Descubren en las nubes de Venus un gas presente en la Tierra, ¿es una señal de vida?

Científicos anunciaron este lunes la primera observación de fosfina en las nubes altas de Venus. Todo un suceso porque en la Tierra la presencia de este gas está asociado a la vida.

Un grupo de investigadores constató la "presencia aparente" de fosfina en las capas nubosas de Venus, un gas existente en la Tierra. Su procedencia podría deberse a un fenómeno desconocido o a una forma de vida, según un estudio publicado el lunes en la revista Nature Astronomy.

El gas fue detectado mediante la observación de la atmósfera venusiana con la ayuda de dos radiotelescopios. "Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida", explica el estudio.

Este compuesto también fue encontrado en Saturno y Júpiter, pero en ambos casos no es de origen biológico.

En cambio, las trazas de fosfina presentes en la atmósfera terrestre proceden exclusivamente de una actividad humana o microbiana.

Durante la jornada, varios astrónomos calificaron el hallazgo como una "de las señales más excitantes que se han visto nunca sobre la posible presencia de vida fuera de la Tierra".

La presencia de fosfina, un compuesto altamente tóxico, sorprende en la atmósfera infernal del segundo planeta más cercano al Sol, compuesta en un 97% de gas carbónico. En su superficie, la temperatura es de un promedio de 470 ºC, con una presión más de 90 veces superior a la de la Tierra.

Pero es en la espesa capa de nubes hiperácidas que cubren Venus hasta unos 60 km de altitud que los científicos suponen que se pueden hallar las moléculas.

Pero, ¿de dónde procede? Los investigadores confían en "haber tenido en cuenta todos los procesos que podrían explicar su presencia en la atmósfera de Venus" antes de descartarlos, es por eso que solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.

Los científicos insisten en que la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, sino que solo constata una química anormal inexplicada. Es por eso que los astrónomos piden una observación más precisa de este fenómeno y podrían empezar a contrastar información en enero de 2021.


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