La Nasa y la ESA volverán a Venus: ¿Por qué hay tanta fascinación con este planeta de atmósfera tóxica?

La superficie de Venus está a casi 500 grados y su atmósfera está rodeada de nubes muy densas, 90 veces más espesas que en la Tierra,

La Nasa anunció la semana pasada que ya tiene en marcha dos nuevas exploraciones no tripuladas a Venus para 2026. Al mismo tiempo, la Agencia Espacial Europea (ESA) dio este jueves su visto bueno al lanzamiento a partir de 2030 de una nueva misión a ese planeta.

Una de las motivaciones para estas expediciones es una información que surgió en septiembre de 2020, cuando científicos confirmaron la primera observación de fosfina en las nubes altas de Venus.

Su procedencia podría deberse a un fenómeno desconocido o a una forma de vida. Las trazas de fosfina presentes en la atmósfera terrestre proceden exclusivamente de una actividad humana o microbiana. Ya se había encontrado fosfina en otros planetas como Júpiter y Saturno, pero en ambos casos se descartó que tuvieran un origen biológico.

Tanto en Venus como en Marte los científicos creen que hubo un tiempo donde había océanos y que eran planetas con características muy parecidas a la Tierra, pero en el proceso algo varió: Hoy la atmósfera de Venus es extremadamente calurosa y tóxica, las condiciones de vida son imposibles.

Las teorías de la presencia de vida en Venus comenzaron a rodar en la década de 1970. Entonces algunos investigadores proponían que así como la vida en la Tierra se desarrolló sobre la superficie del planeta, en Venus podría haberse desarrollado suspendida entre nubes.

En Marte, por su parte, la teoría es que la vida se desarrolló bajo tierra. Ninguna de estas teorías avanzó mucho más por falta de elementos científicos, pero ahora podría cambiar.

La superficie de Venus está a casi 500 grados, suficiente para fundir el plomo solo con la temperatura ambiente. A su vez, la atmósfera está rodeada de nubes muy densas, 90 veces más espesas que en la Tierra, por lo que la presión es la misma a la que hay un kilómetro debajo del mar.

Sin embargo, el hallazgo de gas fosfina en las nubes altas de Venus despertaron muchas preguntas: ¿Acaso fue un proceso geoquímico desconocido o es que hay microbios o alguna forma de vida flotando en el ácido sulfúrico que llueve sobre Venus?

Para intentar encontrar alguna respuesta, la Nasa enviará dos misiones. La primera, Davinci, investigará en profundidad la atmósfera. Esta misión, según detalla una entrevista publicada en El País de España, “pretende proporcionar detalles sobre la tectónica y la historia volcánica del planeta y comprender la historia del agua de Venus”.

La segunda, Veritas, va a analizar la topografía del planeta. Para eso enviarán un radar de última generación para crear mapas en tres dimensiones y hasta será capaz de mapear el interior del planeta, desde el núcleo hasta la superficie.

Por su parte, la agencia europa mandará un orbitador que buscará determinar cómo y por qué Venus y la Tierra evolucionaron de forma tan diferente a pesar de tener aproximadamente el mismo tamaño y composición.

Además, estas misiones suelen arrojar hallazgos inesperados. Por ejemplo, gracias a Pioneer Venus, que sobrevoló a comienzos de los 70 la superficie de Venus, la ciencia pudo notar por primera vez los efectos del calentamiento global, cuando todavía no se hablaba de esto a nivel general.


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