La curiosa historia de las "ranas eléctricas" que dio origen a las pilas

Las pilas son una de las fuentes de energía menos eficientes. Además, una pila alcalina usada puede contaminar hasta 100 mil litros de agua.

En 2020 son uno de los objetos más contaminantes y una de las alternativas energéticas menos eficientes. Al tirarlos en la basura sus componentes se filtran en la tierra. La alternativa es reciclarlas, pero es costoso.

En Uruguay no hay una planta de reciclaje de pilas. Se construyen bloques de cemento y se fijan ahí los materiales.

Pero las pilas, creadas por el inventor Alessandro Volta, no siempre fueron consideradas de esta forma. Hubo un tiempo donde eran tecnología de vanguardia y hasta motivo de disputa y controversia en la academia científica.

Todo empezó un día como hoy, pero de 1745. Volta nació en una familia rica. De niño sus padres creyeron que tenía alguna dificultad porque no habló hasta que cumplió cuatro años. Entonces aprendió a hacerlo en italiano, francés, alemán, inglés, español y en tres idiomas más.

Cuando llegó a la juventud fue admitido en varias universidades de alto prestigio en Europa. Estudiando, Volta tuvo uno de sus primeros hallazgos: la existencia del gas metano que sale de la descomposición animal y vegetal. Con él creó la lámpara de Volta.

Años después se encontró con que un científico italiano estaba estudiando la llamada “electricidad animal”. Lo que esa teoría afirmaba era que los órganos internos de las ranas producían un fluido eléctrico.

Volta se interesó mucho por este tema y se puso a estudiarlo. Según consignó el portal científico Materia, el científico se dio cuenta de que la corriente eléctrica no venía de los órganos de los animales sino del contacto entre dos metales.

En 1799 montó la primera pila voltaica, compuesta de cobre y zinc. Pero entonces llegó la polémica porque la comunidad internacional se dividió ante las teorías de los dos científicos.

La pila ganó empíricamente la disputa y se convirtió en la primera fuente continua de energía eléctrica.

Napoleón Bonaparte se convirtió en un gran admirador de Volta y el científico se hizo famoso en todo el mundo.

Todavía hoy, 200 años después, su invento persiste.


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