La ciencia detrás de los diamantes sintéticos

La ciencia nunca había podido recrear artificialmente los diamantes.

Históricamente los diamantes han sido sinónimo de lujo. Son una piedra única que tiene todos los elementos para convertirse en una rareza: son difíciles de extraer, generan deseo y, por supuesto, son carísimos.

Y hasta hace no mucho tiempo estas rocas tenían otra particularidad: eran imposibles de recrear.

Pero la ciencia -o más bien la industria que la financia- está trabajando hace algunos años en este aspecto y el resultado ha sido la creación de diamante sintéticos.

Antes de hablar de esto, repasemos un poco cómo se forman los diamantes. La mayoría de estas piedras existen en la tierra hace billones de años en el manto terrestre. Allí debajo, la temperatura y la presión generan las condiciones únicas para cristalizar el carbón y transformarlo en diamante.

Precisamente estas son las condiciones que la ciencia está recreando para producir diamantes sintéticos, que son muchos más baratos y rápidos de producir, y generan una pieza que tiene casi casi las mismas características que un diamante original. De hecho, separar unos de los otros a simple vista es una tarea imposible.

Para lograrlo los científicos pueden utilizar dos métodos. El primero es, con una máquina, simular la fuerza de la tierra sobre un carbón sometido a altas temperaturas y presiones. La segunda funciona como una impresora 3D con la que una máquina va colocando pequeñas piezas de carbón cristalizado hasta alcanzar una piedra de diamante entera.

Técnicamente los diamantes de laboratorio también son diamantes y aunque no tienen toda esa mística de la piedra natural podrían ayudar a poner freno al impacto ambiental y sobre todo social que tiene la producción del lujo.


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