculado a trastornos del sueño, a depresiones, al trastorno bipolar, a la función cognitiva, a la formación de la memoria y a algunas enfermedades neurológicas”, explicó un neurocientífico a El País de España.

Eso por eso que los especialistas insisten: el sueño sigue siendo un poco inexplicable, pero sin dudas es una parte fundamental de la salud y la vida natural.


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