La inteligencia artificial, ¿debería ser regulada?

Un estudio publicado en Nueva York por expertos en inteligencia artificial advierten que los algoritmos están fuera de control.

La inteligencia artificial parece estar ampliando las desigualdades y su despliegue debería ser objeto de estrictas regulaciones y límites, especialmente para tecnologías sensibles como el reconocimiento facial, advirtieron investigadores en un informe difundido esta semana.

El AI Now Institute, un centro de la Universidad de Nueva York que estudia las implicaciones sociales de la inteligencia artificial, dijo que a medida que estas tecnologías se hicieron más accesibles comenzaron a aparecer sus efectos negativos.

Sistemas de almacenaje y análisis de datos a gran escala, automatización de procesos y aprendizaje autónomo de máquinas están siendo implementados en sectores como la salud, la educación, el reclutamiento de personal o la justicia sin estructuras de control apropiadas, estiman los investigadores en el informe.

Una preocupación especial es el uso de inteligencia artificial en "los servicios sociales, la vigilancia y seguimiento de inmigrantes y minorías".

"Está claro que, en diversos campos y contextos, la inteligencia artificial está ampliando las desigualdades, colocando la información y los medios de control en manos de quienes ya tienen poder al mismo tiempo que despoja a los que no", dicta el informe.

El reconocimiento facial, ya muy expandido, y el reconocimiento de emociones por las máquinas, más incipiente, están siendo implementados muy rápidamente.

Los gobiernos y las empresas deberían detener el uso del reconocimiento facial "en contextos sociales y políticos sensibles", hasta que los riesgos sean mejor comprendidos, señalan los investigadores.

Además, el texto agrega que no debería permitirse que las máquinas jueguen un papel en decisiones importantes que afecten a personas, como en entrevistas de trabajo, el precio de una póliza de seguro, consultas médicas o la evaluación de alumnos en la escuela.

Los investigadores llaman a los ingenieros y desarrolladores a estar mejor informados sobre las implicaciones de los aparatos y programas que construyen y "denunciar los usos antiéticos o peligrosos de su trabajo".

 


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