Un estudio genómico publicado en la revista Nature rebatió las teorías sobre su origen.
Hace décadas que el origen de las llamadas momias de Tarim es un misterio para arqueólogos e historiadores. De hecho, cuando fueron encontradas en la década de 1980 en esta región de China, los arqueólogos creían que se trataba de un montaje.
Las momias estaban perfectamente conservadas de forma natural por el clima árido y frío de la zona, además de que mantenían sus colores estridentes y sus sofisticados adornos. Además, estaban enterradas en sarcófagos con formas de barcos.
Durante décadas el origen de este grupo desconcertó a los investigadores. Se preguntaban de dónde podrían haber salido estas momias tan particulares en el medio de Asia. Los investigadores manejaron tres hipótesis: la primera es que la sofisticada cultura llegó de pastores migrantes del sur de Siberia, la segunda que eran agricultores llegados de las montañas de Asia central y la tercera que viajaron de los oasis del actual Afganistán.
Pero todas estas teorías fueron rebatidas en la última edición de la revista Nature. Allí se asegura que era una población autóctona.
El estudio genómico de las momias de la cuenca del Tarim, en el oeste de China, reveló que estos enigmáticos restos humanos pertenecen a una población indígena que, en la Edad del Bronce, estaba aislada pero culturalmente desarrollada.
Las conclusiones del estudio, publicadas esta semana en la revista Nature, se basan en el primer análisis genómico de las poblaciones prehistóricas de la región china, situada en medio de la Ruta de la Seda y considerada un cruce de caminos para la cultura, la agricultura y los idiomas de Oriente y Occidente.
A finales de la década de 1980, en la cuenca del Tarim, se descubrieron cientos de restos humanos momificados de forma natural que datan de entre el 2.000 a.C. y el 200 d.C., de aspecto físico "occidental", ropas de lana tejidas y de fieltro, y una economía basada en el ganado vacuno, ovino y caprino, el trigo, la cebada, el mijo y el queso kéfir.
Estas momias, enterradas en ataúdes de barco en mitad de un desierto, desconcertaron durante mucho tiempo a los científicos e inspiraron numerosas teorías sobre su origen.
Para comprender mejor el origen de la población fundadora de las momias de la cuenca del Tarim, investigadores de universidades en Alemania, Corea y de la Universidad de Harvard analizaron los datos del genoma de trece de esas momias.
Los investigadores descubrieron que las momias no eran foráneas, sino que parecían ser descendientes directos de una población del Pleistoceno que estuvo muy extendida y que había desaparecido al final de la última Edad de Hielo.
En contraste con las poblaciones actuales, las momias de la cuenca del Tarim no muestran evidencias de mezcla con ningún otro grupo del Holoceno, sino que forman un aislamiento genético desconocido hasta ahora y que probablemente sufrió un cuello de botella genético extremo y prolongado antes de asentarse en la cuenca del Tarim.
El estudio revela también que los grupos de la cuenca del Tarim estaban aislados genéticamente pero no culturalmente como demostró el análisis de su dentadura que confirmó que sus individuos practicaban la cría de ganado y conocían bien las diferentes culturas y tecnologías de su entorno.
"Pese a estar genéticamente aislados, los pueblos de la Edad de Bronce de la cuenca del Tarim eran notablemente cosmopolitas desde el punto de vista cultural" concluye la autora principal del estudio.
Cómo llegaron allí y fueron capaces de desarrollar una cultura tan sofisticada todavía sigue siendo un misterio para la arqueología que intenta reconstruir el pasado de las civilizaciones humanas.
