El desarrollo de estas máquinas podría ser útil en la medicina, ayudando a procedimientos quirúrgicos, la industria y las catástrofes.
Es blando, diminuto y está mecánicamente diseñado para entrar a lugares donde otras máquinas no pueden entrar.
Se trata de una nueva gama robótica pensada para aprovechar la interacción con los tejidos del cuerpo y, entre otras cosas, acceder a tumores que están en órganos muy densos y repararlos, informó el portal español Retina.
Estos aparatos fueron desarrollados por un laboratorio en la Universidad de Standford. Son una especie de endoscopio blando inspirado en los movimientos de los tentáculos de un pulpo. Un robot capaz de alargar sus partes y así ser capaz de investigar a fondo el cuerpo humano, ya que puede meterse en lugares a los que no puede acceder ninguna otra máquina.
Ese logro científico y tecnológico tiene un precedente: el Octobot. Fue el primer robot blando creado en Harvard en 2016. ¿Cómo lo desarrollaron? Utilizando piezas flexibles fabricadas con una impresora 3D.
Según señalan los expertos, los nuevos robots flexibles se hacen con polímeros, siliconas y compuestos que permiten deformar materiales sin limitar su capacidad.
Según Retina, “los expertos anticipan que los robots blandos tienen un futuro prometedor en la interacción con humanos” ya que son especialmente útiles en el campo asistencial e industrial.
Pero que puedan moverse de infinitas formas acarrea una dificultad: la programación de sus movimientos. Aunque esto no es tan grave ya que el hecho de que sean máquinas blandas las hace prácticamente inofensivas en caso de una pérdida de control.
El otro problema es la fuente de energía. No pueden usar baterías ya que aún no existe una tan flexible, pero muchos funcionan en base a células fotovoltaicas o se impulsan por presión de aire.
“Es un desafío difícil, pero también emocionante, hacer que los robots blandos sean eficientes y útiles como lo son los rígidos”, declaró una de las responsables al frente del proyecto.
