La ciencia y los misterios de los agujeros negros en una semana de hallazgos clave

En los últimos días, una noticia científica puso a los agujeros negros en la portada de varios medios especializados.

Un nuevo tipo de agujero negro masivo, fruto de la fusión de dos agujeros negros, fue observado directamente por primera vez gracias a las ondas gravitacionales.

Los agujeros negros son uno de los fenómenos más misteriosos del espacio exterior. La falta de información que tenemos sobre ellos generó que algunos mitos y leyendas fantásticas surgieran a su alrededor alimentando el imaginario colectivo.

Una de las teorías de ciencia ficción más populares en torno a estos fenómenos espaciales es conocida como agujero de gusano. Sin base científica, esta idea sugiere que los agujeros negros son una especie de túnel planetario que permite realizar viajes a través del tiempo y el espacio.

Pero esas son puras confabulaciones dignas de una película de Christopher Nolan. Lo que la ciencia sí sabe -al menos es la hipótesis que acepta- es que los agujeros negros son “restos fríos de antiguas estrellas tan densas que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, es capaz de escapar a su poderosa fuerza gravitatoria”, detalla la revista National Geographic.

Es decir que los agujeros negros son la última fase en la evolución de enormes estrellas que fueron entre 10 y 25 veces más grandes que el sol.

"Esencialmente un agujero negro es un montón de materia amontonada en un espacio tan pequeño que nada puede salir, ni siquiera la luz", explicó un cosmólogo a la BBC. Y agregó: "Imagínate que pudieras empacar en un espacio muchísimo más de lo que pensarías posible, hasta que se vuelva tan denso que tenga su propia fuerza de gravedad". Lo que sigue después es un enorme vacío que se aspira todo lo que le pase cerca.

Los científicos creen que hay cerca de 100 millones de agujeros negros en la Vía Láctea y lo curioso es que, hasta hora, la Humanidad solo pudo ver uno. Fue el año pasado gracias a una red de ocho radiotelescopios en distintas partes del mundo.

Un detector de ondas gravitacionales en la Tierra pudo registrar por primera vez la fusión de dos agujeros negros esta semana.

Fue tan impresionante esa explosión que su impacto se midió en la Tierra, aunque pasó hace 7.000 millones de años.

Esto ayudó a demostrar la existencia de estos fenómenos como nunca antes, y marcó un antes y un después para la ciencia.

La periodista uruguaya Ana Pais, que trabaja en BBC Mundo, lo explica muy bien: “Hasta este momento solo éramos capaces de detectar los objetos o fenómenos que emitían luz o que nos enviaban partículas. Ahora también podemos aprender de aquellos que emiten ondas gravitacionales. La historia nos indica que cada vez que encontramos una nueva forma de ver el universo, hacemos descubrimientos inesperados”.


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