Los algoritmos y la tecnología de vanguardia que están recuperando obras de arte perdidas

Nuevas herramientas están intentando recuperar obras que fueron completamente destruidas, muchas de ellas bajo el régimen nazi.

¿Qué pasa cuando las obras desaparecen completamente? Acá es donde entran a jugar los algoritmos y la tecnología de vanguardia. Nuevas herramientas están intentando recuperar obras que fueron completamente destruidas, muchas de ellas bajo el régimen nazi.

Es bien sabido que los nazis confiscaron miles de obras de arte a lo largo de Europa. De hecho, existe todavía un largo periplo que intenta recuperar las obras robadas y devolverlas a sus dueños.

En los museos y en los almacenes de los coleccionistas de toda Europa hay todavía miles de obras de arte robadas.

Más allá de buenas intenciones de la comunidad internacional, la restitución de obras expropiadas hace 80 años termina trancada en una maraña burocrática y judicial. Pero la destrucción de obras de arte no es algo que haya quedado atrás.

En 2001, los talibanes en Afganistán destruyeron una pintura rupestre budista que data del siglo VII. Desapareció junto a dos Budas gigantes y otros objetos arqueológicos en el valle afgano de Bamiyán, un crimen contra el Patrimonio Mundial que suscitó un gran revuelo en su momento.

Sin embargo, una réplica fiel, resultado de tres años de un trabajo vanguardista, fue expuesta en un museo de Tokio apenas pocas semanas luego de que los talibanes retomaran el poder en Afganistán.

La pintura original se encontraba en el techo de una cueva. Con seis metros de largo y tres de altura, la copia, cuyo tamaño es exacto al original, fue calificada como un "superclón" por el equipo de reproducciones de la universidad de Artes de Tokio.

El equipo realizó un tratamiento digital a un centenar de fotografías del fresco original, que fueron tomadas por arqueólogos japoneses antes de su destrucción, con el objetivo de crear un modelo informático de su superficie. Posteriormente, estos datos fueron introducidos en una máquina que grabó la forma exacta del fresco en un bloque de poliestireno.

Después, un equipo de artistas completó la obra aplicándole una pintura tradicional de un azul intenso, el color denominado lapislázuli, el mismo del fresco original.

Pero esta no es la única noticia vinculada al tema en estos últimos días.

Medicina, Jurisprudencia y Filosofía -las llamadas Pinturas de la Facultad- de Gustav Klimt, estaban en un castillo en Austria que los nazis mandaron quemar antes de que el Ejército Rojo las alcanzara.

De esta forma, el único rastro que quedó de ellas eran fotografías en blanco y negro. Pero, según publicó El País de España, el instituto Google Arts & Culture y el Museo Belvedere de Austria “resucitaron” las piezas y sus brillantes colores gracias a la inteligencia artificial.

El punto de partida fue un fragmento de color que se conservó de una de las tres obras. A partir de entonces, se recopilaron 80 imágenes de cuadros de Klimt. Esto, sumado a un millón de fotos de objetos del mundo real, desde personas hasta animales y edificios, fueron el combustible para entrenar un algoritmo que reconoció el sesgo de color de Klimt en todas su obras.

Con toda esta información, explica El País, “un ingeniero de Google dedicó casi seis meses a programar el código de inteligencia artificial con el que trabaja el algoritmo para que consiguiera generar predicciones de color acordes a la obra de Klimt”.

La calidad del resultado sorprendió a los expertos que ya piensan qué otras obras perdidas se podrían recuperar aplicando este tipo de inteligencia artificial.

 


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