Cómo funciona la gran red submarina que mantiene al mundo conectado a internet

En Uruguay se instaló el primer cable submarino en 2017 y Antel invirtió en aquel entonces 74 millones de dólares. El cable une a Uruguay con Estados Unidos, son 12 mil kilómetros de cable.

No son ni satélites, ni antenas. El principal responsable de que las personas nos podamos conectar a internet casi que desde cualquier lugar del mundo son cables que recorren más de un millón de kilómetros por debajo del mar.

Esta fibra óptica se la conoce como cable submarino. Y los ingenieros en telecomunicaciones no dudan en afirmar que se trata de la mejor manera de mantener al mundo conectado.

Los cables submarinos se destacan por su alta velocidad de transmisión de información y su estabilidad frente a otras alternativas.

“Es la forma más rápida y sencilla de que todos contemos con internet. El proceso de instalación es complejo y largo, pero las capacidades son incomparables con otras tecnologías”, explicó una doctora en telecomunicaciones al diario El País de España.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando estos cables sumergidos a más de 8 kilómetros por debajo del nivel del mar se rompen? La mayoría de las veces, las roturas suceden por eventos sísmicos o por la caída de anclas de otros barcos que dañan la infraestructura.

Quienes los reparan suelen ser robots controlados por ingenieros desde la superficie, un trabajo que combina mano de obra digital con humana.

En los últimos meses de pandemia, el sistema de cables submarino demostró su vigencia. En algunas partes del mundo, estos cables sufrieron una sobrecarga de entre el 55% y el 140% por encima de su productividad normal sin ceder.

“Gigantes digitales como Google, Facebook y Netflix, aparte de contar con sus propias redes submarinas, son clientes habituales de este tipo de conectividad. El cable por debajo del mar tiene una misión crucial a la hora de posibilitar que dos personas o servidores de una misma compañía situados a ambos lados del Atlántico se comuniquen de forma instantánea”, detalla El País.


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