La antropología biológica en busca de la ancestría indígena en Uruguay

Durante décadas, los uruguayos nos etiquetamos como un país sin indios. Esa idea de la Suiza de América se extendió por un continente donde la presencia indígena se mantiene. Pero no solo es presencia, es también cultura, y hoy es una verdad a medias eso de que Uruguay es un país sin indios.

Por un lado es cierto que no hay grupos etnográficos que vivan apartados de otras comunidades, pero el trabajo de la antropología biológica hace tiempo que viene manifestando lo contrario.

Más de un quinto de los genes de la población del país fueron heredados de ancestros indígenas. Esto empezó a reescribir la historia y se vio reflejado en los datos de la Encuesta a Hogares del Instituto Nacional de Estadística.

Entre cráneos, registros históricos y muestras de ADN. Así trabaja Mónica Sans, profesora grado 5 del Departamento de Antropología Biológica de la Universidad de la República.

La antropología biológica, explican desde la Universidad, “es el estudio del ser humano dentro de un marco evolutivo, enfatizando la interacción entre biología y cultura como fuente de la variabilidad de las poblaciones humanas”.

Cuando Sans comenzó a trabajar, el concepto de Uruguay como un país sin indios estaba completamente extendido. Entonces comenzaron las investigaciones que arrojaron luz sobre una verdad escondida en la sangre de los uruguayos.

“A nivel histórico se hablaba de indígenas guaraníes. Pero qué pasó con esos indígenas no. Había un corte en nuestra historia”, explicó Sans.

Durante años, la historia ignoró qué había pasado con esas poblaciones en Uruguay. Más allá de algunos registros, el rastro de la población indígena se diluía. Entonces Sans comenzó a pensar y a trabajar en la continuidad de este pueblo.

“Cuando uno empieza a ver que a nivel genético hay aportes y que a nivel mitocondrial un tercio de la población uruguaya es descendiente directa de alguna mujer indígena es un porcentaje altísimo. De 0 a 34% hay un abismo”, agregó.

Fue ahí cuando Sans, respaldad en la ciencia, pudo afirmar que en promedio los uruguayos tenemos un bisabuelo indígena. Pero aquello no podía ser un dato aislado, había que explicarlo.

“Una de las explicaciones es que a nivel masculino hay muy bajo aporte indígenas. Los hombres sí no tuvieron chance. Las mujeres sí pudieron reproducirse. Eso pasa en toda Latinoamérica, no es una excepción nuestra”, explicó la experta.

Esto generó una reivindicación por parte de algunos colectivos que se identifican como indígenas o ascendientes de indígenas y buscan recuperar sus raíces.

¿Y qué impacto tuvieron estos hallazgos en la sociedad uruguaya? Esto opinó Sans: “Muy lentamente fue cambiando la identidad nacional. A nivel escolar, por ejemplo, cuando yo estudié los indios de Uruguay eran cuatro o cinco que vivían para sobrevivir, que no tiene nada que ver con la realidad”.

Este es apenas un resumen del espíritu crítico que tiene Sans sobre la realidad de los indígenas en Uruguay. Al ser tantas décadas de investigación es mucha la información que ella tiene.

Pero hoy vamos a destacar la última publicación de Sans que fue difundida por La Diaria el pasado fin de semana. Se encontró mayor proporción de ancestría indígena en la población de menor nivel socioeconómico. Así lo muestra este estudio hecho únicamente a 269 mujeres en Montevideo:

Las muestras son anteriores a 2008 que se creó el Fonasa. Cuando se recolectaron las muestras en la Salud Pública se atendían aquellos que no tenían recursos para acceder a la salud privada.

¿Por qué se da esta diferencia tan abrumadora? Así lo explica Sans:


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