Jardines botánicos, centros de investigación y paraísos en medio del asfalto

Uno podría pensar que son simplemente parques en medio de las ciudades, pero surgieron como centros de investigación.

Hablamos de los plátanos, del fresno y del paraíso como los árboles que dominan el escenario urbano. Pero lo cierto es que Montevideo, al igual que la gran mayoría de las ciudades contemporáneas, no refleja ni una ínfima parte de la diversidad vegetal del planeta.

Las ciudades son, por definición, el territorio de los edificios de asfalto. Es por eso que, en el siglo XVI, científicos, urbanistas e investigadores idearon una alternativa, los jardines botánicos.

Una investigación publicada en el portal OpenMind reportó que el primer jardín botánico que se creó con una genuina vocación científica fue el de la Universidad de Pisa en 1544. “El objetivo inicial era el cultivo de plantas medicinales, alimenticias y de especies exóticas que los exploradores empezaban a traer en sus viajes de ultramar e investigar sus propiedades”, detalla la publicación. Y agrega que “el descubrimiento de las Indias y de su exuberante naturaleza, las relaciones comerciales trasatlánticas y las grandes expediciones científicas llevaron a los botánicos al conocimiento de un número de plantas siempre en aumento que trataban de aclimatar y estudiar en sus jardines privados”.

En cuestión de pocos años, los jardines botánicos comenzaron a proliferar como centros de investigación antes que como paseos urbanos. La mayoría lo hicieron enclavados en Italia y en otros países de Europa que hicieron acopio de algunas especies exóticas únicas y de las cuales los científicos hasta el día de hoy investigan en busca de un mayor conocimiento y entendimiento de la diversidad vegetal.

Muchas ciudades todavía conservan sus jardines botánicos originales. Aunque ahora ya no se trabaja con lupas, sino con microscopios electrónicos y tecnologías que permiten conocer más acerca de la naturaleza y cómo los humanos podemos usarla a nuestro favor. Esta misión original se reinventa en el contexto actual donde la biodiversidad vegetal está constantemente amenazada. De esta forma, los jardines botánicos se convirtieron en museos vivientes, santuarios para especies extintas o en vías de extinguirse.

Pero también son lugar para las nuevas tecnologías. Algunos jardines, como el de Madrid, están digitalizando sus colecciones y archivos por lo que ya existen en internet más de 800 mil especímenes accesibles para investigadores y entusiastas de todo el mundo.


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