El proyecto que intenta catalogar a todas las nubes del cielo en un mismo Atlas Internacional

La incidencia del hombre hace que constantemente deba ser revisado porque hay países con tecnología para modificar el clima y hasta crear nubes.

En principio las nubes parecen inclasificables. Son múltiples y variadas. Las hay pacíficas y constantes, pero también atemorizantes y frenéticas. Su llegada puede ser la mejor noticia o provocar una verdadera catástrofe.

Sin embargo, a pesar de su diversidad, desde hace siglos la ciencia busca clasificarlas para, en definitiva, poder entenderlas y sistematizar su entendimiento.

En el año 1803 un meteorólogo aficionado llamado Luc Howard publicó por primera vez un libro dedicado a las nubes. Se llamó “La modificación de las nubes” y fue de alguna forma la piedra fundamental que comenzó a analizar lo que pasaba en el cielo de forma más técnica. El libro lo que hacía era clasificar la forma de algunas nubes y sus características.

Con el paso de los siglos ese libro se convirtió en el Atlas Internacional de Nubes, gestionado por la Organización Meteorológica Mundial.

En un principio el atlas solo contaba con 16 fotografías. Hoy el Atlas tiene decenas de nubes fotografiadas y clasificadas.

Fue publicado a finales del siglo XIX por un grupo de meteorólogos aficionados. Lo que intentaron fue condensar en pocas categorías toda la versatilidad de las nubes y aglutinar así el sinfín de formas y disposiciones que pueden adoptar. Lo curioso es que ya entonces, toda la clasificación se hizo inspirada en la taxonomía que Linneo — un científico naturalista sueco del 1700— aplicó a los seres vivos en idioma latín.

“En la actualidad hay diez géneros de nubes que describen en qué parte del cielo se forman y su apariencia aproximada”, detalla La Vanguardia. Así, las nubes altas suelen formarse por encima de los 5.000 metros con nombres como cirrus o cirrocumulus; las nubes medias se suelen formar entre los 2.000 y los 7.000 metros pudiendo llamarse altocumulus o altostratus; y las nubes bajas suelen formarse a una altura máxima de 2.000 metros y las llaman stratus o stratocumulus.

Estos diez géneros se subdividen en especies que describen la forma, estructura interna de la nube y en variedades que describen la transparencia y la distribución de las nubes, de modo que en total hay unas 100 combinaciones entre géneros, especies, variedades y rasgos suplementarios.

El Atlas se mantuvo inalterado durante años. Pero la incidencia del hombre está haciendo que constantemente deba ser revisado. Ya se sabe que algunos países como China o los Emiratos Árabes cuentan con tecnología para modificar el clima y hasta crear nubes.

En su última actualización -en el 2017- se incluyen las nubes Homogenitus, del latín homo (hombre) y genitus (engendrado). En esta categoría entran las producidas por los gases de los motores de las naves aéreas y otras nubes generadas por la actividad humana, como las que surgen por la emisión de vapor de agua en las proximidades de centrales térmicas y las que se producen tras un gran incendio forestal.

En 2020, y por primera vez en su historia, el Atlas fue traducido al español y tiene acceso libre en internet para cualquiera que quiera revisarlo. Además de las clasificaciones y fotografías, la enciclopedia incluye diferentes manuales para la correcta observación de las nubes y una guía para la identificación y diferenciación de sus especies.

 


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