El “blob” es una de las criaturas más inteligentes del planeta, pero no tiene cerebro

No tiene ninguna neurona, apenas se compone de una única célula que se replica en múltiples núcleos hasta alcanzar su llamativa forma amarilla

Se estima que apenas conocemos menos del 1% de las formas de vida microscópicas que habitan en la Tierra. Sin embargo, existe una particular criatura que refleja las mecánicas de vida a escala minúscula, pero a diferencia del resto de sus compañeras, esta sí se puede ver a simple vista.

Estamos hablando del llamado blob o moho del limo, aunque su nombre científico es Physarum polycephalum. Se trata de uno de los organismos más inteligentes del mundo natural, pero no tiene cerebro. De hecho, no tiene ninguna neurona. Apenas se compone de una única célula que se replica en múltiples núcleos hasta alcanzar su llamativa forma amarilla.

A pesar de ser una forma de vida esencialmente sencilla, tiene capacidades muy complejas que cuestionan nuestro entendimiento de la inteligencia y la resiliencia en la naturaleza. Porque el blob es, de alguna forma, capaz de tomar decisiones, resolver problemas y adaptarse a los nuevos cambios.

¿Por qué la ciencia hace esta afirmación? Básicamente porque en su búsqueda por el alimento, el blob teje redes exploratorias que pueden tener hasta un metro de longitud. El organismo crece en varias direcciones a la vez y cuando encuentra comida repliega toda esa red para concentrar su fuerza en las ramas que encontraron qué comer.

En su búsqueda por la supervivencia, la criatura va sorteando obstáculos de manera muy eficiente. Ahora bien, ¿cuál es la explicación científica detrás de este comportamiento? La ciencia cree que puede tener que ver con que el moho del limo es sensible a ciertas sustancias químicas que de alguna manera percibe y lo acercan a la fuente de alimento. Mientras que ese mismo mecanismo lo mantiene alejado de otras sustancias potencialmente dañinas para él.

Esta capacidad se proyectó incluso en el espacio. Según relata un video ensayo de la BBC, un equipo de astrónomos de la Universidad de California realizó una simulación digital con la ubicación de las 37 mil galaxias conocidas. Entonces un algoritmo con las mismas características de comportamiento que el blob logró conectarlas a todas en una red cósmica de materia invisible que la ciencia cree que une las galaxias del universo, basada en datos obtenidos con el telescopio espacial Hubble.

Algunos investigadores proponen que el blob incluso podría usarse para encontrar respuestas a problemas más complejos, como el uso de recursos naturales. Uno de los experimentos más curiosos tuvo como objetivo cuestionar la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, ideada por el expresidente Donald Trump.

Para problematizar esta política, los investigadores colocaron en una placa de Petri azúcar y avena separadas por un muro divisor y en otra placa lo mismo, pero sin el muro. La placa con el muro frenó el crecimiento del blob hasta matarlo y en la que no había muro el blob se asoció, compartió los recursos y prosperó.

Los autores del experimento tomaron los resultados y los enviaron al gobierno de Estados Unidos y a las Naciones Unidas como un ejemplo de cómo en el mundo natural las divisiones solo asfixian a los organismos hasta matarlos. Claramente se trató de un experimento simbólico, pero ayudó a reforzar un mensaje: “Las fronteras no son una buena idea y debemos superar el miedo para reconocer cómo tener fronteras abiertas beneficia a todos”, dijeron los autores al programa NatureBang.

Más allá de este ejemplo, el Physarum Polycephalum, desde lo más bajo de la cadena alimenticia, tal vez tenga mucho más para enseñar de lo que creemos.