Drogas inteligentes: una epidemia en el mundo tecnológico para rendir más

Son fármacos que se recetan para déficit atencional y que obligan al cerebro a concentrarse.

Estamos en la era de la hiperconectividad, la ansiedad constante y el sentimiento permanente de que, sea como sea, tenemos que rendir más y mejor en nuestros trabajos, nuestros estudios y en nuestras vidas privadas.

Silicon Valley es ese reducto californiano que se convirtió en la meca de la tecnología occidental en donde se desarrollaron la mayoría de los productos y herramientas digitales que conocemos hoy. Y allí, la idea del rendimiento exacerbado es todavía mucho mayor.

Eso por eso que los tecnólogos y desarrolladores viven en una carrera constante por hacer las cosas más rápido y mejor, optimizando así sus tiempos y niveles de productividad.

Por culpa de esto, en los últimos años Silicon Valley está atravesando una epidemia: las de las drogas inteligentes.

Quienes las consumen las llaman así porque no tienen efectos psicotrópicos, sino todo lo contrario: te mantienen alerta y pueden hacer que una persona se concentre en un trabajo durante horas y horas sin detenerse siquiera para ir al baño. Mantienen el cerebro ágil y atento, son estimulantes de la memoria y potenciadores cognitivos.

En Silicon Valley estas drogas son muy fáciles de encontrar y la mayoría son legales. Se trata de fármacos para los que se necesita un suscripción médica que muchas veces no existe o es falsificada.

Además, las drogas inteligentes generaron una cultura de consumo en internet donde los usuarios comparten trucos, recetas, experimentos, estudios y consejos.

Los problemas con estas drogas, creadas para consumir ante trastornos realmente graves, empiezan con los efectos secundarios. Diversos estudios publicados en los últimos años apuntan a que el abuso de las drogas inteligentes podría generar serios problemas de sueño, pérdida de peso, mareos y hasta alterar la capacidad cognitiva de manera irreversible, además de que podrían despertar una dependencia peligrosa a los fármacos.

La productividad en el mundo actual tiene un costo alto y no siempre vale la pena pagarlo.


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